Por Mayli Estévez
En la semifinal contra Holanda: Romero hizo de Messi, fue el mejor.
Intenté buscar un titular más contundente, pero después de 24 años creo que lo único que se puede decir es: gracias. Así de simple, una sola palabra puede definir hoy 9 de julio múltiples sentimientos, todas las emociones.
Fue un partido de cuidado, mucho respeto desde y para ambos lados de la cancha. Holanda no se ha planteado mucho para encontrar la gloria, para repetirse en otra final mundialista. Indica el principal turco que habrá que irse al agregado. 30 minutos más y Lionel Messi que no aparece.
Argentina empuja, pero el gol no llega. Justo, la tuvo Rodrigo Palacio tras una entrega de la Pulga. Palacio trata de hacerle un sombrerito al meta holandés, que como buen arquero la adivina. ¿Cómo? Se acaban los minutos, el tiempo pasa muy rápido, pero los toques en el medio campo parecen infinitos. La tiene Holanda, la recupera Argentina. Y se avecinan los penales.
Después de lo que puede llamarse un partido de ajedrez, donde los trebejistas cuidaron bien sus piezas. Cinco nombres por la Albiceleste: Messi, Garay, Sergio Agüero, Maxi Rodríguez. Impecables. Antes Sergio Romero se despojaba de cientos de calificativos que lo tildaban de mediocre. El chiquito Romero se creció, fue un gigante. Y 40 millones de argentinos, más otros miles que les agradecen desde otras tierras terminan festejando. También llorando, 24 años es mucho tiempo para una tierra tanguera y futbolera como la argentina. La única vez que los sudamericanos le ganaron a Holanda alzaron la copa. Pero esta vez, les espera una fresca Alemania que ya dio una demostración de poderío. El 13 de julio hay duelo histórico. Será la tercera vez que se enfrenten en una final, hay paridad. Este será el desafío a muerte. Los teutones por coronar una generación dorada, los argentinos por la revancha de hace 24 años.
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