Ciudad sin mar lejos del mar
los días uno sobre otro de caliza
no esperaban gran cosa
parecía improbable una gracia del cielo.
Es la verdad.
No propongo venganza
insurrección alguna
apenas he tomado distancia militar
aprovechado de este digamos desconcierto
extenso remolino, como quieras.
Es verdad que pensábamos en irnos
planeamos el reencuentro en remotas capitales.
Para vernos fijamos una piedra
un año un mes una hora precisa.
Alguien habló de irse a los campos
levantar el rojo atardecer medio taoísta
en medio de los granos de café.
Alguien más joven, incluso más valiente
habló de echarse al vuelo de lo alto de una torre
y lo hizo por fin
sin razón dijo la madre, sin motivo
todo el mundo decía.
Es verdad que eran los tiempos
de la gran depuración.
Ciudad sin mar lejos del mar
aquellos días consiguieron mezclarnos
finalmente como a los desconocidos
en la cueva de un cine.
De su libro Born in Santa Clara