Camajuaní es un puerto claro oscuro de monedas,
monedas de cobre,
monedas de vidrio,
monedas de sueño para el viajante
aletargado en pos del vino
o del pájaro azul, preso
en las propias rejas de su frente.
Camajuaní es un ave escapada en su mismo nido.
Es como el sable que viaja al corazón
compartiendo en hilillos
la sangre por la enramada.
Camajuaní es también una taza rota
que muestra el café amargo de los domingos sucesivos
es el venado que ofrece su pecho blando
a la certeza de los plomos.
Camajuaní es el principio,
encima le queda el cielo.
Eduardo González Bonachea, poeta, narrador, investigador y doctor camajuanense, Villa Clara, Cuba.
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