Es de origen griego el nombre de Ofelia, del término “Ofeles” que significa: «Aquella que siempre está dispuesta a ayudar». Es el nombre de mi madre, y le hace honor a su significado, siempre está dispouesta a ayudar y socorrer a quien lo necesite
Ofelia ha sido inspiración de poetas, escritores, músicos y pintores. Es la prometida del atormentado príncipe Hamlet, tragedia de William Shakespeare. Y fue la inspiración para el cuadro Ofelia, de John William Waterhouse, ilustración que aparece al inicio.
Manuel Díaz Martínez publicó un poemario llamado El país de Ofelia. Clara Janés escribió La voz de Ofelia, mezcla de géneros: diario, volumen de memorias, poemario —incluye varios poemas íntegros, tanto de Janés como de Holan, poeta checo—, una crónica de viajes; y también ha sido considerada un poemario en prosa.
Un nombre de mujer, más conocido por Ofelia, fue un calipso que inmortalizaron Los Zafiros.
Y Arthur Rimbaud nos conmueve con Ofelia flota como un lirio:
I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos…
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.
Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.
El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.
Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientras ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor…
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.
II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente transpuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza –son de árboles y noches.
Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.
Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
-Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.
III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.
Yo también me llamo Ofelia. Me ha gustado mucho tu dedicación junto al poema. Gracias por compartilrlo. Un saludo