A Mário de Andrade
Por más que te celebre, no me escuchas,
aunque en forma y en nácar te asemejes
a una caracola, atenta oreja
que guarda el mar en íntimas volutas.
Te pongo en un cristal, frente a un espejo
sin eco de cisternas ni de grutas…
Ausencias y cegueras absolutas
ofreces a la avispa y a la abeja (más…)