José Pons Naranjo nació el 2 de febrero de 1859 en Santa Clara
Los estudiantes cubanos al llegar a la enseñanza preuniversitaria acumulan una apreciable cantidad de conocimientos acerca del desarrollo del proceso independentista que transcurre entre 1868 y 1898. Causas, hechos, figuras esenciales y documentos históricos asociados al combate anticolonial son amplia y reiteradamente estudiados en la medida que avanzan en sus estudios. Sin embargo al preguntarles acerca de los escenarios donde tiene lugar la lucha independentista, se aprecia por sus respuestas (la manigua y la emigración) poco conocimiento del papel desempeñado por el aparato de inteligencia creado por los patriotas cubanos desde la Guerra de los Diez Años que generalmente tuvo como escenario las ciudades y poblaciones de la Isla.
El tema que hoy nos ocupa, la actuación de los órganos de inteligencia mambisa en la Guerra Necesaria ha sido investigado por historiadores cubanos como Nidia Sarabia, René González Barrios y Raúl Rodríguez La O, por mencionar algunos de los más conocidos. ¿A qué nos estamos refiriendo bajo el término inteligencia mambisa y quiénes la desarrollaron? Me gustaría utilizar el testimonio del General villaclareño Emilio Núñez, Jefe del Departamento de Expediciones del Partido Revolucionario Cubano para ilustrarlo:
“…pero lo que yo más he admirado son estos hombres que en las ciudades, en la sombra, sin gloria, sin aspiraciones o futuras recompensas, exponían con tranquilidad inconcebible la vida para cooperar en la medida de sus fuerzas al triunfo del ideal.”
Evidentemente para el tema que estamos abordando la acepción o significado de inteligencia está referido a la labor de búsqueda y manejo de información sensible a ser utilizada por los combatientes cubanos contra los españoles como es el caso de movimiento, ubicación y composición de las tropas, planos de las fortificaciones, planes de operaciones, disposición combativa, etc., labor que generalmente es identificada como actividades secretas y espionaje e incluye también el manejo de correspondencia como podremos ver más adelante.
El otro escenario de la lucha: las ciudades y poblaciones
La historia del combate anticolonial emprendido durante treinta años por los cubanos contra España tuvo como escenario fundamental la manigua y paralelamente un enfrentamiento no tan visible, pero peligroso e importante era desarrollado por hombres y mujeres que a riesgo de sus vidas realizaban labor de inteligencia y garantizaban las comunicaciones entre las regiones en lucha y las fuerza patrióticas que estaban en la emigración.
Funcionaban en las poblaciones, territorio en poder del enemigo, innumerables redes de agentes revolucionarios conocidas como clubes, surgidas en muchas ocasiones de manera espontánea o creadas por orientación de los jefes insurrectos. En muchos casos lograban establecer relaciones entre sí pero no existía un aparato coordinador central.
El “laborantismo”, forma en que también fue conocida, sobre todo en la primera de las guerras, la labor de ayudar y conseguir para los mambises datos sensibles de ser empleados en combatir al ejército colonial tuvo ejemplos conocidos en la Guerra del 68:
• La Batalla de las Guásimas la más larga de esa guerra, ganada por Máximo Gómez fue hábilmente preparada con las informaciones aportadas por colaboradores del campo insurrecto.
• La toma parcial de Cienfuegos con el apoyo del aparato de inteligencia creado por el general Federico Fernández Cavada (permitió conocer la llegada del Capitán General Antonio Caballero de Rodas y de los lugares menos custodiados, el número de soldados españoles y la calidad de su armamento, entre otros detalles importantes.
• El ataque a la ciudad de Santa Clara en julio de 1876 por Manuel de Jesús Calvar
• El asalto toma de la ciudad de Victoria de las Tunas el 6 de octubre de ese año por las fuerza de Vicente García cuyos agentes le habían facilitado los planos y ubicado los lugares por donde debían entrar los cubanos.
La actividad de inteligencia durante la Guerra del 95
Esta guerra comenzada el 24 de febrero de 1895 bajo la orientación de José Martí y el PRC también en el plano de la labor de inteligencia estuvo mejor organizada a partir de las experiencias anteriores. Gómez y Martí durante el proceso previo al inicio de la lucha orientaron la formación de agencias secretas de las cuales fue la Agencia General Revolucionaria creada por José Candelario Pons Naranjo, quien operó con el seudónimo de “Agente Luis” la más importante. Su centro de operaciones radicó en la calle Crespo No. 27 y tuvo agentes en las principales ciudades y poblaciones de Cuba. En la capital también operaba la Junta de La Habana, agencia de inteligencia hostigada duramente por los servicios de secretos y la policía españoles.
Nacido en Santa Clara el 2 de febrero de 1859 José Pons Naranjo es una figura desconocida por la mayoría de los cubanos a pesar de su notable desempeño al frente de la agencia de inteligencia más importante entre las que operaron en 30 años de lucha independentista. Residenciado en la Habana a comienzos de la década de la última década del XIX funda el 5 de enero de 1895 una agencia de inteligencia para cooperar con el esfuerzo independentista. El 30 de enero Martí le escribe a este combatiente clandestino:
Agente General Luis:
Al fin felicito a Vd. Por la fundación de la Agencia General Revolucionaria en esa Ciudad. Vuestra obra de organización ha quedado perfecta de S. Antonio a Maisí. ¡Cuánto trabaja Vd.… cuánto nos queda por hacer! (…)
Al iniciarse el año 1896 la Agencia General Revolucionaria desplegaba una intensa y exitosa actividad en apoyo a la lucha independentista, algo que fue reconocido por Máximo Gómez en febrero, cuando en carta enviada a Pons Naranjo expresaba: “Tengo sumo gusto en enviar a usted y demás miembros que forman la Agencia General, mi más espontánea felicitación, por los grandes y arriesgadísimos servicios que están ustedes prestando al Ejército Libertador y a la Patria.”
Fue un año difícil, donde el régimen colonial ante el avance de los patriotas cubanos combinó sus esfuerzos por apagar el fuego independentista, incrementando acciones en el campo militar, reconcentrando en las ciudades a la población campesina para evitar su apoyo a los mambises y aumentando el espionaje con el propósito de desarticular la red de colaboradores que desde antes de iniciada la guerra había sido creada por orientación del Partido Revolucionario Cubano bajo el auspicio de Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí, los principales jefes de la insurrección. En septiembre el espionaje español logra anotarse una victoria al detener la policía al abogado José Antonio González Lanuza quien desde marzo se encontraba al frente de la Junta Revolucionaria de La Habana.
La prensa española a través del diario madrileño Blanco y Negro del 3 de octubre de 1896 daba cuenta del operativo de la policía colonial en La Habana ordenado por el gobernador civil José Porrúa y ejecutado por el Delegado Especial, Comandante La Barrera al señalar que ambos no habían tenido reposo hasta “…detener a los principales miembros de la Delegación central de la Isla que tiene en la Habana la Junta revolucionaria, y en la cual figuraban el catedrático y notable abogado Sr. González Lanuza, el delegado Alfredo Zayas, hermano del cabecilla de este nombre, el tesorero Enrique Lanas, corredor del comercio de azúcares, y el secretario de la Delegación, Hernández, conocido abogado.” Según la información dada por este órgano de prensa de la Península los arrestados habían sido sumariados y algunos deportados a las posesiones españolas en el Golfo de Guinea. El apresamiento de Lanuza determinó que su puesto pasara a ser ocupado por el habanero Perfecto Lacoste con quien Pons Naranjo mantendría estrecho contacto durante la guerra.
Precisamente en un testimonio ofrecido por el Coronel del Ejército Libertador Andrés Hernández Zúñiga el 14 de marzo de 1900 este oficial narra que al incorporarse al Cuartel General de Máximo Gómez encontró allí a Pons Naranjo y que este por orden del General en Jefe se las arregló para conducirlo con “…extraordinaria habilidad por entre lugares ocupados por tropas españolas y sorteando el alcance de los fuertes enemigos hasta llevarme a la población misma de Caibarién, desde donde fui enviado por ferrocarril a la ciudad de la Habana bajo la dirección del señor Pons. En dicha capital fui recibido por Diego González avisado oportunamente por el Agente General Luis, debiendo advertir que corrieron de cuenta de éste todos los gastos de mi peligroso viaje.”
El año 1897 A punto de cumplirse dos años de iniciada la lucha el empuje independentista mostraba un saldo favorable. La guerra había sido extendida a toda la Isla con el éxito de la Invasión a Occidente, Arsenio Martínez Campos había cedido su puesto a Valeriano Weyler y este no conseguía con la Reconcentración cortar el apoyo de la población campesina a los insurrectos, mientras que la Tea seguía haciendo estragos en la riqueza económica con que España costeaba el enfrentamiento a los mambises. Sostener la guerra en Cuba desangraba el erario español y cada vez era más difícil para la metrópoli el reemplazo de sus efectivos desplegados en la colonia. El trabajo del Agente Luis y sus compañeros continuaba en ascenso. La Agencia cumplía de forma segura y eficiente con el manejo de la correspondencia desde los diferentes Cuerpos del Ejército hacia la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York y en sentido inverso distribuía las que provenían de la emigración cubana en los Estados Unidos. El propio Pons estaba tan convencido de la seguridad con que funcionaba el sistema de correo implementado por la Agencia, basado en la amplia red de colaboradores diseminados a lo largo de la Isla que en carta a Alfredo Zayas fechada el 26 de enero de 1898 le comunicaba: “Enviaré por el propio conducto que recibo las que Vd. Mande, todas las cartas y comunicaciones que llegan a mí. Puede V. cuando a bien lo tenga mandar lo que guste para toda la Isla pues estoy en relación directa con todos sus departamentos…”
Sin dudas una arista esencial del trabajo de la Agencia era el apoyo al movimiento dentro de Cuba y hacia los Estados Unidos de enviados desde el campo insurrecto con determinadas encomiendas; en este sentido quedan los testimonios de los coroneles Fernando Méndez Miranda, Andrés Hernández Zúñiga y Manuel Antonio Martínez. El primero de ellos un pinareño de Mantua que se había incorporado al Ejército Libertador el 23 de marzo de 1895 y se mantiene en las zonas de Cárdenas y Sagua La Grande hasta la llegada de la tropa invasora del General Antonio Maceo, quien el 21 de diciembre de 1895 lo envía en misión de búsqueda de armas a los Estados Unidos. Méndez Miranda después de un primer fracaso regresa a Cuba en una expedición los primeros días de febrero de 1896 trayendo importantes documentos para su jefe; parte el 10 de ese mes de regreso a los Estados Unidos donde ingresó en el Departamento de Expediciones bajo las órdenes del entonces Coronel Emilio Núñez y en marzo desembarca con 54 expedicionarios por la playa de Varadero, Matanzas, algo que haría de nuevo el 21 de junio, hasta que finalmente arribara el 22 de agosto de 1896 por la costa sur de Oriente. Desde allí se dirigió a Camagüey para encontrarse el General en Jefe el día 10 de septiembre. Estando en el campamento de Gómez es cuando Méndez Miranda es puesto al cuidado de Pons quien lo envía a la Habana desde donde es embarcado a bordo de un navío norteamericano por un miembro de la Agencia el día 26 de diciembre rumbo a los Estados Unidos. En el testimonio que ofrece Méndez Miranda al Agente Luis el primero de enero de 1900 cuenta que “…el señor Pons y Naranjo me manifestó el día mismo de mí llegada a la Habana que debía celebrar una entrevista con el señor Tosca, empleado del Consulado General de los Estados Unidos…” . Se refiere además este oficial a las estrechas relaciones que mantenía Pons Naranjo con el Cónsul Lee con lo cual parece claro de quién hablaba el agente en su carta a Alfredo Zayas del 26 de enero de 1898 cuando le decía: “…el Teniente Coronel Méndez le podrá informar cómo trabajo y quiénes los amigos que están a mí lado en esta, sobre todo uno que vale más y puede tanto o más que el representante del tirano en esta Isla.”
A punto de terminarse el año 1897 los norteamericanos se preparaban para una inminente intervención en la guerra que los cubanos sostenían contra el exhausto colonialismo español apelando a la opinión pública de su país ante los crímenes que diariamente cometía el ejército de la Península, mientras que la metrópoli apostaba a la carta de la Autonomía para poder mantener a Cuba en sus manos. Ambos lados hacían su juego sin considerar la opinión de quien finalmente decidiría la partida: el pueblo cubano y su Ejército Libertador. En carta del Mayor General y Jefe del Departamento de Occidente, José María Rodríguez (Mayía) a Pons Naranjo fechada el 5 de noviembre de ese año le pide que dé a conocer a las fuerzas y poblaciones de los Departamentos de La Habana y Pinar del Río una circular en la que se expresaba que: “La Autoridad cubana, ya sea Civil o Militar a quien se le presenten emisarios con proposiciones de paz que no estén basadas en nuestra absoluta independencia los juzgarán en Consejo de guerra verbal y condenarán a la pena de muerte.” El pueblo de Maceo, Martí y Gómez había crecido durante casi tres décadas de lucha y no estaba dispuesto a permitir otro Zanjón.
El año 1898
Con la llegada de 1898 la situación se iba decantando en favor de las armas cubanas. El Agente General Luis en misiva a Angiolillo hace una certera valoración de la situación: “Por aquí están completamente divididos los españoles y acogiéndose al último recurso que les queda la Autonomía y presiento el día glorioso de nuestro triunfo ya muy cercano.” En la carta escrita en pequeños pedazos de papel con letra de conspirador, un tanto ilegible por el apuro con que parece haber sido redactada, expone el desánimo de los españoles por la destrucción de la caña y el tabaco que se sumaba a la paralización de la industria y el comercio. Se refiere también a la corrupción de las autoridades que tienen “…el robo y el cohecho por divisa…” No escapa a su agudo ojo de observador y a la sagacidad de analista de información en que se ha convertido el conspirador la estrategia desesperada de la los españoles, que trata de lograr con sobornos y rumores lo que no han podido hacer con las armas: “Se trata de conseguir por medio del dinero presentaciones colectivas y de Jefes importantes para restarnos fuerzas y contrarrestar las resoluciones (que en) estos momentos se tomen en esa República en favor de nuestra causa y se lo indico para que por todos los medios de propaganda de a conocer la perfidia de nuestros enemigos.”
El 10 de enero el Brigadier José González Plana le informa a Pons que han llegado a él los pliegos cerrados y lacrados que este le enviara para Máximo Gómez, Francisco Carrillo y para el Teniente Coronel Saturnino Lastra y agrega que tiene grandes deseos de conocerlo personalmente pues aprecia altamente la “…gran seguridad y la brevedad con que es recibida y enviada por usted y sus Agentes_ esos cubanos buenos_ en todo el territorio de la República nuestra correspondencia oficial y particular…”
Un hombre de Gómez
Terminada la guerra e iniciada la ocupación la Agencia no se desmovilizó inmediatamente, sus servicios fueron útiles una vez más. La estrategia norteamericana desde el inicio de la ocupación de la Isla fue fomentar el divisionismo entre las fuerzas representativas del pueblo cubano. Como resultado de sus maniobras, sumadas a otros factores, se produjo el enfrentamiento entre Máximo Gómez y la Asamblea del Cerro que tuvo como desenlace la destitución del Jefe del Ejército Libertador por la Asamblea el 11 de marzo de 1899. A las 6 de la tarde de ese día, en los altos de la casa marcada con el No. 34 de la calle Águila, hoy demolida, fue efectuada una reunión convocada por Pons Naranjo donde se acordó invitar al pueblo habanero a celebrar una imponente manifestación de apoyo al viejo mambí. El fundador de la Agencia General Revolucionaria en persona se encargó de solicitar el permiso para la manifestación al Gobernador Civil, Federico Mora, quien había sido uno de sus compañeros de lucha. Pons Naranjo además había enviado a todos los Agentes Revolucionarios de la Isla el siguiente telegrama: “Asamblea destituyó de su cargo al General en Jefe. Pueblo sin distinción de clases, esta capital incondicionalmente al lado del Libertador. Organízase imponente manifestación de protesta.” La rapidez y energía con que había actuado eran prueba fehaciente de su capacidad de liderazgo y sentido del momento histórico. El Generalísimo ya había apelado dos días antes a esas dotes de organizador de Pons, cuando en misiva enviada desde su residencia en la Quinta de los Molinos el 9 de marzo de 1899 le escribía: “(…) Hay que reunir a todos los hombres de buena voluntad y formar el “Gran Partido” con que soñó Martí. Ud. ha hecho mucho por la independencia de Cuba. Por Cuba algo le queda por hacer.”
En la república neocolonial Pons Naranjo no ocupó cargo en ninguno de sus gobiernos. Se desempeñó como periodista y Director del periódico Patria y Libertad desde el cual batalló contra la corrupción y el oportunismo de aquellos que le cobraron a la naciente república los servicios que habían prestado durante la guerra. Murió el 30 de septiembre de 1933. Está enterrado en una humilde tumba del Cementerio de Colón.
Tomado de CubaEduca
Amparo gracias por publicar el trabajo sobre la inteligencia mambisa en su blog. Verbiclara está referenciado como sitio de interés desde la página inicial del portal educativo cubano CubaEduca.
Esta semana estamos en Pedagogía 2013, el 19 vamos a Santa Clara y esperamos poder visitarla
Saludos desde La Habana
Roberto Gómez
Gracias a usted por dármelo a conocer, estimado Roberto. Ya vi a VerbiClara referenciado en CubaEduca. Espero conocerlo. Saludos desde Santa Clara
La primera vez que leí una nota pública sobre Candito (o Cándido, como le llaman ustedes) estaba en la primaria, al parecer alguien le entregó a la revista Moncada una copia de los pocos álbumes que preparó como muestra de qué había hecho en su vida de libertador (no poseo ese número de la revista, pero mi padre sí). Luego encontré la misma historia en un libro llamado «Escudos invisibles» y checando la web llegué a este blog.
La historia sobre este tema es interesante, sin lugar a dudas; pero más interesante sería conocer todo lo que fue su vida después de 1902. Nunca fue un hombre poderoso, pero tampoco tan humilde como puede pensarse, solamente la venta de su casa en el Vedado permitió que sus hijos compraran buenas viviendas (me llama la atención en «Escudos invisibles» cuando se habla de humilde casa en el Vedado en los años 30, eso era imposible). A mi abuelo Ramón, que era su hijo mayor (no el menor, como da la impresión en «Escudos invisibles»), lo salvó de la muerte cuando mató a un policía del machadato (el propio gobierno ayudó a que saliera por la Aduana, hacia Estados Unidos, como si nada).
En síntesis, creo que fue una época como todas; mucha gente aprovechó los contactos y el nombre que se había labrado cuando la independencia, algunos en cargos públicos y otros en negocios privados (como Candito), o si no ¿por qué ese álbum con fotos y lleno de referencias, para qué lo armó? (mi padre guarda, quizás, la última copia que queda del mismo) Ahora de adulto, tengo casi 40 años, y reflexionando desde la distancia (vivo en México desde hace casi 10 años) me pregunto: ¿cómo nunca logré conectar a muchos de los políticos de la llamada seudo-República con los héroes de la independencia? (a pesar de que siempre me gustó la historia y tenía quien me hiciera reflexionar en casa), creo que la respuesta está en que como pueblo nunca quisimos hacerlo (la independencia fue pureza, lo que vino detrás vergüenza).
Ya en la Universidad conocí otras personas, me encontré (por ejemplo) un biznieto de una hermana de Machado (hoy por hoy es un hermano para mi, sigue viviendo en Santa Clara) y el personaje polémico comenzó a verse desde diferentes perspectivas (sin dejar mis posiciones de principio, que siempre mantendré). Lo que sí es innegable que, como en cualquier país latinoamericano, la independencia fue el resultado de una mezcla de intereses y sólo lucharon de forma pura por ella los que nunca tuvieron nada.
Que más comentar: pues que muchas gracias por sus líneas y que siga investigando sobre esos héroes de la historia de los que poco se habla.
Estimado Alejandro, le envié su comentario al autor del artículo, espero que le responda. Gracias por su comentario. Saludos cordiales desde Santa Clara
Amparo, saludos.
Dame las coordenadas de Alejandro para escribirle. Quiero mandarle el libro. No había recibido tu correo.
Roberto Gómez
Pero, te lo mandé por correo. Saludos
Para Alejandro Pons:
Soy el profesor Roberto Gómez Montano. Escribí el artículo que leyó con parte de la información que he acopiado durante años para un libro sobre este santaclareño casi terminado aunque hay cosas que usted podrá contar que sin dudas lo enriquecerían. Por lo que interpreto es usted biznieto de Amalia Blanco Valdés fallecida en 1904. Con ella tuvo a Ignacio (no encontré su inscripción, que para mí era el mayor, ahora veo que estaba en un error) José (1902) y Ramón (1904).
Puede contactarme en :
roberto.montano@cubaeduca.cu
montano@infomed.sld.cu
gracias por anticipado
Amparo seguro que lo enviaste pero no me llegó el correo de Alejandro Pons. Por favor reenvíalo y perdoname la lata que te doy.
Un abrazo
No me das lata ninguna, por favor, te lo envié de nuevo. Un abrazo