José Julián Martí Pérez nació en La Habana en la calle de Paula no. 41, después cambió el número por 102, y en la actualidad, calle Leonor Pérez no. 314.
Tuvo un extraordinario aprovechamiento escolar, pero sus estudios del tercer año de bachillerato fueron interrumpidos por su condena y deportación a España.
Desde los 16 años emprendió su labor en favor de la independencia de Cuba, y el periódico fue el medio que escogió.
En los primeros en que publicó fueron El Diablo Cojuelo y La Patria Libre, fundados por él en 1869, el primero junto a Fermín Valdés Domínguez. En La Patria Libre publicó su poema dramático Abdala. También en ese año publicó en El Siboney el soneto «¡10 de Octubre!»
En este tiempo tuvo a su maestro Rafael María de Mendive como guía.
De su vida en presidio entre los años 1870 y 1871, dejó constancia en El presidio político en Cuba, que publicó en Madrid.
Permaneció en España de 1871 a 1874, y allí se graduó de bachiller, y licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras. Aquí no olvida su afán por colaborar por la independencia de su Patria y mantiene un contacto íntimo con los patriotas cubanos. Colabora en El Jurado Federal y publica La República Española ante la Revolución Cubana.
Estuvo en México de 1875 a 1877 y colaboró fundamentalmente con la Revista Universal.
En 1877 viajó a Guatemala, donde fungió como periodista y profesor.
El 20 de diciembre de 1877 se casó con Carmen Zayas Bazán y el 22 de noviembre de 1878 nació su único hijo: José Francisco.
En 1879 volvió a Cuba aprovechando la amnistía del Pacto del Zanjón. No descansaba y sus actividades se repartieron en literarias, forenses, y patrióticas y revolucionarias. Sus participación en la conspiración que devino en la llamada Guerra Chiquita y su intensa propaganda en la prensa y la tribuna, hicieron que lo deportaran de nuevo a España.
Pero de ahí se dirigió a Francia —en París visitó a Víctor Hugo—, luego embarcó hacia los Estados Unidos y llegó a New York en enero de 1881, donde residió hasta 1895.
Su intensa labor patriótica no se interrumpió, pero a la vez realizó diversas actividades literarias, en las que revela su excepcional talento y su enorme cultura, y sus dotes de poeta. Publicó sus tres únicas colecciones de poesías: Ismaelillo y Versos libres, en 1882, y Versos sencillos, en 1891; la novela Amistad funesta en 1885. En 1889 fundó la revista La Edad de Oro.
Martí figura entre los cuatro fundadores del modernismo en América junto a Rubén Darío, Julián del Casal y Manuel Gutiérrez Nájera.
En abril de 1887, en el entonces Madison Square Theatre, de Nueva Cork, Walt Whitman leía su poesía y entre los presentes se encontraba José Martí. O sea, Martí llegó
a conocer a Whitman personalmente.
Durante su estancia en los Estados Unidos se dedicó a impulsar la formación de estados de opinión, aunar voluntades, organizar, orientar. Se dio cuenta de que en las emigraciones cubanas sobre todo de Tampa y Cayo Hueso latía lo más noble y puro del alma nacional. A ellas se consagró para unirlas y organizarlas. Se proponía llevar a cabo una guerra hecha por el pueblo y para el pueblo. Y el pueblo le respondió.
En Tampa, el 10 de enero de 1892 se proclamaron las Bases Y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano, fundado y organizado por él. Funda el 14 de marzo el periódico Patria, y lo dirige.
El 8 de abril es elegido delegado del Partido Revolucionario Cubano por los clubes de Tampa, Cayo Hueso y Nueva York. El 27 de mayo publicó en Patria “El Partido Revolucionario a Cuba”.
El 25 de marzo de 1895, en Montecristi, República Dominicana, en el hogar de Máximo Gómez, suscribieron el Manifiesto de Montecristi.
Martí, junto a Máximo Gómez y otros patriotas, desembarcaron el 11 de abril por Playitas, cerca de Cajobabo, municipio de Baracoa.
Desde Playitas hasta Dos Ríos, no ha dejado ni un momento de escribir: cartas a sus compañeros revolucionarios de la Delegación, mensaje oficial al director del New York Herald para que el pueblo estadounidense sepa las ventajas de la independencia de Cuba; una carta a Manuel Mercado en la que están presentes las proyecciones internacionalistas de su obra política y revolucionaria, y conocida como su testamento político.
El 19 de mayo Máximo Gómez salió a atacar las tropas del coronel Ximénez de Sandoval; Martí se unió y aunque el general le ordenó mantenerse a la zaga, no obedeció y murió a causa de tres tiros. Desgracia irreparable para Cuba y Nuestra América.
Sus restos permanecen en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
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