A Gabriel García Márquez
Junto a mi cabecera
una mujer marchita,
celosa de la muerte,
está velando día y noche,
atenta a mis orines y mis heces fecales,
sustituyendo con los ojos suyos
los míos obsoletos,
dándome el alimento como a un niño,
bañándome, vistiéndome,
besándome, acariciándome las manos. (más…)