UNA ROSA PARA EL INVIERNO (fragmento)
«Era el punto culminante de la recolección y había esparcidas por los campos personas de extraordinaria luminosidad, como mariposas, trabajando solas o en grupo, y vestidas para el apogeo de la luz: camisas y pantalones azules y sombreros anchos dorados atados con telas verdes y escarlatas. Las hoces, sumergidas en el trigo, coleteaban como peces con relampagueos rítmicos de azul y plata; y a mi paso, los hombres se erguían y se resguardaban los ojos, mirándome pasar silenciosamente.
(…)
Madrid tenía aliento de león, además; algo fétido y picante, mezclado con paja y jugos podridos de carne. La propia Gran Vía tenía un rugido de león, aunque inflado, como de un animal de circo: ancha, afectada y un poco sórdida, y con dos hileras de edificios como dientes rotos. (más…)