Cuando se ven las fotografías que el escritor se tomó en la Isla, ahora resguardadas en el museo John F. Kennedy, se siente que este país le tocaba muy de cerca, sostiene Susan Wrynn, conservadora de la colección en Estados Unidos
Por Oscar Padilla Díaz
Para Susan Wrynn lo más importante encontrado
en la papelería de Hemingway es París era una fiesta.
(Foto: Kenia Mascaro)
«Amo este país y me siento como en casa, y donde un hombre se siente como en casa, aparte del lugar donde nació, ese es entonces el sitio al que estaba destinado», dijo alguna vez el escritor norteamericano Ernest Hemingway al referirse a Cuba. Y es que en verdad «Papa», como le llamaban sus más allegados, ganó un lugar privilegiado entre todos los cubanos.
¿Qué decir de un hombre que amó con la pasión de un gigante y se propuso vivir la vida minuto a minuto dando alas a la novelística norteamericana? Su obra ha sido leída por millones de personas que han buscado en sus páginas la sencillez y complicidad de sus relatos.
«Yo siempre tuve buena suerte escribiendo en Cuba», apuntó en una ocasión el autor de Por quién doblan las campanas. Nuestro país fue fuente de inspiración para que él escribiera parte de lo más importante de su obra. Finca Vigía, lugar que fuera su casa, ahora convertida en museo, guarda al igual que la Biblioteca Presidencial John F. Kennedy, de Estados Unidos, el fruto de innumerables horas de trabajo.
Así lo constató este reportero al escuchar a especialistas y estudiosos participantes en el XII Coloquio Internacional Ernest Hemingway. Quienes allí compartimos horas de aprendizaje pudimos conocer del estado de restauración y conservación del legado del escritor. Susan Wrynn, conservadora de la colección existente en la biblioteca norteamericana y participante en el evento, conversó con este diario y compartió sus experiencias acerca del valor de ese patrimonio.