
El monumento a Martí en Caibarién, primero que se erigió en Villa Clara. Es el más vistoso, por sus características artísticas y de conjunto escultórico. (Foto del autor).
Por Luis Machado Ordetx
Y el verbo se hizo hombre; y el hombre fue soldado; y el soldado, héroe; y el héroe, mártir augusto.(1)
Federico Henríquez y Carvajal, 1896
Una cívica sugerencia brotó, en última instancia, desde Santa Clara: colocar flores frescas en la tumba de José Martí. Esa propuesta la formuló un periodista, escritor e historiador nacido en esta ciudad. El texto apareció inicialmente en la revista habanera El Fígaro, del número correspondiente al domingo 7 de marzo de 1915. También lo reprodujeron de inmediato los periódicos La Discusión y Diario de la Marina, de la capital; El Cubano Libre y La Independencia, de Santiago de Cuba, y también La Publicidad, de Santa Clara.
La idea, indestructible, original y exclusiva, pertenece a Carlos de Velasco y Pérez (Santa Clara, 1884 – París, 1923), director entonces de la revista Cuba Contemporánea (1913-1927), la más representativa, antiimperialista y nacionalista de las publicaciones cubanas de la primera mitad del pasado siglo.
En las «Notas Editoriales»,(2) correspondientes a julio de 1915, hay un extracto titulado «Flores frescas en la tumba de Martí», así como la repercusión del artículo «Tres tumbas gloriosas: Céspedes, Martí y Estrada Palma», texto de El Fígaro que reprodujeron otros periódicos.
La referencia es directa. Lo recoge Martí en sus Versos Sencillos: «¡Yo quiero, cuando me muera / Sin patria, pero sin amo / Tener en mi losa un ramo / De flores y una bandera!». ¿Quiénes acogieron el proyecto de Carlos de Velasco? Fue la Comisión Pro Martí, formada por profesoras y estudiantes de la escuela Spencer número 3, de Santiago de Cuba.
El nicho 134 de la galería sur del Cementerio Santa Ifigenia, de la oriental ciudad, protegió las sagradas reliquias del Apóstol desde el 27 de mayo de 1895. En 1907 fue inaugurado allí un modesto templete. A ese sitio llegaron a partir del miércoles 19 de mayo de 1915 las maestras y los alumnos santiagueros a rendir tributo permanente al Maestro. Era la invitación que antes realizó Carlos de Velasco. El Consejo Provincial de Oriente (Ayuntamiento) aprobó el martes 20 de abril un crédito de $ 20.00 para adquirir diariamente un ramo de flores naturales que durante todas las mañanas se colocó en la tumba de Martí, el más universal de todos los cubanos.
La primera estatua a Martí fue develada en el Parque Central de La Habana el viernes 24 de febrero de 1905. El presidente Tomás Estrada Palma descorrió el velo que protegía el monumento, obra escultórica del habanero José Villalta de Saavedra. La estatua tiene una altura de 2,75 metros y 5,03 de pedestal; en total 7,78. Costó 4500 dólares, incluidos aportes pecuniarios del artista.
Un mes antes, el Ayuntamiento de Santa Clara acordó que la calle de Santa Rosalía, antiguamente Tahonas o Matanzas, se denominaría en adelante Martí. El viernes 8 de septiembre de 1922, rectificó el señalamiento anterior y la suscribió como José Martí; aunque el imaginario popular la titula solo por el primer apellido del Apóstol cubano. Era un tributo ad perpetuum en la historia de una región central a la cual Martí menciona en siete ocasiones. Excepto a los territorios de Placetas, Camajuaní, Cifuentes, Encrucijada, Corralillo, Santo Domingo y Quemado de Güines, existen referencias suyas a las otras seis municipalidades de Villa Clara, entre las que trascienden Sagua la Grande, Manicaragua y Santa Clara, focos de los preparativos revolucionarios de la Guerra Necesaria de 1895.
LOS MONUMENTOS
Caibarién atesora la efigie más prestigiosa de Villa Clara. Es Martí de cuerpo y alma. El pedagogo e investigador Juan Emerio Sánchez Freire ofrece datos precisos: «La pieza escultórica del italiano Ettore Salvatore, de mármol de Carrara, debió llegar a puerto cubano antes del miércoles 24 de febrero de 1926, fecha en la cual quedaría estacionado el conjunto monumental, de 6,20 metros de altura y 4,04 de ancho, y 4,85 de profundidad.
«Está provisto de una pirámide escalonada de base cuadrada, y la estatua de Martí, a tamaño natural, descansaría en una figura femenina, con espada y escudo, símbolo de la libertad». El emplazamiento está de espaldas al norte. Las fotografías de Martínez Otero permiten reconstruir ese hecho.
El barco Vulcano, en el cual viajaban Salvatore y las piezas del conjunto escultórico, «sufrió un desperfecto en el Atlántico, y llegó con retraso según los cálculos previstos por Francisco Bolaños, el Alcalde de la localidad, razón por la cual se inauguró en la mañana del domingo 7 de marzo de 1926», apuntó Sánchez Freire.

La inscripción en Placetas dice que fue erigida el 28 de enero de 1926. La costeó Ramón Rivera Moya, el alcalde municipal. El emplazamiento ocurrió en agosto de ese año. (Foto del autor)
En Placetas, casi simultáneo al montaje del conjunto escultórico de Caibarién, se emplazó otro monumento a Martí. Fue obra del propio escultor italiano Ettore Salvatore. La pieza también mira hacia el sur, como el abrazo inconfundible entre los pueblos de Nuestra América, aquellos situados del Río Bravo a la Patagonia, y se inauguró el miércoles 4 de agosto de 1926. Ambos, de un modo u otro, gozan de una belleza inigualable.
Santa Clara no quedó detrás de esa iniciativa. Un año antes, el 10 de febrero de 1925, el Palacio de Gobierno Provincial dedicó una parte del inmueble a la biblioteca pública Martí, al tiempo que colocó en su salón de celebraciones un busto de bronce del prócer cubano, y proyectó la realización de un Museo con su nombre.
El jueves 23 de enero de 1941, reseñó en primera página el periódico La Publicidad,(3) que en el Parque Vidal, se colocaría el Rincón Martiano, ubicado donde antes estuvo el monumento al Niño de la Bota, y de espaldas al teatro La Caridad, como quien mira al sur.
La obra escultórica fue iniciativa del Centro de Veteranos, el Ateneo de Villaclara, el Club Rotario, la profesora Julia Elisa Consuegra de Montalvo y el doctor Aurelio Hernández de la Barca. El busto, sobre un pedestal, lo hizo el artista cienfueguero Mateo Torriente Bécquer. El martes 28 de enero quedó develado. Era una obra de gratitud.

Busto de Martí, esculpido por el cienfue guero Mateo Torriente Bécquer y ubicado en 1941 en el Parque Vidal, de Santa Clara. Fue sustituido en 1950. En su lugar se colocaron la estatua y la fuente original del Niño de la Bota, sitio que siempre les perteneció. (Foto: Archivo)
Aunque el pueblo de la ciudad asistió a la inauguración, no mostró total satisfacción por la factura artística del sencillo monumento. Durante un tiempo se aguantaron las críticas en la prensa de la localidad. A partir de enero de 1944, con la oficialización del Grupo de los Mil, este intenta promover «el bienestar de la comunidad […] y alentar todo empeño de utilidad común», según su manifiesto constitutivo. Arrecian las refriegas y se proyecta la creación de otro espacio urbanístico dedicado a Martí, junto a los mártires o héroes villaclareños de las gestas independentistas.
En agosto de 1950 ya el busto del Rincón Martiano no estaba en su lugar de origen. El Parque Vidal sufría otras transformaciones urbanísticas, incluidas las de siembra de árboles, sistemas de irrigación y de alumbrado público. La pieza de Mateo Torriente Bécquer fue conservada en el Club Rotario, y luego instalada en el Parque Zoológico —un sitio adecuado para el esparcimiento infantil—, en las cercanías del cementerio local.
El lunes 14 de mayo de 1953, La Publicidad anunció el Programa de los Festejos Conmemorativos del Centenario de la Independencia de Cuba, que se celebraría en Santa Clara del 14 al 20 de mayo»,(4) fecha última en la cual se hizo la primera peregrinación al Rincón Martiano, en el Parque de los Mártires de la Independencia, como también denominaron a la espaciosa plaza frente a la terminal ferroviaria. Al acto acudió el ensayista sagüero Jorge Mañach Robato, quien habló sobre la trascendencia histórica de José Martí, así como el artista Alfredo Gómez Rodríguez, escultor del busto.

En el parque El Pelón, en Sagua la Grande, un reconocimiento permanente al Apóstol. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Antes de comenzar la década de los 40, Sagua la Grande y Encrucijada también erigieron monumentos a Martí. Después vendría otro ubicado en Placetas. En la Villa del Undoso, el sábado 28 de enero de 1939 construyen el Rincón Martiano, idea de Pepe Guardiola, en el denominado parque El Pelón —dedicado a perpetuar la memoria del coronel del Ejército Libertador José Sánchez Jorro—, a un lado del puente El Triunfo. El amplio busto en bronce se hizo en la fundición de MacFarlane, de esa localidad. También mira el Apóstol hacia el suroeste. En Encrucijada solo queda emplazado uno de los sitios recorda-torios al Maestro, instalado por alumnas y profesoras del colegio Verbo Encarnado, en ese municipio.
En la denominada Villa de los Laureles está la réplica, casi a tamaño natural, de la casa natal de Martí, aquella de la calle de Paula, en La Habana. Es la primera de su tipo que existió en la antigua provincia de Las Villas, inaugurada también en el año del Centenario del Apóstol. Está situada en el Paseo de Martí y Avenida Segunda del Sur.
De un lado a otro de Cuba está Martí, el hombre que el pedagogo Salvador Salazar definió como la «aguja magnética que señala un polo: la redención de Cuba»(,5) en la hora de las virtudes y los sacrificios humanos.
NOTAS
(1) Federico Henríquez y Carvajal (2013): «Duelo de América», en Álbum de un Héroe (A la augusta memoria de José Martí), Archivo General de la Nación (Vol. CCII), p. 57, República Dominicana.
(2) «Flores frescas en la tumba de Martí», Cuba Contemporánea, t. viii, 3(3): 301-302, La Habana, julio de 1915. Las Notas Editoriales, sin firma, en muchas ocasiones, son redactadas por el director de la publicación: en este caso, Carlos de Velasco.
(3) Sergio R. Álvarez (1941): «Villaclara y Martí», La Publicidad, 38(12943):1, Santa Clara, jueves 23 de enero.
(4) La Publicidad, Santa Clara, 40(19461):1-3, lunes 14 de mayo de 1953.
(5) Salvador Salazar (1918): «Martí», Cuba Contemporánea, T. 17, La Habana, 6(1):7, mayo-agosto.
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