
Annia Castillo ha acompañado a reconocidos músicos y orquestas, entre ellos la cantautora Liuba María Hevia. (Foto: Ramón Barreras)
Por Laura Rodríguez Fuentes
Cuando el pianista concertista Rafael Balmaseda se asentó fuera del país a mediados de los noventa, una joven llamada Annia Castillo llenó el vacío que reclamaba este instrumento en la música académica santaclareña. Por ese entonces, otra gran figura del piano, Freida Anido, incursionaba en el género jazzístico.
A golpe de esfuerzo, talento y aprendizaje sistemático, Annia se consolidó como excelente intérprete de la pianística cubana y universal, a pesar de lo poco promocionada que ha sido su carrera artística, la cual arriba a sus quince años.
Esta talentosa y versátil intérprete es poseedora de un repertorio vasto, en el que explota diferentes estilos musicales. Con apenas Nivel Medio ya ejecutaba las piezas con gran dominio, incluso, muchas de gran complejidad para los versados pianistas.
«Empecé a estudiar música en la Escuela Vocacional de Arte, luego cursé cuatro años en La Habana y regresé a Santa Clara para comenzar a trabajar como profesora. Inicio mi carrera profesional como invitada de Raptus en el terreno de la música de cámara, la cual me gusta mucho, y como solista también. Durante esos tres años aproximadamente tuve experiencias bellísimas pero decidí tocar en solitario. Me evalué, y al cabo de los diez años es que me decido a hacer las pruebas del ISA. Fue atípico, porque generalmente la mayoría de los artistas culminan el Nivel Medio y continúan al Nivel Superior. Es muy importante cursarlo en el piano. Hay que estudiar mucho, profundizar. Exactamente hace tres años que me gradué. Yo traté de aprovecharlos al máximo».
Annia recorrió los grandes escenarios como pianista acompañante de diferentes orquestas. Además, ha compartido con Teresa García Caturla, hija menor de Alejandro García Caturla, la Sinfónica Nacional y Liuba María Hevia, entre otras figuras. Recuerda con gratitud aquellos años en que la cultura villaclareña se encontraba floreciente, y la música de concierto llegaba mucho más allá de las fronteras centrales.
-¿Por qué apenas existen pianistas concertistas en Santa Clara? Pudiéramos afirmar que en estos momentos eres la única que se dedica a esta vertiente.
-La especialidad de piano es muy compleja. La mayoría de los pianistas deciden hacer otro tipo de trabajo. En lo que hago encuentro mi realización espiritual, aunque merite muchas horas de preparación frente al piano y más tensiones a la hora de presentarse. Tocar el piano tiene muchos caminos. Nos podemos dedicar a acompañar coros, cantantes…, a hacer música de cámara o a ser solista. Estas dos últimas son las que prefiero.

En su concierto por los 15 años de vida artística, Annia Castillo escogió para su repertorio obras de Chopin, Cervantes y Mendelssohn, entre otros. (Foto: Internet)
-¿Dónde te presentas como solista aquí en la provincia?
-Es muy complejo, debido a la mala calidad de los pianos. Hace años que no me presento en La Caridad porque el instrumento se rompió. En el Museo de Artes Decorativas sí me he presentado, claro, luego de afinar y apuntalar el piano de allí. Santa Clara adolece de pianos. Es un instrumento musical, no un juguete, y las instituciones tienen que entender esto. Hay que cuidar los que tenemos, mantenerlos protegidos. El de la biblioteca, por ejemplo, estuvo a punto de perderse. El concierto reciente lo hice en la Sala Agesta de la UNEAC y logramos que el instrumento funcionara bien gracias al técnico y al afinador Blas Aguilar. Estuvo en una condición óptima para el concierto. Yo no busco un Steinway & Sons, pero al menos preciso de uno bien afinado. Por eso, tengo pocos lugares donde presentarme. Generalmente lo hago en la Biblioteca, en el Museo, en la UNEAC y en las escuelas, donde ofrezco conciertos didácticos.
-Muchas personas piensan que tocar el piano es muy fácil. Sin embargo, los conocedores aseguran que es el más difícil de los instrumentos. Es por ello que hay pocos muchachos estudiando el piano, ¿cierto?
-Alrededor de 20 niños. Hace mucha falta el estudio del instrumento. Es muy discriminativo, en el mejor sentido de la palabra, porque es muy difícil. Llegan pocos al pase de nivel. Se mide con mucho rigor. El nivel elemental es más sencillo, pero a medida que aumentan los grados se hace muy complicado.
«Me apasiona el piano por su riqueza tímbrica y sonora. Puedes tocar desde una línea sencilla hasta las polifonías más extensas. Desde una obra pura, hasta otra de grandes descripciones orquestales, literarias, plásticas. Es muy rico, a nivel sonoro, espiritual, teórico, cuando sabes que de tus manos puede salir música, eso me sedujo».
-Eres muy exquisita a la hora de escoger el repertorio.
-Creo que si no soy exquisita no tendrá calidad lo que hago. No me gusta improvisar. Formo una historia con las obras que selecciono, que otorguen sensaciones a quien las escuche, que proyecten mensajes. Toco el piano para el público, pero, sobre todo, lo hago por la satisfacción personal que me produce. Me siento realizada cuando logro el lenguaje sonoro que estoy buscando. Entonces, a la hora de escoger el repertorio, busco ese placer, que una pieza haga contraste con la otra, para matizar. No quiero que los conciertos sean aburridos o tensos. Cuando salí de la escuela dije que había un repertorio que iba a hacer y otro que no.
-¿Cuál es ese que te gusta hacer?
-La música contemporánea. Me gusta Claude Debussy y mucho más Serguei Prokofiev, por el lenguaje hermoso que emplea. Él retoma la formalidad de los clásicos y explota toda la gama sonora del instrumento de una manera genial. También me gusta Stravinsky, aunque es muy complejo y propone otro tipo de comunicación a la hora de tocar. También Chopin, Schubert, Mendelssohn, Beethoven, por su temperamento, los románticos, porque el siglo XIX explota el virtuosismo del piano. De los contemporáneos, me gusta tocar cualquier tipo de propuesta. Por ejemplo, en este concierto interpreté la única sonatina para clarinete y piano que escribió el compositor inglés Malcom Arnold, muy revolucionario y polémico en su tiempo, junto a Alejandro Yera.
«Todos los pianistas pueden tener el mismo repertorio, pero ninguno lo hace de la misma manera, siempre se busca una manera original de hacer la música. Te da la libertad de, sin violentar códigos estéticos o estilísticos, realizar tu interpretación. De otra manera sería muy aburrido».
-También te atreves a tocar a Caturla.
-Sí, claro. La música que escogí para el spot televisivo es la Danza del Tambor, de Alejandro García Caturla. En el año de su centenario, interpreté un programa completo de su música. Es muy difícil, pero me gusta su propuesta, su exotismo, su atmósfera fabulosa. Es muy complicado armar técnicamente la pieza, porque él concibió su obra para orquesta y realizó transcripciones al piano. Como la mayoría son reducciones, es difícil motarlas al piano. Hay que pensar bien cómo montar el acorde sin violentar la idea del autor. Posee mucha complejidad técnica, rítmica, armónica pero me llama la atención. Soy atrevida y prefiero el lenguaje nuevo.
-¿Por qué la música de concierto es tan poco promocionada, a pesar de que le gusta a muchas personas?
-Es una música elitista. Es imposible que se vea de otra manera. En los hombres sensibles o no sensibles que tienen la promoción en sus manos está la divulgación de los espacios. Tú me decías que te asombrabas con la promoción que tuvo este concierto. Yo también, pero es que ese no es mi primer concierto, y ahora es que muchas personas llegan a conocerme.
En espera de que la promoción de nuestros músicos, no dependa de gustos estéticos personales o de gestiones individuales, la pianista concertista Annia Castillo celebra sus 15 años de vida artística. En los próximos meses, realizará varios conciertos que demuestren el talento innato con el que vino al mundo, y el cúmulo de sentimientos que sus manos extraen del ébano y el marfil, tras un recorrido revolucionario, sublime, apasionado, meticuloso desde la música clásica hasta la contemporaneidad.
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