Otra vez el castigo repentino,
un alba gris, un crepúsculo incierto,
el desprecio se pone al descubierto,
a nadie le preocupa el desatino.
Llevado, sin razón, por un camino
de la bondad más mínimo desierto,
al cuerpo alisto, al corazón alerto
frente al ineludible remolino.
Yo ya conozco un lugar tranquilo,
libre de la malvada hipocresía
en el que encontraré seguro asilo
para dictaminar la regla mía
sin acoso ni trabas ni sigilo,
es el alma del mundo: poesía
4 de marzo de 2003
Antonio Guerrero, uno de los Cinco antiterroristas cubanos prisioneros del imperio
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