Por Luis Machado Ordetx
Félix Adalberto Linares Díaz, caricaturista de Melaíto, acaba de conquistar tres premios en el IX Salón Internacional de Humor Gráfico convocado por la UNEAC en Villa Clara, en ocasión del aniversario 41 de ese suplemento del periódico Vanguardia.
Linares tiene un estilo inconfundible a la hora de componer el dibujo, provocar el estado de gracia de la línea, de los trazos, y de hurgar en los motivos esenciales de la historia de la humanidad para llevarnos a la reflexión contemporánea a la hora de concebir una idea, un tema, para sus caricaturas, ilustraciones de libros, grabados o las temperas paisajísticas que culmina en los ratos de ocio.
Dicen los críticos y aquellos encargados en reconstruir la memoria histórica del humorismo gráfico cubano —y creo en toda la dimensión de ese aserto conceptual—, que Félix Adalberto Linares Díaz aúna la virtud del artista impecable, del hacedor inconfundible y siempre inconforme con el trazo estampado a su última pieza; sencillamente trabaja como un artesano, como un demiurgo escrutador de la realidad social o política que encuentra a su paso.
Por momentos, lo he contemplado en meditación, absorto, como escapado de su tiempo y en la búsqueda de un tema artístico que ronda por su cabeza; tal vez ese constituya uno de los rasgos más distintivos de su personalidad, empeñada en captar la inmediatez o la chispa que vislumbra una posterior gestación humorística.
El estilo acabado de las caricaturas, historietas e ilustraciones de Linares es recurrente en los últimos 30 años en las páginas de Melaíto, y también en otras publicaciones cubanas o extranjeras, así como en exposiciones colectivas o individuales en las que interviene. La risa en última instancia está determinada por la reflexión profunda que provoca en el receptor a partir del juicio de valor que subyace en el mensaje artístico.
Ilustraciones de su autoría son apreciadas en libros y publicaciones periódicas impresas en Cuba; allí destacan los rostros de patriotas de nuestras gestas revolucionarias, tal como se distingue en Profeta de la Aurora (Capiro, 2007), un texto del escritor villaclareño Alexis García Artiles que recoge fragmentos del histórico desembarco y los días posteriores del arribo de Fidel y los expedicionarios del Granma a las costas de Las Coloradas y el combate de Alegría de Pío.
Allí están las enseñanzas que asimiló Linares tras los estudios que concluyó a principios de los años 80 en la antigua Escuela de Artes Plásticas Leopoldo Romañach, y las depuraciones artísticas o estilísticas forjadas en la minuciosidad del laboreo en Melaíto, y después su total consagración como humorista gráfico.
Muestra de ello son los tres premios conquistados en el IX Salón Internacional de Humor Gráfico: obtuvo el primer lauro en el apartado erótico con Ahora, no…; y el segundo en la categoría general, con La sorpresa de Moisés, dibujo en colores que, además, le valió el galardón que otorgó el Centro Provincial de Artes Plásticas de Villa Clara.
Ambas piezas compitieron entre otras 225 procedentes de artistas cubanos y extranjeros, y el jurado las avaló por su impecable terminado; el discurso a tono con la contemporaneidad según la captación de motivos bíblicos y un estilo ajustado a cualidades renovadoras; ahí se sustentan las ganancias de Linares humorista en sincronía con una manera de entender la caricatura como gozo creativo.
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