Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
—Flor de mi seno, Homagno generoso
De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña
Ésta, que alumbra y mata, es
una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
¡Como que crea, crece!
Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,—
La estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
¡Se oye que un paso más sube en la sombra!
—Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.
Este poema pertenece a sus Versos Libres, los que nunca llegó a publicar. En su testamento literario se los encomendó a su amigo Gonzalo de Quesada y Aróstegui, quien se encargó de publicarlos. Ya José Martí los había mencionado en la dedicatoria de sus Versos Sencillos. Los llamó “encrespados Versos libres”. Cintio Vitier dijo sobre ellos: «Estética y ética -señala Cintio Vitier- aquí se entrelazan dentro de una concepción de la vida que integra las leyes inexorables del universo, el sentido compensatorio del sacrificio, los misterios del dolor y la dicha. El endecasílabo cruje y a ratos se quiebra con el peso de tan desgarradas visiones, o dibuja islotes paradisíacos, o se abaja como nunca antes a la calle de los pobres. Lo añejo de algunos giros, injertados en el espanto de la modernidad que se abalanza, revela en forcejeo por volver a surgir, como en Ismaelillo pero en tono mayor, desde esencias perdidas.»
excelente poema, podria ser tomado como parte esencial de la famosa frase: «Proletarios del mundo unios».
Espero en un momento no my lejano nuestros pueblos abran su conciencia para elevarse desde el yugo y luzca en su frente la «estrella q ilumina y mata».
Gracias por el aporte
fraternalmente…, jorge solari