Por Pedro Julio Arango Ferrer
La Villa de San Juan de los Remedios es una de las ocho Villas fundadas en Cuba por los españoles; por Vasco Porcallo de Figueroa en los años 1513 ó 1517. Se puede asegurar sin lugar a dudas y lo han expresado varios historiadores que Remedios cuenta, como ninguna otra villa, de muchas y variadas leyendas y tradiciones, que han surgido de la imaginación de sus primeros pobladores y que aún persisten en nuestros días.
Entre las más conocidas tradiciones de esta villa se encuentran “Las Parrandas Remedianas”, conocidas nacionalmente y hasta internacionalmente y también “Las Fiestas Sanjuaneras”. En relación a las leyendas, que también han subsistido a través de los años hasta los días de hoy, son tantas que sería bastante larga la lista al enumerarlas todas.
Como ejemplo, podemos citar algunas de las más conocidas, como El sapo del Tesisco, La cabeza de Patricio, La llorona de la calle La Mar, La madre de agua de Boquerón y muchas mas, aunque la más conocida puede que sea El Güije de la Bajada.
Don Facundo Ramos, en su libro Cosas de Remedios, en el relato que hace sobre el Güije de la Bajada hace una descripción de la situación geográfica de la charca habitada por el Güije, en él expresa:
“A una legua aproximadamente de esta ciudad, siguiendo el camino de Guadalupe y después de pasar la loma denominada La Puntilla, se encuentra interrumpido el paso por el rio La Bajada, el que hay que vadear para seguir camino. Ese rio de corto curso, pero de abundantes aguas cristalinas, se sumerge a poco de cruzar el sitio antes mencionado para volver a aparecer en el lugar llamado Sitio Bonito, dentro ya de Jinaguayabo y a una legua corta más allá de Remedios. Entre las varias charcas que se forman en La Bajada cuando se desborda, hay algunas que son persistentes todo el año, principalmente una bastante grande llamada desde tiempos inmemoriales El Charco del Güije. Todo el mundo cayero ha oído hablar de el, pero ninguno antes sabía el significado de El Güije, ni el origen del cuento que de él se relata.” (1)
Aquí Don Facundo hace mención al rio La Bajada, el mismo que actualmente conocemos como Camaco y el güije que habitaba en ese charco era conocido como El Güije de la Bajada. Además cuando habla de “todo el mundo cayero, se refiere a los vecinos de la villa de San Juan de los Remedios del Cayo.
El Güije de la Bajada
Según la leyenda, El Güije de la Bajada, era un negrito feo, cabezón, orejudo, ágil, tan pequeño como un enano y dotado de un fuerza descomunal, que tenía como vivienda el fondo de una charca del riachuelo nombrado como La Bajada, que posteriormente sería nombrado como Camaco. Este personaje salía del fondo de la charca a mortificar, asustar y hacer travesuras a los caminantes que transitaban por el lugar.
Debido a este actuar, hubo un intento de capturarlo, que se produjo, según la citada leyenda, en la madrugada de un 24 de junio, Día del Santo Patrono de la Villa de San Juan de los Remedios, en un año que se pierde en los confines del tiempo.
Como consecuencia de esta leyenda, surge también la leyenda de “Los Siete Juanes”, iniciándose así en Remedios las llamadas “Fiestas Sanjuaneras”.
Génesis de las Fiesta Sanjuaneras
Todo comenzó cuando Don Manuel González vecino de la villa, conocido como Manolillo el Boticario, un canario de Santa Cruz de Tenerife, que con poco más de medio siglo de vida, se mantenía saludable, practicando la esgrima y la equitación en sus ratos libres que le dejaba la farmacia, profesión que ejercío al llegar a la villa, habiéndose graduado en Madrid; encontró unos viejos y amarillentos papeles en los archivos de la vieja Ermita del Santo Cristo, en aquel tiempo.
En dichos papeles, cuyas escrituras se encontraban borrosas y en parte ilegibles por el paso del tiempo, estaba la clave del misterio del güije; en ellos se podía leer que:
“El miedo que infunde el Güije de la Bajada, puede eliminarse con la captura, domesticación y cristianización del mismo en la propia villa de San Juan de los Remedios de Cayo”. (2)
A continuación proseguía que “La captura solo se podía conseguir con siete hombres que llevaran por nombre Juan y que estos debían ser primerizos y que solo se podía lograr el éxito en un único intento” (3).
Proseguía la escritura que “La captura del Güije por los Siete Juanes, tenía que llevarse a efecto en la madrugada de un 24 de junio, día de San Juan y las cuatro de la mañana, que es la hora en que sale de la charca de la Bajada y no alcanza aún todo su poder (4).
Aunque Don Manuel no pudo descifrar cual era ese poder que se le achacaba al Güije, se dio cuenta que antes de cazar al Güije, debía reunir nada más y nada menos que a siete hombres que tuvieran por nombre Juan, que fueran fuertes, osados y que fueran primerizos. Se dio cuenta, además, que para ser primerizos, debían se jóvenes y virginales, es decir, que aún no hubiesen tenido experiencias amorosas con ninguna joven.
De modo que con gran esfuerzo fue investigando por la villa y fue reuniendo uno por uno a los siete jóvenes que se ocuparían de tamaña empresa, estos fueron: Juan Pérez (a) Tallullo, Juanito Pérez (a) Pericoso , Juan García (a) Buniato, Juan Manises, (a) el Pajizo, Juan Calzones, el Yabusero, Juan (a) Chicharrones, Juan (a) Patuso
Los sobrenombres de los Juanes involucrados en la leyenda han sobrevivido a través del tiempo hasta nuestros días.
El boticario Don Manuel, al entrevistarse con cada uno de los jóvenes seleccionados, indagaba si eran primerizos y no habían tenido ninguna experiencia con el sexo opuesto y si estaban dispuestos a cumplir la misión exactamente como él la planteaba.
En los primeros días de Junio, Don Manuel González, ya lo tenía todo listo pero quiso reafirmar la disposición, la sinceridad y la fe de los Siete Juanes. A tal efecto, habló por separado primero y todos juntos después en su cuartel general, o sea, la trastienda de su farmacia “Las Orovatas”.
La tarde del día 22 de Junio, los citó a todos para la sacristía de la Ermita del Santo Cristo y con la cooperación de Fray Narciso, sacerdote de dicha Ermita y todos arrodillados, entusiasmados y limpios de alma, repitieron el juramento de los Siete Juanes:
“¡Juro ante el Sagrado Santo Cristo, que soy primerizo y que cumpliré la divina misión de capturar al Güije, solo por amor cristiano y bienestar del prójimo en esta Villa de San Juan de los Remedios del Cayo! ¡De ser falso este juramento, salgan las legiones de diablejos por la boca del infierno que está bajo de la mata de güira de Juan Marques, la vieja y métanse en mi cuerpo con la furia de sus aguijones! ¡Amen!”. (5). Posteriormente recibieron la bendición de Fray Narciso.
Al amanecer del día 23, vísperas del Santo Patrón de la villa, Don Manuel González y los Siete Juanes, se reunieron alrededor de una fogata, hecha y encendida por ellos, en la plaza ubicada detrás de la Ermita del Santo Cristo, donde rezaron y escucharon las últimas instrucciones de Don Manuel para la importante empresa.
Posteriormente partieron los Siete Juanes para la fonda El Caballo Blanco del compadre Cucho Mateo, donde tenían una carreta tirada por una yunta de bueyes de la finca del Yabusero, abastecida con comida, sogas, estacas, cuerdas finas, machetes, cadenas, aguardiente, una garrafa de vino y otros enceres necesarios.
Al sonar las campanadas de la media noche en el reloj de la Iglesia Mayor de la villa, salieron de la fonda en la carreta hacia La Bajada para cumplir la arriesgada misión.
Al dar las cuatro en punto el reloj de la Iglesia Mayor campanadas que se escuchan a gran distancia, ya los Siete Juanes, se encontraban apostados a la vera del charco, notan que algo salta en el agua, ¡es el Güije!, después de varias peripecias y alborotos, logran apresar al Güije, al que amarran fuertemente con la soga, lo cargan y lo colocan en la carreta.
Con la valiosa carga, los Siete Juanes, llegan a la villa al amanecer del esplendoroso día de San Juan. La voz corre por la villa. ¡Los Siete Juanes capturaron al Güije de la Bajada! Ellos son recibidos con aplausos, felicitaciones, besos y vítores como verdaderos héroes de una gran hazaña.
Todo transcurre normalmente hasta que la carreta arriba a la puerta principal de la Ermita del Santo Cristo, donde se celebra una misa.
En ese instante el prisionero que se encontraba aturdido por los golpes que le propinaron en su captura, despertó con una expresión feroz en la mirada, chilla de forma descomunal y de un tirón, zafa la soga que lo tenía atado y las cadenas que aseguraban la carreta y ante la muchedumbre paralizada por el asombro y el terror, salta de la carreta y emprende una veloz carrera alejándose del lugar. A la Voz de “Ataja”, los Siete Juanes, buscan sus caballos y emprenden una veloz persecución, pero solo pueden ver como el negrito cabezón y orejudo, se hunde en las aguas del rio Camaco, sin que nadie pueda impedirlo.
Durante todo el tiempo transcurrido desde aquella memorable fecha, cada 24 de junio, después de encender la tradicional fogata, han salido a la captura del güije Siete Juanes, primogénitos o primerizos, con Juanes de todas las edades, estado civil y nacionalidades y siempre regresan a la villa como aquellos primeros Juanes con el güije capturado y al llegar a La Iglesia Mayor siempre se les escapa el güije. De este modo, el 24 de junio de cada año, tienen lugar las Tradicionales Fiestas Sanjuaneras en la ciudad de San Juan de los Remedios.
Actualmente el día 24 de junio, la Villa de San Juan de los Remedios, es despertada por La Diana Mambisa interpretada por la Banda de Música del municipio y durante el día tiene lugar una Sesión Solemne de la Asamblea Municipal del Poder Popular, además un festival de la Cultura, con conciertos de la Banda Municipal, orquestas del patio y nacionales, fiestas bailables y trochas, entre otras propuestas artísticas y además los juegos que tradicionalmente se celebran en este día como; la subida al palo ensebado, la carrera en sacos, el puerco ensebado y otros.
BIBLIOGRAFÍA
Ramos, Facundo. Cosas de Remedios, pp. 87-89.
Menéndez Gallo, Rogelio. Leyenda de los Siete Juanes. Signos (44), pp. 96-113. 1999.
José A. Martínez-Fortún y Foyo. Anales y Efemérides de San Juan de los Remedios y su Jurisdicción. Tomo 1.
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