Por Laura Rodríguez Fuentes
Edelmis Anoceto Vega es reconocido por su obra poética y ensayística. En su currículo figuran más de una decena de premios, provinciales y nacionales, entre ellos el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2014.
Pero es la reciente Mención del Concurso Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar lo que nos motiva este acercamiento a quien se nos muestra como un escritor exitoso.
—Edelmis ¿por qué la narrativa después de haberte probado casi en todos los géneros?
—La narrativa es un género de la madurez. Hay que tener un concepto bien formado de lo que es la literatura para adentrarse a escribir, sobre todo el cuento, que me parece un género dificilísimo. Se debe tener un poder de síntesis muy grande a pesar de que sea extenso. Tiene que tener una sorpresa, una contundencia. Claro, existen infinidad de escritores jóvenes que hacen cuento, pero en mi caso, ahora es que me percato de que puedo incursionar en la narrativa.
«También porque llega el momento en que necesitamos expresarnos de otra manera, con otros medios o instrumentos, y con una poesía no se puede decir. Lo que uno quiere expresar pide el género en que debe hacerse. Tengo cosas que decir y precisan ser narradas».
—¿De qué se trata el cuento “Sala de lecturas” con el que obtienes la Mención en el Julio Cortázar?
—Lleva ese título porque precisamente todo transcurre en una sala de lecturas. Es un solo personaje, un hombre que todos los días va allí a leer. Esa sala no es más que la sala de la Biblioteca Provincial Martí y tiene que ver conmigo porque cuando trabajaba en la segunda planta leía mucho en ese lugar.
«Este personaje lee varios libros al mismo tiempo para encontrar en un segundo o tercero lo que no encontró en el anterior. Mezcla libros diferentes y al final se construye una sola historia con estas lecturas.
«El propio tema tiene cierto vínculo con la creación literaria. Cómo se puede conformar una sola historia a partir de diferentes géneros y elementos. La literatura te permite jugar con todo esto».
—La novela “Las muertes de María”, con la que obtienes el Premio Fundación de la Ciudad se presenta el año próximo. Para un pequeño adelanto a tus lectores, ¿cuál es el conflicto principal de la historia?
—Está enmarcada en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Se trata sobre un escritor contemporáneo que está haciendo una novela por entrega. La escribí en dos tiempos. Cada vez que este personaje hace una entrega a una revista, es entrevistado por una periodista. Durante ese diálogo él comienza a emitir criterios de todo tipo, sobre su novela, sobre la vida, la filosofía, la religión, la sociedad, incluso la sexualidad. Así otorga las pistas de lo que escribió, de lo que el lector pudo leer y de lo que vendrá. El final sorprende, ocurre un vuelco y él se percata de que la novela resultó otra cosa diferente.
—Actualmente existen temas agotados, abordados hasta el cansancio por los contemporáneos, sobre todo los relacionados con la degradación de valores, las violaciones sexuales, el maltrato familiar, la precariedad económica, la prostitución. ¿Qué motivos pretendes explotar ahora que te decidiste por la narración?
—Mi desempeño como narrador es muy breve, pero hasta ahora no me ha interesado reflejar en ningún género, ni siquiera en el ensayo, la temática social cubana o su contexto porque mi formación ha sido de literatura universal. Mi carrera de Lengua y Literatura Inglesa influyó mucho en este interés. Tampoco descarto la posibilidad de que pueda hacerlo.
—¿Cuáles son tus referentes para escribir narrativa?
—El referente más cercano a mi narrativa es Hermann Hesse. También los narradores norteamericanos como Fitzgerald, Faulkner, Salinger, Dos Passos, porque los conozco y los he leído. En nuestra lengua, podría decir que Borges me ha influenciado.
—Quienes hemos leído tu poesía percibimos cierto aire feijoseano…
—Siento gran simpatía por la obra de (Samuel) Feijoó, por lo que significa su legado como hombre de la cultura, entregado a ello sin ningún tipo de interés. No dejó nunca de trabajar en ese sentido. Es un ejemplo de vida a seguir ante los actuales paradigmas intelectualoides, ante esas formas vacías de vivir, sin proyecciones desinteresadas. Llegó a negarse rotundamente cuando le iban a entregar un automóvil, por ejemplo. Era un hombre de a pie, como decimos los cubanos, un hombre de campo. Admiro toda su obra poética, sobre todo, aunque soy feijoseano, no soy un feijosista, porque no he estudiado profundamente su obra.
—Además de poeta, ensayista, crítico, narrador… también eres editor de la revista Signos, lo cual implica, supongo, un reto y un compromiso grande.
—Es una gran responsabilidad porque los anteriores editores han sido Feijoó, Carlos Alé, René Batista Moreno, Yamil Díaz… que fueron de una valía tremenda. El editor de la revista Signos es un promotor, un gestor de lo que significa la publicación. Tiene que conocer la aventura editorial que fue la revista. Por supuesto, tiene que conocer la obra editorial de Feijoó y lo que él le imprimió de sí mismo a estas páginas. Por eso dicen que Signos se parece a su fundador porque es bastante controvertida y la han tildado de disparatada, poco científica, naif, primitiva. Todo eso es cierto, pero es lo que hace que sea esa pequeña enciclopedia de la cultura popular cubana. La distingue un carácter insólito. Todos los rasgos que le imprimió su fundador tienen que estar presentes en el editor.
«Signos no es villaclareña, es una publicación que se hace desde Villa Clara para todo el país. Es única de su tipo en Cuba, coleccionada dentro y fuera de Cuba y en cada número tenemos la responsabilidad de darle una dimensión nacional e internacional. Tenemos que lograr que Signos beba de la cultura y la creación popular que existen en otras regiones, ver lo que ocurre en otras provincias».
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