[Por haber escrito y estar a favor de la independencia de Cuba del yugo español, aparece el ecuatoriano Vicente Rocafuerte Bejarano en VerbiClara]
«La patria es bien querida, por todos los corazones bien nacidos»
Vicente Rocafuerte
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.- Nació en Guayaquil el 1o. de mayo de 1783. Hijo legítimo de Juan Antonio de Rocafuerte y Antolí, natural de Morella, Valencia, España y de Josefa de Bejarano y Lavayen, guayaquileña.
Huérfano de padre de corta edad, cursó sus estudios primarios con profesores privados y en 1800 fue llevado por su tío Jacinto Bejarano a Europa. Primero estuvo en el Colegio de Nobles Americanos de Madrid y luego en el San Germán, en Laya, a cuatro leguas de París, donde tuvo por condiscípulos a la juventud más florida de Francia, frecuentó los más brillantes salones y fue introducido en la familia de Napoleón por ser compañero de su hermano Jerónimo, de su primo Casa Blanca, de los Bonafous sobrinos del famoso General Murat, Príncipe de Benevento.
En 1803 se encontró con Simón Bolívar,
Carlos Montúfar, Cabal, Toro, con quienes hizo estrecha amistad. También conoció a jóvenes sabios como Humboldt y Bonpland en 1804, año en que admiró en persona a Napoleón, con motivo de su solemne coronación en Notre Dame.
En 1807 regresó a Guayaquil y pasó a administrar su hacienda Naranjito cerca de Bucay, alejándose de la persecución del Gobernador Cucalón, enemigo de su familia. Por entonces falleció el Barón de Carondelet y su viuda trajo a Guayaquil al Dr. Juan de Dios Morales, secretario de la Presidencia de Quito, para alejarlo de la persecución del presidente Muñoz de Guzmán. Rocafuerte recibió de su tío Juan Pablo Arenas el encargo de ocultar a Morales en su hacienda, allí trabaron amistad y se pusieron de acuerdo para hacer la revolución en Quito.
Cuando a los pocos meses estalló el movimiento insurgente, recibió la consigna de apoderarse de Cucalón, pues su tío Jacinto debía asumir esas funciones; pero Cucalón se les adelantó y rodeando de soldados la casa de Rocafuerte, registró papeles y aunque nada halló, los dejó con arresto domiciliario y les hizo iniciar juicio por conspiración, del que nada salió en claro, pero el asunto subió en grado a conocimiento del Virrey de Lima.
En 1810 fue electo Alcalde Ordinario de 1er. voto del Cabildo, más, Cucalón se opuso y tras otro ruidoso pleito, la Audiencia sentenció a favor de Rocafuerte, cuyo grupo obtuvo a la postre que el Virrey Abascal le removiera de la Gobernación de Guayaquil.
En 1811 fue electo Procurador General pero no aceptó. En 1812 salió Diputado por la Provincia de Guayaquil a las Cortes de Cádiz, viajó por el cabo de Hornos y visitó primeramente Inglaterra donde se encontró con los hermanos mejicanos el Marqués del Apartado y el Barón de Fagoaga, que lo convencieron de visitar Francia, Noruega, Suecia y Finlandia. Al final arribaron a San Petersburgo, capital del Imperio ruso, y fueron presentados a la Emperatriz, quien los recibió con benevolencia y los invitó dos veces a compartir su mesa con el príncipe heredero Nicolás y otros cortesanos.
En 1814 estaban de regreso en Madrid. Allí ingresó a la masonería y en unión del Diputado mejicano Ramos Arizpe se unió al grupo liberal de las Cortes que aceptaba la idea de la emancipación de América como un mal necesario; sin embargo, en Mayo de ese año, Fernando VII se declaró monarca absoluto, disolvió las Cortes y dispuso la prisión de algunos Diputados.
Días después Rocafuerte fue citado como Diputado peruano a casa del Conde de Florida Blanca para ultimar los detalles del besamano al Rey. Rocafuerte y el Diputado de Arequipa Mariano Rivero, protestaron indignados y se negaron a concurrir a tan humillante como absurda ceremonia y el mismo día del besamano, visitaron a sus compañeros presos en la cárcel de Corte. Pasada una semana, fueron informados que el Ministro Lardizábal había fulminado el decreto de arresto en sus contras. Entonces avisó a Rivero, pero éste no le hizo caso ni se escondió, cayó detenido y allí lo mantuvieron hasta 1820 en que fue libertado por el grito de los Generales Riego y Quiroga.
Rocafuerte, en cambio, había logrado huir disfrazado por los Pirineos a Francia, en donde emprendió diversos viajes por el sur de ese país. En Italia, visitó Roma, Nápoles, se extasió frente a la naturaleza y fue presentado a numerosos liberales. En 1816 estaba de paso en Burdeos y de un Cónsul amigo obtuvo pasaporte a La Habana, con la expresa condición de no participar por dos años en la política. Ya había hecho publicar en Londres, a su costa, el Discurso contra las Mitas, de su paisano Olmedo, que salió con una introducción de Rocafuerte, y su nombre era conocido entre los revolucionarios americanos.
Entre Junio de 1817 y Mayo del 19 estuvo residiendo en Guayaquil dedicado al arreglo de sus asuntos particulares y enseñando francés bajo la condición de que sus alumnos practicaran leyendo obras de corte revolucionario como el Emilio de Rousseau. En 1819 y para complacer a su madre, que deseaba evitarle problemas políticos, viajó a Lima, donde su pariente Lamar le presentó al Virrey de la Pezuela. Allí realizó un contrato de importación de tabaco, luego regresó a Guayaquil y siguió a Panamá, pero en el trayecto y a la altura de la isla de Otope, fue apresado por Lord Cochrane y perdió 600 onzas de oro que llevaba consigo. Finalmente arribó a La Habana a principios de 1820 donde repuso su economía con las ganancias que obtuvo de la venta del susodicho contrato, escribió en el periódico «Argos», polemizó con el ultra realista escritor Romay y fue admitido en la sociedad «Rayos y Soles de Bolívar». Pocas semanas después se sucedió la transformación liberal en España que trajo la libertad de imprenta, entonces comenzó a escribir por la independencia de la isla de Cuba y recibió de sus hermanos masones la comisión de viajar a España, a cerciorarse del ambiente político peninsular.
En Agosto entró en Madrid y alternó con los Diputados y el Cuerpo Diplomático, conociendo a ciencia cierta que la Santa Alianza tenía pensado invadir España y reponer el absolutismo, como efectivamente sucedió poco después.
Nuevamente en La Habana en 1821, presentó sus informes y siguió para los Estados Unidos donde publicó «Ideas necesarias a todo pueblo independiente que quiere ser libre», folleto que hizo circular en México para contrarrestar la creciente influencia del General José Itúrbide, que ambicionaba la dictadura. Por ese tiempo su cuñado Gabino de Gaínza lo invitó a México y habiendo aceptado, al llegar a Tampico contrató tres embarcaciones para que las últimas fuerzas españolas abandonaran ese país. Enseguida siguió a la capital y fue recibido por el Ministro de Colombia, con quien comenzó a complotar en contra de Itúrbide, que se acababa de proclamar Emperador.
Rocafuerte tenía una clara visión de América, cuyo destino estaba en formar entre todas las naciones independientes, una comunidad de principios, de intereses, de paz, de orden, de economía y de propiedad».
Entonces la masonería le pidió que se trasladara a Washington y hablare con el presidente Monroe para impedir el reconocimiento del nuevo régimen mejicano. Recibido por el Canciller John Quince Adams, consiguió que los Estados Unidos pospusieran dicho acto y escribió y publicó su libro «Bosquejo ligerísimo de la Revolución de México, desde el grito de Iguala hasta la proclamación del Imperio» con documentos de primera mano que posiblemente había obtenido por medio de su cuñado Gaínza. Dicha obra circuló enseguida, firmada por “un verdadero americano” para evitar represalias contra sus parientes. La obra demostraba que los mexicanos deseaban y merecían la república y los exhortaba a descubrir y salvar la libertad de la Nación, lo que a la postre ocasionó la caída de Iturbe. Igualmente dio a la imprenta en New York, en 1823, un valiosísimo ensayo jurídico titulado «El sistema Colombiano popular, electivo y representativo es el que más conviene a la América independiente y tradujo del inglés un Curso o Cuadro de Filosofía Moral extractado por Mr. Allen, de la Biblia y los Santos Evangelios, como texto para uso de las escuelas lancasterianas que ya existían en Latinoamérica.
Estando en Filadelfia recibió la noticia de la muerte de su cuñado Gaínza y decidió ir a ver a su hermana y sobrinos que habían quedado abandonados y en la mayor pobreza pero estando por emprender el viaje el Ministro de Colombia en los Estados Unidos le pidió que fuera a Maracaibo a convencer al General Manrique de la necesidad de invadir la isla de Cuba.
En Venezuela la situación política aún no estaba clara ni definida pues Rocafuerte tuvo que esperar que terminara el bloqueo del castillo de Puerto Cabello en Noviembre de 1823 para poder hablarle a Manrique de los nuevos planes, pero en eso ocurrió el fallecimiento de dicho General y se abandonó el proyecto.
En 1824 vivía en México con su hermana y decidió casarse con su sobrina Pepita Gaínza «para que herede». Por ello pidió la correspondiente dispensa al Papa y hasta tenía pensado regresar a Guayaquil, pero el General José Mariano Michelena le solicitó de Secretario en la Misión Diplomática que iba a emprender a Londres, a fin de obtener el reconocimiento de la independencia, realizar un empréstito por dieciséis millones y otros asuntos de no menor interés, que le motivaron a posponer la boda para viajar a Londres.
En Junio fueron recibidos por el Canciller Mr. Canning y en Diciembre Inglaterra reconoció a México como nación soberana e independiente. También consiguieron que Francia iniciara sus relaciones consulares con México, y como Michelena tuvo que regresarse, quedó Rocafuerte al frente de la Misión Diplomática en Londres.
En 1826 fue designado Ministro Plenipotenciario ante las Cortes de Dinamarca y Hannover, celebró un tratado de Navegación entre Inglaterra y México y obtuvo un préstamo de la Casa Goldsmicht. Ese año entregó a Colombia la cantidad de 63.000 libras o su equivalente de 315.000 pesos, tomándolos del empréstito mexicano y aunque el gobierno de esa nación aprobó secretamente su conducta, posteriormente una Comisión inspectora de la Cámara de Representantes se los hizo de cargo, debiendo vindicar su conducta en 1829 mediante un opúsculo titulado «Exposición de las razones que determinaron a Don Vicente Rocafuerte,
Encargado de Negocios de los Estados Unidos mexicanos cerca de su Majestad Británica, a prestar a la República de Colombia la suma de 63.000 libras en Febrero de 1826″, que hizo circular en México.
Al mismo tiempo se preocupaba de ordenar la impresión de varias obras instructivas en español y fundó el periódico «Ocios de unos emigrados españoles en Londres» con el Canónigo español Joaquín Lorenzo Villanueva, que con el ex-Diputado Canga Arguelles representaban al liberalismo español en esa capital. Se dice que Rocafuerte y Canga Argüelles escribieron juntos «Cartas de un americano sobre las ventajas de los gobiernos republicanos federativos» y que además prologó la traducción al español de la Filosofía de Paley, efectuada por ViIllanueva.
En Febrero de 1829 salió de Inglaterra, visitó al Marqués de Lafayette en París y siguió a Veracruz y México, entrevistándose con el presidente Bustamante que había derrocado al legítimo gobierno del General Guerrero y como Rocafuerte se negó a seguir colaborando por esta causa, cuando pidió pasaporte a Guayaquil, el Ministro de Hacienda Sr. Manjino, no le dio curso. Poco después ardía la guerra civil y editó «Ensayos sobre tolerancia religiosa», con el que quiso amainar la tormenta que empezaba a vislumbrarse en Texas, donde numerosos colonos protestantes estaban siendo hostilizados por las autoridades mexicanas.
Al circular ese ensayo fue denunciado por el Fiscal del estado y se apresó al autor del libro, que fue sometido a un ruidoso jurado de imprenta pero defendido por el Diputado Cañedo y sacado libre en medio de vítores. De allí varios patriotas le pidieron que redactara un periódico con el título de «El Fénix de la Libertad» que salió a circulación e hizo roncha. Entonces fue nuevamente arrestado durante mes y medio en el pueblo de Chalco y cuando el restablecimiento constitucional del General Pedraza se avecinaba, consiguió por medio de su antiguo amigo el Barón de Fagoaga, que le dieran el anhelado pasaporte, no sin antes escribir para él, un «Ensayo sobre el nuevo sistema de Cárceles», que mereció la aprobación del gobierno y fue impreso en el Registro Oficial, pero ya Rocafuerte estaba cansado de ese género de vida y emprendió el regreso al Ecuador, donde tenía a su familia y muchos intereses que velar; mas, al llegar a Iguala, fue tomado prisionero con su secretario Pedro Carbo, salvándose de sufrir la pena de fusilamiento casi de milagro y a última hora.
De allí en adelante estuvo en Colombia y hasta sostuvo una agria entrevista con Bolívar, «que ya era usurpador», donde se lanzaron mutuas puyas y la despedida no pudo ser más fría.
Bolívar escribió a Flores que se cuidara de Rocafuerte, a quien tenía por sujeto peligrosísimo, por ser antimilitarista rabioso y tener algo de mato, ya que no se le conocían aventuras galantes.
En Febrero del 33 arribó Rocafuerte a las costas de Santa Elena, cuando el régimen presidencial de Flores comenzaba a ser combatido en Quito por el grupo liberal del Coronel Francisco Hall, que publicaba el periódico «El Quiteño libre». Rocafuerte tenía cerca de cincuenta años y una vida agitada, de viajes y peripecias sin cuento. Era frugal, antialcohólico, vestía de manera simple pero elegante, no gustaba de la literatura ni la poesía, admiraba las virtudes de la antigüedad y sus hermosísimos ejemplos. Buscaba siempre la compañía de personas notables, aristócratas del saber o por sus costumbres, pues él mismo se sentía un Americano libre e independiente, tenía estilo, plantaje, valor, fondos económicos, conocimientos del mundo, dominaba algunos idiomas, era muy ilustrado y hábil en relaciones humanas y había dado muestras de talento diplomático».
El Partido Nacional le dio la bienvenida y saludó su arribo. Pronto asumió la defensa en un Jurado instaurado en contra de un anciano padre de familia que había protestado contra un militar por el abuso carnal que éste había cometido en contra de una de sus hijas y lo sacó libre. Poco después fue electo Diputado por el Pichincha al Congreso de 1833 donde mantuvo una crudísima polémica con el Ministro García del Río. Poco después el Congreso concedió las facultades extraordinarias a Flores.
Rocafuerte no había podido asistir a esa reunión por encontrarse fuertemente resfriado, en cama y con fiebre, pero al día siguiente envió su renuncia al Congreso en término altivos y llenos de dignidad. El Presidente Flores ordenó su prisión y destierro, pero al llegar con la escolta cerca de Guayaquil fue liberado y llevado en triunfo al puerto principal.
El Comandante Pedro Mena se había sublevado contra Flores y dominaba militarmente la plaza. Rocafuerte fue proclamado Jefe Superior Provisorio del Departamento en memorable Asamblea Popular reunida en el Cabildo el 20 de Octubre de 1833. Mientras tanto Flores había abierto campaña y el día 21 de Noviembre acampó con su ejército en Mapasíngue. El 24 cruzó subrepticiamente el Salado. Rocafuerte estaba en casa del Cónsul americano asistiendo a un convite y a duras penas tuvo tiempo para escapar a media ría, siendo recibido en la corbeta «Fairfield» por su comandante Lavalette, que le ofreció hospitalidad y protección. De allí pasó a la «Colombia» y salió a la isla Puna donde estableció su gobierno, con oficina de Aduanas y todo lo demás.
El 20 de Diciembre fue declarado pirata por Flores. Rocafuerte envió una Circular a todos los Cónsules informándoles de haber decretado el bloqueo de la plaza. El 18 de Enero de 1.834 incursionó con la «Colombia» y el Coronel Agustín Franco desembarcó en la planchada y luego de una hora de fuegos se reembarcaron. Entonces viajó a Lima donde adquirió una imprenta que sirvió para editar «El Chihuahua», periódico que tomó el nombre de la revolución, que se extendía paulatinamente por los pueblos de la península y aún por Manabí.
En Quito, José Félix Valdivieso, compadre de Flores, se había proclamado Jefe Supremo y organizaba un fuerte contingente armado que puso a las órdenes del General Isidoro Barriga; pero Flores, lejos de desesperarse, se valió del Coronel Padrón para seducir a Mena, quien convenció a Rocafuerte de expedicionar contra Machala con el secreto fin de que se quedara sólo en la isla Puna, lo que así ocurrió. Mientras tanto el Coronel Antonio Pío de Ponte había salido por el Salado y le atacó de sorpresa, haciéndole prisionero.
El 20 de Junio fue encerrado en un calabozo de Guayaquil pero la situación política era incierta y Vicente Ramón Roca, consejero político de Flores, le convenció de la utilidad de un pacto y valiéndose del médico francés Bernardo Daste, hizo lo mismo con Rocafuerte. Así pues, limadas las asperezas, Rocafuerte y Flores se unieron contra Valdivieso.
El 10 de Septiembre terminaba el período presidencial y Rocafuerte reunió en Guayaquil a los padres de familia y fue aclamado presidente de la República. Ya tenía un ejército que había puesto al mando de Flores y el 18 de Enero de 1835 vencieron a Barriga en las llanura de Miñarica cerca de Ambato.
En Guayaquil había decretado la abolición de los tributos indígenas, la instalación de la corte de Apelaciones del Guayas, organizado las oficinas públicas, rebajado los derechos del puerto y anclaje, suprimido las doctrinas parroquiales y los priostazgos. Igualmente declaró la liberación de derechos para las importaciones de maquinarias e instrumentos destinados a la agricultura y a las industrias.
El 31 de Enero de 1835 fue proclamado Jefe Supremo del Estado en Quito y el 1o. de Febrero en Cuenca, consolidándose la unidad de la nación. El 18 de Febrero convocó a la Convención Nacional, excluyendo al clero de asistir a tal organismo. El Vicario Capitular de Cuenca prohibió la lectura de «El Ecuatoriano del Guayas» y mandó a fijar en las puertas de los templos de Guayaquil el Edicto de Excomunión contra todo aquel que leyere dicha hoja impresa, porque en los Nos. 70 y 71 habían aparecido dos artículos comentando tal exclusión. Después se supo que el segundo de esos artículos había sido escrito por el propio Rocafuerte.
El Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, hizo recoger los Edictos y quitó el que se había fijado en la Merced. Rocafuerte expulsó al Perú al Vicario y a otros sacerdotes como el padre Vicente Solano, pues en materia religiosa jamás dejó de ser un regalista intransigente, que creía en la superioridad del estado moderno sobre la iglesia.
El lo. de Junio fundó en Quito el colegio de «Santa Marta del Socorro» en el edificio del Beaterio y aunque protestaron algunos devotos, allí siguió.
Tenía por costumbre arengar a los soldados en los cuarteles, visitaba los hospitales, y conversaba con los enfermos. En los Hospicios hablaba con los ancianos. Era amigo de asistir a los exámenes finales y de tomar preguntas a los educandos, becaba a los más pobres si eran aprovechados y se entusiasmaba con los progresos de la juventud.
El 22 de Junio de 1835, al inaugurarse la Convención de Ambato, había sido electo Presidente Interino de la República hasta tanto se dictaminare la nueva constitución. El 20 de Agosto obtuvo mayoría y salió electo Presidente Constitucional.
Sus Ministros fueron escogidos y valiosos, en Hacienda Francisco Eugenio Tamariz, quien logró cubrir mensualmente la lista civil y militar, superando los déficits anteriores. En 1836 enfrentó la oposición en el norte de las guerrillas de Navas, y restableció en Yaruquíes las pirámides de Caraburo y Oyambaro construidas en 1746 por los Académicos franceses y ordenadas destruir por celos de las autoridades españolas.
En 1837 reorganizó el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil por Compañías y Columnas, obtuvo la concesión de privilegios a favor de William Wellwright para iniciar la navegación a vapor por el Pacífico y se estableció la compañía «Pacific Steam Ship Navegation Co.» que compró en Linhouse los vapores Perú y Chile que arribaron a Guayaquil entre 1840 y el 41 para la carrera del Pacífico. Igualmente formó la «Compañía Guayas» para la navegación por el Golfo hasta Pimocha y Babahoyo. En Quito fundó el Colegio Militar y el Instituto Agrario y terminó su mandato ante la admiración del país que no se cansaba de aplaudir su civilizadora labor.
En 1838 clausuró en Quito el Convictorio de San Fernando de los padres dominicanos porque aún enseñaban el sistema tolemaico, es decir, que la tierra era el centro del universo, ignorando a Copérnico y a otros científicos de Europa.
Gosselman, un viajero sueco, dijo lo siguiente: «Es una de las personalidades más excepcionales que he encontrado en Sudamérica y en pocas palabras, un hombre que hasta en sociedades más civilizadas se destacarla por sus sentimientos verdaderamente patrióticos. Es también notable por otras razones…»
De la Presidencia bajó a Guayaquil a ocupar la Gobernación de la Provincia donde prosiguió su saludable labor administrativa construyendo el primer muelle de la ciudad, dotándole de un pequeño ferrocarril hasta el depósito de Aduana con sus grúas y todo lo demás, colocando un faro en la Isla del Muerto, las boyas en los bajos de Mala y Payana, adecuando el fortín de Punta de Piedra y ordenando la construcción del vapor Guayas. En el interim había contraído matrimonio con su sobrina segunda Baltazara Calderón y Garaycoa, con quien fue muy feliz, aunque sin hijos.
El 26 de Diciembre de 1841 creó el Colegio San Vicente del Guayas que entró en funcionamiento el 1o. de Febrero del año siguiente. Después se querelló con la Corte Superior. En Octubre comenzó a tomar medidas contra la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad y sus contornos. En 1843 cambió de asiento a Yaguachi, por haberse quemado el viejo poblado que estaba ubicado donde hoy es Cone, y estar muy decaído por el cambio del río.
El 43 concurrió a la Convención de Quito que reformó la Constitución permitiendo la reelección y dio a Flores seis años más de poder. Rocafuerte protestó contra esa Carta de Esclavitud pero no fue escuchado y regresó a Guayaquil para embarcar a Lima donde comenzó a escribir contra el régimen sus famosas «Cartas al Ecuador». Posteriormente, al estallar la revolución del 6 de Marzo de 1845, fue Encargado de Negocios en el Perú y envió al gobierno revolucionario varios cientos de fusiles y 20 toneladas de carbón de piedra.
Triunfante la revolución fue elegido Diputado por cuatro provincias y concurrió a la Convención Nacional reunida en Cuenca, pero llegó con retraso, cuando Vicente Ramón Roca tenía mayoría para la presidencia. Con todo, animoso como siempre había sido, presentó la candidatura del poeta José Joaquín de Olmedo y organizó un partido nacionalista, pero no triunfaron.
Despechado de los reveses de la política regresó a Lima y fue nuevamente Encargado de Negocios, representando al Ecuador como Delegado al Congreso Americano y Ministro Plenipotenciario ante el Perú, Bolivia y Chile con motivo de la anunciada expedición de Flores al continente.
Sin embargo su salud se había debilitado y un cáncer al estómago le mantenía severamente indispuesto, falleciendo en Lima el 16 de Mayo de 1847, en el servicio diplomático activo del Ecuador. Andrés Bello escribió su epitafio: «Tus cenizas Vicente Rocafuerte / aquí guardó la muerte; / pero queda tu nombre para gloria / del mundo americano y para ejemplo / de cívicas virtudes tu memoria».
De estatura más bien baja, tez blanca, pelo negro y escaso, ojos cafés, gestos rápidos, nerviosos e impulsivos, carácter primario y de reacciones violentas, muy amigo de la justicia, civilizador por sobre todas las cosas, en religión regalista y no practicante, se hizo asistir en sus últimos momentos del Padre Francisco de P. Vigil que estaba excomulgado por sus libros.
Antimilitarista por constituir esa clase un núcleo de opresión ciudadana. Su matrimonio tardío le salvó de la misoginia, pues fue muy feliz con su esposa, bien es verdad que ella era culta, inteligente y discreta. En sus bienes desprendido y generoso, muy amigo de hacer y crear, no conocía momento de reposo cuando se trataba de la administración pública; sin embargo, lo más interesante de su personalidad era el afán civilizador que sabía poner en todos sus actos, atacando al fanatismo, a la pereza y a la ignorancia donde las encontraba, siempre con bríos y como si se tratare de la más importante obra de su vida.
Pedro Carbo en sus «Páginas de la Historia del Ecuador» dijo «Fue el ilustre presidente Rocafuerte el primero que en su Mensaje al Congreso de 1839 propuso la libertad de cultos en el Ecuador; pero los legisladores de entonces no dieron oídos a la proposición del patriota magistrado».
Como orador brilló en su estilo cortado, lleno de lógica y apasionamiento, como en estallido. Pero Moncayo escribió en 1868 en Santiago de Chile:
“Rocafuerte tenía una de esas fisonomías transparentes que revelan a primera vista el fuego de las pasiones y los combates interiores: la mirada resplandeciente, verdadera imagen de su genio, audaz, vigoroso, enérgico inflexible; el carácter del tribuno, fácil, popular, accesible y al alcance de todas las clases, sirviendo de eco a todas las necesidades públicas y a toda las reformas exigidas por el tiempo y las transformaciones sociales, la palabra pronta, rápida y algunas veces incisiva y casi siempre imponente. En sus discursos tomaba el aire, el gesto, la manera del orador francés en los bueno tiempos de la tribuna cuando la tempestad tronaba y la tierra se estremecía con los rayos fulminantes que caían de la famosa montaña”.
Rodolfo Pérez Pimentel
Tomado de Diccionario Biográfico Ecuador. Blog de Rodolfo Pérez Pimentel
el mejor VICENTE ROCAFUERTE el NOMBRE MISMO LO DICE ES EL MEJOR
siiiiiiiiiii es verdad
siii
mejoro la 2da presidencia de juan jose flores
siiiiii
necesito las ventajas y desventajas de la presidencia de Vicente rocafuere
pz si ya q en la presidencia d J.Jose Flores nos pusieron la mayor parte de la deuda inglesa