Eslinda Núñez Pérez tiene un privilegio que cualquier actriz envidiaría: haber actuado en Memorias del Subdesarrollo y Lucía, dos filmes seleccionados entre las diez cintas más importantes del cine iberoamericano, según los resultados de la encuesta en la que intervinieron críticos de España, Portugal y América Latina, con motivo del Festival de Huelva, España, en 1981.
Tanto el clásico de Tomás Gutiérrez Alea como el de Humberto Solás, salieron a la luz en los años sesenta, una década prodigiosa en la extensa carrera de más de veinte películas de la santaclareña, pues en ese período intervino también en otro filme significativo en la cinematografía nacional: La primera carga al machete (1969), de Manuel Octavio Gómez.
Memorias del Subdesarrollo celebró el pasado 17 de agosto el cuadragésimo aniversario de su estreno en Cuba. Mañana, si los datos no nos traicionan, serán los 40 de Lucía, razón suficiente para dialogar de manera exclusiva con Eslinda Núñez, aunque sea a través de la línea telefónica y con los «minutos contados», porque en breve esta dulce mujer tiene fijado un compromiso, al que concurrirán, además, los restantes miembros del colectivo que laboró en la telenovela Polvo en el viento, cuyo capítulo final se reponía anoche en el canal CubaVisión.
Contrario a lo que muchos piensan, el comienzo de la brillante trayectoria de Eslinda está relacionado con otra rama del quehacer artístico.
«Realmente, me inicié en el teatro. Me fui de Santa Clara para Teatro Estudio, en La Habana. Al cabo del tiempo, empecé a trabajar en distintas salas, haciendo comedias. Hubo quienes me pronosticaron una carrera de comediante de las tablas», relata.
«Llego al llamado séptimo arte —añade— porque era novia de Manuel Herrera (director de cine), que trabajaba en el ICAIC, y me entero de que se están haciendo varios casting. Un día me encuentro con el equipo de realización del filme El otro Cristóbal. Me hablan de un personaje, pero pasó el tiempo, y cuando pensaba que se habían olvidado de mí, el director dice que era la perfecta para interpretar otro papel.
«La primera propuesta había sido la de una muchacha de sociedad, desagradable. Ahora sería una guajira, hija del alcalde de un pueblo».
Cuenta que a Humberto Solás —fallecido el pasado 17 de septiembre— lo conoció mucho antes de encarnar a Lucía.
«Habíamos hecho varios planes, pero por alguna razón se malograron. Incluso, él quería que yo fuera la protagonista de El retrato (1963); sin embargo, luego me pareció que una compañera, que era bailarina, lo haría mejor.
«Déjame aclarar algo —señala—, aunque Memorias del Subdesarrollo se hizo primero, ya yo había sido elegida para ser una de las protagonistas de Lucía.
«A Memorias… me presenté al casting. Con Lucía fue diferente, pues Humberto había pensado en mí para la segunda historia, igual que había diseñado para Raquel Revuelta la primera y para Adela Legrá la tercera.
«Hice Lucía sin pensar que se convertiría en un clásico del cine cubano. Lejos estaba de imaginar la trascendencia que iba a tener después.
«Pienso que es un filme realmente extraordinario. Es un fresco de nuestra historia, a través de la mujer cubana. Considero que se trata de una película que mantiene su juventud.»
Además de esta joya de la cinematografía criolla, Eslinda tuvo la oportunidad de actuar en otras obras dirigidas por Humberto Solás. Hablo —por citar ejemplos— del documental Wifredo Lam (1978) y también de Cecilia (1981) y Amada (1983), cintas inspiradas en clásicos de nuestra literatura. De ahí que la reconocida actriz se sienta deudora del sobresaliente realizador, ganador del Premio Nacional de Cine 2005, y a quien el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la Cinemateca de Cuba le rendirán homenaje el próximo lunes.
«Estoy en deuda con Humberto. Pienso que es un hombre muy importante dentro del cine cubano. Es una gloria nacional. Aprendí mucho de él desde que rodamos Lucía. Entonces yo empezaba y estaba apegada a la vertiente de Stanislasky.
«Me di cuenta a partir de aquel momento de que los artistas siempre estamos aprendiendo.»
Madre de un varón y abuela de una pequeña de apenas un año, Eslinda no ocultó su alegría cuando le comentamos que en el próximo Festival de Invierno de su natal Santa Clara, habrá un espacio para recordar a Lucía.
«Tengo magníficas relaciones con los organizadores de ese Festival. Siempre que los compromisos me lo permiten, voy por allá. Me sentí muy honrada cuando, hace algún tiempo, me entregaron el “Zapapico”, importante distinción cultural que concede el Gobierno en Villa Clara», confesó la Isabel de Polvo en el viento, a quien pronto volveremos a ver en la pantalla chica en un teleplay de Consuelo Ramírez.
Osvaldo Rojas Garay
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