La tortura es uno de los más grandes abusos en contra de los Derechos Humanos. Sin embargo, hoy en día más de la mitad de los países del mundo la siguen aplicando.
La Declaración de Derechos Humanos en su artículo 5 dice que nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes. De igual forma, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos Crueles Inhumanos y Degradantes, desde su entrada en vigor en 1987, trabaja a favor de la abolición de la tortura. Pese a esto, y a que en el año 2001, 123 de 189 estados miembros de Naciones Unidas, ratificaron dicha Convención, cada año miles y miles de personas huyen de su patria para salvar sus vidas y para evitar ser sometidos a torturas.
El 12 de diciembre de 1997 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente al 26 de junio como el Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo a las Víctimas de la Tortura, con la esperanza de generar la solidaridad hacía las víctimas y sus familiares, así como el tratamiento y la rehabilitación de las mismas.
El Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo a las Víctimas de Tortura es una ocasión para elevar nuestras voces en defensa de la dignidad humana y el respeto por la vida. En este Día recordamos a todas las víctimas de tortura: a quienes han sobrevivido, que a menudo están marcados psicológica y físicamente, y quienes han sucumbido a ésta, la más horrible de las muertes.
Las Naciones Unidas, junto con otras muchas organizaciones como Amnistía Internacional, trabajan en la lucha contra la tortura a fin de que se llegue a romper el silencio que la rodea y poner fin a los malos tratos infligidos a miles de personas en todos los rincones del planeta.
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