Una de las tres palabras que sirven como título a este escrito constituye claramente un neologismo. Puede que a la cuestión de los neologismos pueda dedicarle un análisis futuro porque, a ciencia cierta, debemos evitarlos en la radio tanto desde el punto de vista noticioso como en sus otras funciones. Lo cierto es que me pareció necesario usar el término para explicarme mejor; esto, contra toda paradoja que pueda parecer.
Quienes escribimos para la radio todos los días, corremos riesgos en cuestiones de redacción. Uno de ellos consiste en el abuso de los adjetivos. En ocasiones no abusamos de ellos, pero resulta radialmente poco recomendable su empleo; incluso sin que al hacerlo se transgredan preceptos académicos de nuestro idioma.
Todos los redactores, escritores y guionistas experimentamos un poco el controlable afán por ofrecer hasta el menor detalle de las ideas que deseamos difundir. Ese interés implica abundar en aspectos superfluos del tema que, lejos de ilustrar, confunden al radioescucha o al lector, cuando redactamos para internet.