
Por Ciro Bianchi Ross
Un suceso lo retrata de cuerpo entero. De visita en el Museo Británico de Zoología, de Londres, el cubano Carlos de la Torre y Huerta revisa las colecciones con ojos acuciosos e inteligentes, mientras que un empleado del establecimiento lo conduce ante las vitrinas que contienen los ejemplares más curiosos. Todo muy bien hasta que pasan a lo que es la zona más profunda de los conocimientos de don Carlos, la malacología. Como sin vacilar señala los numerosos errores que advierte en la clasificación de algunas de las especies de caracoles en exhibición, el empleado lo deja solo en la sala y con pasos rápidos se dirige al despacho del director de la institución, Edward Smith, a fin de darle cuenta de la osadía del visitante. Smith se dirige entonces a la sala. Quiere conocer al extranjero.
—¿Es usted, por ventura, don Carlos de la Torre, de Cuba? —pregunta Smith.
—Sí, señor. Yo soy Carlos de la Torre. ¿Me conoce usted? (más…)
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