Mi madre, Mami, Ofelia, y para tantos: Fella, Pella y Ofe, cumple años, y cuánto anhelo que cumpla muchos más, al lado mío y de sus nietos y su biznieto, y los otros que vendrán. Madre es una palabra maravillosa, pero ella la convierte en divina.
Nació el 10 de noviembre de 1925, en Cienfuegos. Su signo zodiacal es el escorpión y en el horóscopo chino, el buey.
Mami y abuela Amparo.
Yo le deseo todo el amor del mundo, para hoy y para siempre, pero no tengo que hacerlo, ella es amada por cuantos la conocen. Es de origen griego el nombre de Ofelia, se deriva del término griego ‘Ofeles’: ‘Aquella que siempre está dispuesta a ayudar’, ¡y qué bien le hace honor a su nombre! Se preocupa por todos, a los que ayuda y les brinda la frase de cariño, el consejo oportuno.
Mami y mi único tío, José Ramón.
Es Fella para su hermano José Ramón, sus tíos, sus primos y los que la conocieron en su juventud; ya quedan pocos, pero que la quieren muchísimo. Y Ofelia, para los que la conocieron mucho después, en Santa Clara.
Mami, mi madrina Chencha, mi prima Carmita, mi amiguita Maritza y yo.
Pella, para sus nietos (mis hijos Abel y Abdel), su biznieto Andy, mis nueras Katy y Yoli, mi prima Rita y sus descendientes, mis amigos, los vecinos más allegados.
Mami con su biznieto Andy.
Así le comenzó a decir mi hijo Abel cuando empezó a hablar, y por supuesto, mi hijo Abdel lo imitó, y así sucesivamente. También le dicen Pella las gemelas Roxana y Rose Mary, que queremos como si fueran de la familia, y los suyos.
Ofe fue invención exclusiva de Linamarys, la niña que cuidó tantos años para que su mami pudiera trabajar y que la adoraba. Tanto, que cuando su papá le estaba enseñando los números, y no se acordaba del ocho, cuando él le propuso: “O…”, ella enseguida contestó: “¡Ofe!” Ahora le dicen Ofe también su hermanito David y sus padres.
Mami y mi sobrino postizo trotamundos.
Para mí siempre ha sido Mami. Ya cumple 83 años. Son muchos, pero no lo parece. Siempre está dispuesta. Todavía está ágil, y le encanta salir para la bodega, la placita, y no deja de visitar a los vecinos enfermos. ¿Será por eso que algunos te dicen patica caliente?…
Mami conmigo en brazos, su prima hermana Alicia y mi primita Carmita
Sé que a veces no me doy el tiempo para decirle cuánto la quiero. Y sé que hago mal, pero es que soy así. El cariño lo expreso en otras formas, a mi manera. Ella lo sabe, aunque yo no se lo diga. No nos damos cuenta de que lo que no hicimos o no dijimos a tiempo nos dolerá algún día y lo lamentaremos siempre, sobre todo si es a quien nos trajo a la vida, y no solamente nos la dio, sino que nos entregó la suya.
Mami y yo.
Hace poco recibí un email con un mensaje muy educativo que se llama: Padres malos… hijos buenos, y enseguida me vino a la mente la madre “mala” que me hizo una hija buena. Siempre se preocupó por mi salud, mis tareas de la escuela. En la adolescencia y la juventud, y un poquito más allá, quiénes eran mis amigos, a qué hora regresaba de las fiestas. Mami, ¿te acuerdas cuando salías con el papá de Martica a buscarnos si no habíamos regresado del pre? Tremendo acompañante era Marcos, siempre dispuesto, y tan grande lo veíamos desde nuestra estatura de adolescente que le decíamos el mastodonte. ¿O cuando atrasabas el reloj para que solo tú y yo supiéramos a qué hora había regresado por la noche?
Mami y yo.
Piensa que aún tiene que cuidarme. Se preocupa todavía si no he regresado del trabajo, y me llama por teléfono: ¿Te falta mucho? No importa si es de día o de noche, su inquietud es la misma. Y durante mis varias visitas al quirófano, estoy segura de que ha sufrido junto conmigo, incluso, mucho más que yo.
Mami y mi hermana Cary.
Ella es, y ha sido, mi madre, mi padre, no porque no lo tuviera, sino porque no viví a su lado, y por supuesto, no lo tuve cuando más lo necesité, aunque lo quise muchísimo; también, mis abuelos, porque la materna murió cuando mi mamá era una niña y los otros vivían lejos… Por eso la admiro tanto, porque sé de todos los trabajos que pasó para criarme, educarme, mantenerme. Sus enseñanzas y su ejemplo valieron la pena. Se lo agradezco infinitamente.
Mami, Angelito, Abel, Abdel y yo.
No puedo pasar por alto que gracias a ella pude seguir trabajando cuando tuve a mi primer hijo, Abel, pues no le dieron capacidad para un círculo infantil hasta los cinco años, y ella, muy amorosa, lo recibía con los brazos abiertos cada mañana. Y aunque Abdel sí pudo comenzar en el círculo más temprano, también requirió de sus cuidados cuando fue necesario. Siempre me ayudó en todo con ellos, cuando no vivía con ella y cuando regresé a su casa.
Mami, al centro con Andy, Abdel, Katy, Amparo, Yoli y Abel.
Mami, ¡TE DESEAMOS UN FELIZ CUMPLEAÑOS! Permíteme poder felicitarte muchos años más. Gracias por todo tu amor, tus desvelos, y hasta tus regaños y persecuciones. ¡Me han servido tanto!