Visité tu casa por la tarde, Milay.
La lluvia tocaba la puerta con sus dedos
Verde limón
Y melodía violeta
La calle en que creciste tiene sabor a olvido,
La palpo en mis pasos, la imagino en tus ojos
Y observo por ellos un paisaje que escapa
A lo remoto del tiempo
Es esa mi visión
Y quiero siempre recordarla
En esa calle la hierba y el rocío están unidos en un beso
Que se funde en el temblor de tus labios.
Más que nada la mañana
Aparece siempre como un colibrí en el jardín
Para sonreír en el color de las flores.
En el instante en que el crepúsculo
Recoge su tapiz multicolor,
En las aceras los niños canturrean,
De las tendederas Aracelia recibe las ropas,
Las luciérnagas iluminan tu ventana
En un aparecer de estrellas.
Las piedras ya no están en la calle en que creciste.
Si yo pudiera admirarlas ahora,
Pero me encuentro lejos, lejos,
Y como todo, el césped huele a cortado romerillo.
Ramiro Porta Aponte, poeta villaclareño
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