Para los nacidos en Quemado de Güines los últimos años han sido diferentes. Y es que el 28 de noviembre de 2002 la vida le jugó una mala pasada a esta pintoresca comarca.
Claro, Enrique, no estábamos preparados para tu última noticia. Y aunque tu jocosidad pegajosa jamás nos indujo a la tristeza, todavía parece una broma de mal gusto. Por cierto ¿cómo habrá surgido la idea de escribir con Hugo La Rosa aquella Susana, la de los ojos tristes, en tus años de bachiller?
Solo habías llegado a Sagua la Grande, el municipio más cercano, e inventaste un pueblo en la soñada Francia. Quizás ese fue el antecedente del inolvidable Leonardo Moncada, protagonista radial durante más de doce años.
Fue inteligente de tu parte vender la bicicleta en doce pesos, y salir a la conquista capitalina. En La Habana, guajiro equivocado al fin, seguiste riéndote de la vida: eres el único abogado que nunca ha vestido la toga. La pluma, afortunadamente, venció todos los obstáculos de aquella república y al triunfo de la Revolución estuviste en la selecta lista de «los que se quedaron».
Oye, sí que eres atrevido, calificas como el único escritor que desnudó su vida, y sin ningún recato contó sus memorias. Al teatro le regalaste una dosis de tu talento, la respuesta está en Gracias Doctor, Voy abajo y Dios te salve, comisario. Le hiciste un guiño a la muerte, partiste ¡A guasa a garsín!, y demostraste con esa selección de textos escogidos que, además del humor, la crítica social y la opinión también formaron parte de tu arsenal como creador. Sin desdeñar en tu última escaramuza literaria la única novela que escribiste, y el ensayo sobre Martí y el humorismo.
Cada vez que caminamos por el parque de tus travesuras infantiles, no vacilamos en acompañarte un rato. Eso sí, Quemado de Güines te debe algo: la emisora de radio que tanto anhelaste. Tu presencia inspira a los jóvenes que estudian en la sede universitaria municipal. Ella tiene un nombre y dos apellidos bastante comunes, pero conjugados son únicos e irrepetibles. No podía ser otro, porque como Carilda Oliver Labra es para Matanzas o Cosme Proenza para Holguín, Quemado de Güines tiene su propio símbolo humano, y ese eres tú.
Por suerte, Enrique Núñez Rodríguez, regresas en cada crónica ganadora del concurso que te honra. Ah, se me olvidaba, muchísimas gracias por esta conversación.
Duanys Hernández Torres
Caricatura: Pedro Méndez
Fuente: Vanguardia
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