Sin dudas Santa Clara es la capital de la joven trova cubana: existe aquí una especie de microclima para el surgir y resurgir de la mejor canción de autor contemporánea. Resultado evidente de ello es el movimiento llamado Trovuntivitis, que se reúne cada jueves, desde hace casi quince años, en ese nutriente «redil» que le dio abrigo y confianza cuando aún eran unos desconocidos: El Mejunje de Silverio.
Llegan estos trovadores desde una tradición de descarga y bohemia que ha caracterizado siempre a la ciudad, como puntualmente comenta Sigfredo Ariel:
Existe en Santa Clara una vocación nocturna, una avidez por «salir», poco importa que sea lunes o miércoles —el día que sea— y haya que empatar la madrugada con la mañana de oficina, de aula, de fábrica o taller. Parece que es contagiosa esa propensión a andar la noche, he visto que rápidamente entra en la costumbre de quienes están de paso o se han ido por alguna razón a vivir en la ciudad. Poetas y músicos en general se llevan bien por esas tierras, como debe ser.1
Pero no todos los trovadores son santaclareños; algunos han llegado aquí por algún motivo y se han quedado porque solo en esta espiritualidad han podido hacer su obra. Tal es el caso de uno de los pilares de la Trovuntivitis, el avileño Diego Gutiérrez.
El 14 de febrero de 1992 se asienta como fecha de nacimiento de ese fenómeno de la música cubana llamado Trío Enserie, que muy pronto comienza a influir en el gusto de la juventud santaclareña, y se extiende por los predios universitarios, sobre todo la Universidad Central, donde se crea un ambiente propicio para la trova. En este contexto comienza a escucharse la voz de Diego Gutiérrez.
Aparece el trovador con una obra sólida, que ―partiendo de giros comunes del momento, como el pop, el rock, o la música brasileña― deja percibir, sin embargo, cierto apego a la tradición, incluso en el modo particular de abordar la guitarra. Detrás de cada hallazgo se percibe un gran conocimiento del espectro genérico clásico cubano.
Muy pronto Diego asombra con una técnica muy propia para determinar los acordes sin ceñirse totalmente a lo establecido por la academia. Siempre logra soluciones armónicas con notable habilidad. Sus textos se acercan a la crónica, hasta salpican al costumbrismo con sagacidad y se afincan en una base solidificada en la cultura más cercana. A veces están llenos de referencias literarias y asuntos más universales, lo que denota profundas lecturas y la entrañable asimilación de hechos, situaciones y personajes de obras fundamentales de la literatura, como en La fiebre del oro. Su factura total siempre es poética, por la influencia que le llega de su entorno familiar: hay un cuidado casi meticuloso con el lenguaje —Sin mi mitad, Ostras, Migas de pan— sin que falte la picaresca gentil —Entre los fashes, Felicidad, Quién y Sabor salado—. Puede haber llaneza en su escritura, o puede profundizar hasta lo intrincado del concepto y del idioma —Brazos en cruz y Cuerda foja— aunque con seguridad emotiva y un discurso preciso. De ahí su comunicación, ayudado sin dudas por una voz de acento noble situada en un registro medio-agudo cálido, de singular atractivo, que le posibilita una rápida popularidad, a lo que contribuye su ángel escénico de cualidades hipnóticas.
Qué decir de Diego Gutiérrez, ese poeta cuya voz tiene un timbre que recuerda las vibraciones del cristal […]. Sus versos se alejan de lo fácil y cuando canta al amor no se complace con repetir los lugares comunes, busca, se busca dentro hasta hallar la palabra precisa, la que dice lo que él necesita y lo que la melodía exige. Esto escribió el poeta Waldo Leyva a propósito del concierto que Diego y Rochy Ameneiro ofrecieron el 11 de agosto de 2000.
La musicalización de textos de poetas villaclareños ha sido una preocupación siempre en el trovador, quien la ha abordado con gran respeto de la obra original, buscando la melodía y el arreglo correspondiente a cada texto. Notables son entre estos logros Carta de Penélope a Odiseo, de Edelmis Anoceto; El maniquí, de Pedro Llanes, y A many splendored thing, de Sigfredo Ariel. Otros temas como Por todos los caminos, Alguien vendrá, Fin de la historia, las conocidas En la luna de Valencia, El piloto automático y esa crónica al mejor estilo «mañachiano», El cinematógrafo, provocan un gozo especial por sus ocurrencias y su cadencia soneada, tendencia esta muy marcada dentro de su quehacer y que podemos señalar como uno de sus aportes relevantes.
Con el tiempo Diego ha crecido en exigencias y atrevimientos y demostrado su capacidad de crear sobre una amplia diversidad genérica: la canción, el bolero, el filin, el son, la guaracha y el tango, a la par que exige para ello otros formatos acompañantes.
Ha sido invitado a compartir escenario en conciertos de significativos cantautores de Cuba como Carlos Varela, Santiago Feliú, Gerardo Alfonso, Rochy Ameneiro, Frank Delgado y Polito Ibáñez. Parte de su obra está incluida en diversas antologías y recopilaciones discográficas, así como de intérpretes que han grabado sus canciones. Obtuvo dos premios Cubadisco 2007: al Mejor Disco de Trova-Pop-Rock, por su álbum De cero (Producciones Abdala, sello Unicornio), y al mejor videoclip, por En la luna de Valencia, uno de los temas que aparecen en el volumen. A fines de 2007 sale a la luz su segundo disco, Demasiado Diego, concierto realizado en el Centro Pablo de la Torriente Brau, que estuvo nominado en la categoría de Mejor Disco de Trova en el Cubadisco 2008; interpretó el tema Generaciones en el cumpleaños sesenta de Silvio Rodríguez y aparece incluido también en el CD Te doy una canción. Ha realizado giras de conciertos por toda Cuba, además de presentaciones en países como España, Chipre, Argelia y Venezuela, estas dos últimas en calidad de invitado a los Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes.
En 2005 viajó a Argentina respondiendo a una invitación de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), allí impartió un taller de guitarra en una villa miseria, actuó en un aniversario de las Madres de la Plaza de Mayo y en el Encuentro Nacional de la Juventud de la CTA, entre otras importantes actividades. Durante los meses de abril y mayo de 2009 asistió como invitado, junto a Yaíma Orozco, al festival de cantautores de Barnasants (Barcelona), evento donde coincidió con artistas de renombre, como Javier Rubial, Luis Eduardo Aute y Santiago Feliú. Entonces su gira se extendió hasta Suiza y por otras ciudades españolas. Poco después regresó a Venezuela para ofrecer una serie de conciertos. Recientemente estuvo durante un mes en Bolivia junto a Leonardo García, cantando para colaboradores cubanos en ese país.
Alexis Castañeda Pérez de Alejo
1 Sigfredo Ariel: «Santa Clara: nombres, música, la noche», La Jiribilla,
IX (481),La Habana, 24 al 30 de julio de 2010, disponible en: www.
lajiribilla.cu
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