Así se titula este trabajo de mi colega Ordetx refiriéndose al golpe de Estado perpretado en Honduras. Me contaba René Velásquez, amigo hondureño, que desde el miércoles y jueves pasados dieron gran despliegue de publicidad en la exhibición de 12 militares, entre generales y coroneles, con un pasado oprobioso, y los presentaban como los gentiles militares que se sacrificaban en defensa de la Constitución, cuando en realidad se distinguieron como narcotraficantes, grandes violadores de los derechos humanos y relacionados con asesinatos relacionados con estos menesteres, aparte de golpistas: famosos militares de la década de los 80. Qué se podía esperar.
Por América: la Alba, el Sica, el Grupo de Río, la OEA, Unasur, Mercosur, así como otros organismos, como la ONU y la UE, condenan el golpe de Estado y ratifican su respaldo al único presidente de dicha nación centroamericana: José Manuel Zelaya. También muchos pueblos se han sumado a esa condena; asimismo, al respaldo incondicional al presidente hondureño, y por supuesto, nosotros, los cubanos.
PATRIA, PRIMERO
No varío el perfil artístico-literario de mi página. Vuelvo a retomar la historia contada por nuestros narradores, desde Valle Inclán con Titano Banderas, hasta La Fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, antes pasando, por supuesto, por los discursos en los que se entabla la armonía de la ficción y la realidad, en Yo, el Supremo, de Roa Bastos, El Recurso del Método, de Carpentier, y El Otoño del Patriarca, de García Márquez, y La Autobiografía del General Franco, de Vázquez Montalbán, por citar algunos.
La recreación de la realidad, su presente o su pasado, vuelve otra vez a ser una pesadilla del Sur del Río Bravo a la Patagonia cuando de imponer tiranos se trata a partir de Golpes de Estado en los que prolifera el uso de la fuerza militar y su franco disloque. En enero de 2000 Ecuador sufrió una asonada cívico-militar, y dos años después, en Venezuela, la derecha de ese país quiso destruir un proceso revolucionario legítimamente estructurado a partir de los fundamentos democráticos.
Ahora en Honduras, las fuerzas castrenses, con el tutelaje de «falsos» representantes del pueblo, quieren escamotear la legitimidad del Gobierno de Zelaya.
«[…] Cuanto me amenaza la Patria me pone a temblar; y sólo gozo con lo que la honra y asegura…» Martí
Nicolás Guillén, el Poeta Nacional Cubano, escribió un magistral libro, entre todos, viene a la mente, el recuerdo, ese en que más gusto percibo: Cantos para soldados y sones para turistas (1937); por supuesto, dijo que lo dedico «A mi padre, muerto por soldados»; ahora lo repaso, cuando un gobierno de facto quiere imponerse por encima de la voluntad constitucional de un pueblo, el hondureño. Aquellas estremecidas estrofas martillan por si solo: «No sé por qué piensas tú / soldado, que te odio yo / si somos la misma cosa/ yo,/ tú.»
El pueblo tenía todo el derecho a su Referéndum, como planteó el presidente Zelaya con observadores dispuestos para este domingo en la mañana. Las agencias de prensa internacionales se hicieron eco de la convulsa situación política y social que las fuerzas militares azuzadas por la oligarquía financiera internacional, en contubernio de la burguesía nacional con sus gritos, y quién sabe si también de cualquier centro secreto de inteligencia (llámese CIA o FBI), metieron la mano en el asunto.
Roberto Micheletti, el «zorro» diputado por el Departamento de Yoro, mientras, se quitó la capucha al jurar como «Presidente de Facto», ¿de quién y por quién?, al tiempo que hizo el sucio juego al Congreso y se puso de espalda a su pueblo, a la historia de transformaciones sociales y a la realidad irreversible que respiran los pueblos latinoamericanos.
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