Siempre he sentido una gran admiración por ese joven comunista y antiimperialista de talla continental que fue Julio Antonio Mella. Sus cenizas llegaron a Cuba el 29 de septiembre de 1933. Durante la guardia de honor estuvo presente Paquito González Cueto, pionero miembro de la Liga Juvenil Comunista, y durante la marcha por la calle Reina, cuando la policía trató de detener la marcha y disparó contra los manifestantes, una bala mortal puso fin a su vida, solo tenía 13 años.
Del libro Julio Antonio Mella en medio del fuego: un asesinato en México, de Adys Cupull y Froilán González, son los siguientes fragmentos:
«”Muero por la Revolución!” dijo Mella en la calle Abraham González de la capital mexicana aquella fría noche del 10 de enero de 1929, cuando caía, herido de muerte, a causa del atentado perpetrado por enviados del dictador Gerardo Machado.
«En la mesa de operaciones de la Cruz Roja declaró, con mucha dificultad: “Tengo la seguridad que fueron emisarios del gobierno de Cuba los que vinieron a matarme por mis ideales comunistas.” A la 1:45 del 11 de enero falleció. A su lado estaba la fotógrafa italiana Tina Modotti, luchadora comunista y antifascista, quien lo acompañaba en el momento del asesinato. Ella, que lo había fotografiado reiteradas veces en vida, sacó la última foto de su rostro en el cual ni la palidez de la muerte pudo borrar su serenidad y rebeldía.»
(…)
«El 12 de agosto de 1933 el dictador Gerardo Machado huyó de Cuba en un avión anfibio sikorsky, que partió del aeropuerto internacional de Rancho Boyeros. »
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«José Magriñat, responsable de la ejecución del plan asesinato de Mella, fue ajusticiado en La Habana.»
(…)
«El 31 de agosto de 1933, el Diario de la Marina, publicó:
«México D.F. Agosto 30 (AP). Un grupo de estudiantes cubanos de esta ciudad se está preparando para trasladar los restos del estudiante comunista Julio Antonio Mella, asesinado aquí el 10 de enero de 1929. Su muerte causó gran agitación y recientemente uno de los cómplices en el asesinato fue juzgado por los tribunales mexicanos. Se asegura que el matador de Mella fue muerto en La Habana a raíz de la caída del gobierno de Machado. Se dice que un grupo de exiliados cubanos acompañará los restos de Mella a Cuba.
«El 5 de septiembre se creó en la capital mexicana el “Comité Pro traslado de las Cenizas de Mella”, integrado por un numeroso grupo de revolucionarios cubanos y mexicanos. El 29 de septiembre de 1933 quedaba cumplida la tarea. El recibimiento de las cenizas fue un acto grandioso, las multitudes llenaban las calles y parques, un grupo levantó en la Plaza de la Fraternidad el monumento provisional en que debían descansar las cenizas, que permanecieron en el local de la Liga Antimperialista de Cuba. Allí, durante dos días los trabajadores y el pueblo le rindieron homenaje.
«El 29 de septiembre Rubén Martínez Villena pronunció unas breves y emotivas palabras a los que se habían reunido a todo lo largo y ancho de la avenida de Reina:
«Camaradas, aquí está, sí, pero no en ese montón de cenizas, sino en este formidable despliegue de fuerzas. Estamos aquí para tributar el homenaje merecido a Julio Antonio Mella —inolvidable para nosotros— que entregó su juventud, su inteligencia, todo su esfuerzo y todo el esplendor de su vida a la causa de los pobres del mundo, de los explotados, de los humillados. Pero no estamos solo aquí para rendir tributo a sus merecimientos excepcionales, estamos aquí sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario. Para eso estamos aquí, camaradas, para rendirle de esa manera a Mella el único homenaje que le hubiera sido grato: el de hacer buena su caída por la redención de los oprimidos con nuestro propósito de caer también si fuera necesario.» (…)1
1 Ana Núñez Machín: Rubén Martínez Villena, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, p. 181.
Pie de foto: Mella fotografiado por Tina Modotti.
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