Gabriel Ruiz Arbeláez, de Nos Topamos Con, me ha enviado esta gran noticia que pongo a disposición de mis lectores:
A partir del 5 de enero de 2009, el Museo Ernest Hemingway pondrá a disposición de especialistas, académicos, investigadores, escritores y estudiosos en general de la obra del escritor norteamericano, previa solicitud formal y avalados por una institución, la colección en soporte papel digitalizada hasta el momento.
Después de la muerte de Ernest Hemingway, su cuarta y última esposa Mary Welsh regresó a Cuba para definir el destino de las posesiones y pertenencias del novelista, además de las suyas propias. Aunque ambos habían salido de su hogar en Finca Vigía el 25 de julio de 1960 con la intención de regresar en el otoño o el invierno de ese mismo año, sin la presencia de Hemingway, la estancia de Mary en Cuba también terminaba.
Según cuenta en su libro How it was, volvió para, entre otros asuntos de los cuales ocuparse, legar al estado cubano Finca Vigía, recuperar los manuscritos de Hemingway que se encontraban guardados en una caja de seguridad del Banco Nacional de Cuba y catalogar la papelería de la Finca, una tarea titánica pues tenía que enfrentar 20 años de correspondencia y material impreso acumulados. Escribe Mary Welsh que su esposo se las había arreglado para llenar de papel prácticamente cada gaveta de la finca. En el bungalow, en la biblioteca, en el dormitorio, en la habitación donde escribía, en la torre, había miles de fotografías, viejas cartas, listas de comestibles, mapas de la corriente del Golfo, revistas, en resumen, una inmensa reserva de documentos, de la cual comenzó a quemar lo que le parecía no tener importancia, como las publicaciones inglesas, francesas, españolas y norteamericanas amontonadas durante años; sin embargo, en su relato no menciona haber convertido en pasto de las llamas las ¨maravillosas y fabulosas¨ cartas de Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, Sherwood Anderson y James Joyce que, según la versión contenida en el libro Hemingway en Cuba de Norberto Fuentes, se perdieron para siempre en aquella hoguera.
El caso es que salvados por el olvido, la prisa, la indiferencia o porque realmente esta historia pasara sin consecuencias que lamentar, quedaron en Finca Vigía unos 2000 documentos pertenecientes a la correspondencia y a manuscritos de obras, aproximadamente 900 mapas, 3000 fotografías, y 9000 libros, revistas y folletos, que se convirtieron en parte del patrimonio cultural cubano y universal.
Todo ese legado documental está siendo conservado, restaurado y digitalizado por especialistas del Museo Ernest Hemingway, el Centro Nacional de Conservación y Restauración y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba. Casi 3200 páginas de documentos se encuentran reproducidas hasta la fecha en formato digital. Se trata de telegramas, aerogramas, recortes de periódicos, de manuscritos de obras, como el epílogo de Por quien doblan las campanas y el guión cinematográfico de El viejo y el mar, de notas puramente domésticas, de recomendaciones, de tarjetas de invitación, de mensajes telefónicos, de memorandos, del intercambio epistolar que Hemingway y Mary sostuvieran durante su vida juntos, y también antes de conocerse, de las cartas que mutuamente se escribieron y de las que recibieron de amigos, familiares, editores, pintores, músicos, gente del cine, escritores, diplomáticos, admiradores, estudiantes y lectores.
Un lujo realmente ver publicados los legados del viejo.
Amparo, con gusto intercambio enlaces contigo.
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