Por Jorge Fernández Díaz | LA NACION

Lucía Alvarez de Toledo, autora de La historia del Che Guevara.
Lucía nunca tiene sueños premonitorios. Y por lo tanto, tampoco soñó aquella noche fatal de octubre de 1967 con el ignoto sargento Terán, que acababa de rociar de plomo a un antiguo vecino de Barrio Norte. La noticia daba vuelta al mundo y ocupaba los titulares de Il Messaggero. Lucía dormía en un hotel de Roma, y un periodista de esa redacción la despertó para preguntarle si ya había leído el diario: acababan de matar a Ernesto Guevara en una pequeña aldea de Bolivia. Lucía hizo un silencio y pensó: “Menos mal”. Fue una frase que en cierto modo la avergonzó, puesto que la ejecución del Che era para ella la noticia más triste. Pero había algo peor que la muerte, y era la decepción. Que fuera torturado, quebrado y transformado por sus enemigos; bajado a golpes del pedestal donde ella lo tenía. (más…)
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