La «Nueva gramática» es una auténtica mina de oro, si uno quiere buscar ejemplos de la diversidad del español. En sus páginas conviven diminutivos como «ahoritica» y «tiernitico», aumentativos como «ladronzazo», plurales del tipo de «papases» y «mamases», femeninos como «ídola» y adjetivos como «reloco».
Cada capítulo de la «Nueva gramática de la lengua española», cuyos dos primeros volúmenes (Morfología y Sintaxis) se presentan mañana (ya se presentaron el 10 de diciembre) en Madrid en un acto presidido por los Reyes de España, refleja el español actual del conjunto de países hispanohablantes, pero también sus variantes geográficas y sociales.
Si uno se adentra en las locuciones adverbiales, tropieza con que la expresión «en las chimbambas», más empleada en España que en América, pasa a ser «en las sínsoras» en el área antillana; y ve que en Cuba leen «de carretilla» y no «de carrerilla», mientras que en el habla popular del área andina, Colombia y buena parte de Centroamérica lo hacen «a la fija».
Quien mata sin escrúpulos mata «sin ascos» en muchos países americanos, y quien camina con los pies desnudos va «a pie pelado» o «a pata pelada» en Chile, Centroamérica y zonas caribeñas.
«Salí poco menos que a la disparada», se dice en el área rioplatense con el sentido de «al momento» o de «precipitadamente», en tanto que «al cohete» significa «en vano» en El Salvador y en países próximos.
Cuando uno es poco propenso a pagar y va «de gorra», en El Salvador, Honduras y Guatemala va «de fai»; en este último país iría también «de grolis» y en Puerto Rico, «de cachete».
«Me lo sé de paporreta», dice Bryce Echenique en «Magdalena peruana y otros cuentos», lo que en otros países se sabrían de memoria. Y «poner en berlina» es poner en ridículo en el español culto de Ecuador.
Emplear locuciones latinas da categoría a quien las usa, pero hay que tener cuidado con ellas, porque lo correcto es decir «motu proprio» y no «de motu propio», y también «grosso modo» y no «a grosso modo».
Tampoco conviene confundir la locución adverbial «ex abrupto» (repentinamente) con la salida de tono que supone un «exabrupto».
Al parecer, el sufijo diminutivo «-ico» va perdiendo fuerza, pero en algunos países andinos y en parte de Centroamérica y Caribe se ha desarrollado la variante «-itico/-itica: «ahoritica», «cerquitica», «pueblitico» y «tiernitico».
Y ¿qué decir del sufijo -«ingo/-inga»? Resulta que tiene «gran vitalidad» en regiones andinas, tanto con adjetivos («quietingo», «friingo») como con sustantivos («casinga», «mesinga») y adverbios («ahoringa», «cerquinga»), se afirma en la «Nueva gramática», publicada por Espasa en España e Hispanoamérica.