Orita. Diminutivo de “ahora”.
Significado: en lugar de limitarse a la inmediatez, como el vocablo “ahora”, del cual proviene, trasciende al futuro y con carácter incierto. “Orita” tanto puede significar un plazo de minutos, días, años, o bien… nunca. Esta plasticidad lo hace único entre los idiomas del mundo e incógnita para la lingüística.
“Orita” es el tragaldabas del tiempo en los mares de la incertidumbre, con él caducan todos los plazos a la vez que todos los plazos son posibles y también esa eternidad negativa que es el “nunca”. Y entonces los mexicanos proclaman: ¡Victoria sobre Mister Tiempo! Ya no volverá a asustarnos. Como si fuera un “vade retro, Satanás”, le espetamos: “¡orita!”
Y luego, la variante del “orita vemos”. A más de la incertidumbre, establece la condición para la existencia del “orita”: el “vemos”. Es decir, si el plazo por fin se cumpliera, todavía quedaría por examinar el fondo de la cuestión… “ya veremos” si tienes razón, no creas que esta resulta automática al cumplimiento del plazo, no, chiquito, no.
Comprendo que el visitante extranjero al comienzo se sienta un poco desorientado. Gente de letras como Bretón y Artaud salieron maravillados diciendo que México es “un país surrealista”, ellos, que estaban en esa onda. Nada como el tratamiento “tragaldábico” del tiempo mexicano, se diría ilustrado por Dalí, el pintor surrealista. Me refiero a los relojes derretidos, motivo recurrente en sus cuadros.
Y bien, el visitante extranjero, si recibe por respuesta un “orita” o un “orita vemos” debe dar al interlocutor una sopa de su propio chocolate, exclamando: “¡no: orita, no! ¡Orita mismo!” más un gesto afirmativo de su índice.
Otras expresiones de la familia del “orita”, también de uso frecuente, donde se aplica idéntico principio de postergación: al ratito, ya mero, no me tardo, mañana te pago, la última y nos vamos, luego-luego, y una que es joya de barroquismo: “es casi seguro que ya merito”.
Esta plasticidad del idioma, esta manera de desordenar el tiempo y no tomarlo en serio, de derretir los relojes, reitero, es una de las virtudes del español hablado en México, y resulta un buen antídoto en una época cargada de ansiedades.
Orita vemos.
Marcos Winocur. (Argentino, nació en Córdoba, pero reside en Puebla, México, adonde llegó escapando de la dictadura militar de su país. Doctorado en Historia en París. Se considera argenmex.)
Fuente: Argenpress Cultural
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