Por Francisco Antonio Ramos García, José Miguel Dorta Suárez y Jorge L. Ferrer Rodríguez
Hasta hace muy poco se consideraba como punto de partida en la difusión del culto a la Virgen de la Caridad del Cobre hacia toda la Isla, al desarrollo de la primera gesta independentista iniciada en 1868 en el oriente del país. Región esta donde la Virgen era popular y muchos de los mambises antes de partir a la insurrección la visitaban en su santuario del Cobre para pedirle protección. Recientes estudios han demostrado la existencia de varias parroquias e iglesias dedicadas a ella y dispersas por todo el territorio insular antes de esa fecha. ¿Como aconteció el proceso de expansión? Hasta ahora no existe una respuesta convincente. Pero… un terreno casi inexplorado lo constituye el estudio del papel desempeñado por la imprenta de conjunto con las demandas histórico-culturales en la época de divulgación del culto por ese medio.
No conocemos con certeza cuáles milagros, sucesos o peripecias, trajeron a nuestras tierras hace cerca de 400 años, la imagen de la Virgen de la Caridad, convertida después en nuestra mulata Virgen de la Caridad del Cobre; la que los indios pudieron tomar como Atabey o Atabex y los africanos como Oshún, Mamá Chola o Masé; en fin, la popular Cachita de hoy, desde hace tiempo convertida en Patrona de Cuba; venerada por todos los cubanos con independencia de sus ideas religiosas o políticas. Para unos, una aparición milagrosa, según otros, un hallazgo, y terceros que opinan que no existió ni lo primero ni lo segundo, sino que fue traída por algún influente vecino español del poblado del Cobre. A tono con las opiniones, su arribo pudo ser, por mandato divino, producto de un naufragio, o importada desde Illescas o Sanlúcar de Barrameda en España; elaborada su imagen por obra del Espíritu Santo, imagineros de la Isla, de los pueblos americanos o europeos.
Sin embargo, su otra aventura: la editorial de inicios y mediados del siglo xix, que le permite darse a conocer desde una pequeña villa hasta la capital del país, si se puede seguir, a través del análisis de los impresos reproducidos o dados a conocer en los trabajos investigativos publicados de José Juan Arrom, Olga Portuondo, Fernando Ortiz y otros de diferentes fuentes, algunos inéditos en estudios sobre la temática. Proceso donde se advierten, aunque no se pueda llegar a conclusiones definitivas, las huellas de una posible estrategia editorial iniciada en 1814 y que alcanza su mayor intensidad entre 1829 y 1841; advirtiéndose en ella dos momentos principales: el santiaguero y el habanero.
La etapa santiaguera
Cualquiera, ya sea persona o entidad, con intenciones de difundir el culto de la Virgen cobreña a principios del siglo xix fuera de su territorio natural —el poblado de El Cobre y comarcas colindantes—, se tropezaría con grandes obstáculos, dados por la aceptación que ya gozaban otros santos y advocaciones marianas de gran arraigo popular, traídas por los españoles desde las diferentes partes de la metrópoli de donde eran naturales. Estas formas de devoción católica ya tenían todo un aparato de divulgación muy bien establecido y consistente en diferentes impresos: con sus imágenes, oraciones, novenas, cantos e historia de sus vidas, apariciones y milagros; importados desde España o hechos en las pocas imprentas cubanas existentes en la época.
A su favor contaba con tres potencialidades: la indiscutible oriundez nativa de la historia del hallazgo, fundamental en una etapa histórica donde se está produciendo una diferenciación entre lo español y lo cubano, cuando muchos prefieren a pesar de su color blanco llamarse a sí mismos indios y celebran homenajes al cacique Hatuey, uno los primeros en oponerse a los españoles en los inicios de la conquista. Historia acrecentada en el año 1800, al ocurrir un suceso importante que a la larga fue atribuido a un milagro de la Virgen: en varias oportunidades los cobreros esclavos, debido a los malos tratos y arbitrariedades administrativas de los dueños de las minas, protestaban y en ocasiones huían, refugiándose en la lomas cercanas, creando una fuerte unidad y exigiendo su libertad. Esta constancia en sus demandas y el temor de España de que ocurriera algo similar a lo que sucedía en la vecina Haití tuvo su fruto y en ese año por una Real Célula del 7 de abril cada vecino fue declarado libre. De esta forma la Virgen cobrera y el poblado se convirtieron en símbolos de libertad, ideas que marcharon con cada liberto a los diferentes lugares de la Isla, donde estos decidieron asentarse.
La otra, la cercanía de Santiago de Cuba, segunda ciudad en importancia de la Isla, donde ya el culto contaba con algunos devotos. Localidad donde existía una imprenta desde finales del siglo anterior, la de Matías Alqueza, donde se podían elaborar los instrumentos de difusión necesarios para entablar la fraternal competencia con las demás devociones católicas; y la última, la existencia de la sede de un arzobispado en la referida ciudad.
En 1805 se funda el primer periódico en Santiago y al iniciarse la próxima década aparecen otros cinco. Esta posibilidad y las características de la producción editorial en estos años centrada en editar, dado los altos costos, impresos de pocas páginas, generalmente oficiales y religiosos (Reales Órdenes, Bandos y Reglamentos del Gobierno, Sermones, Cartas Pastorales, Oraciones, Novenas, Oraciones Fúnebres, y Estampas Devotas) en forma de folletos, cuadernos u hojas sueltas, debieron incidir para despertar el interés sobre la milagrosa Virgen entre los santiagueros y poblaciones aledañas, publicando noticias de los milagros y algunas oraciones.
El primer hecho concreto conocido respecto al tema ocurre en 1814, cuando el arzobispo de Santiago de Cuba, Joaquín Osés y Alzúa, respalda el sostenimiento del culto popular a la Virgen de la Caridad.[1] Por su orden se imprime una estampa que llevaba al centro en la parte superior la imagen con los atributos reconocidos (la cruz en la mano derecha, el nimbo, la media luna invertida y el niño en el brazo izquierdo); debajo, el poblado de El Cobre, su parroquia y el santuario; a los lados seis viñetas con ilustraciones y correspondiente pie de grabado, refiriendo acorde con la tradición los principales hechos desde el hallazgo hasta su colocación en el santuario: La aparición en Nipe, entrada a la canoa, navega en la canoa, llevada a la villa de El Cobre, aparición a la niña Apolonia y el traslado de la parroquia del Cobre a su santuario. La estampa con pequeñas variaciones fue reimpresa varias veces, en la que tal vez sea la primera, se señala un año (1814)[2] y el texto de: Parroquia y Plaza de la Villa del Cobre.
El impreso resulta muy didáctico y tomando en cuenta la existencia de muchas imágenes parecidas de la Virgen no publica solo esta, sino como ya describimos, también los seis dibujos alegóricos a los aspectos fundamentales de su tradición histórica (recordemos los altos índices de analfabetismo en la época), en los cuales y no debió ser por casualidad, aparecen tres veces la canoa (símbolo aborigen) y los tres descubridores: dos indios y un negrito. Las viñetas y la imagen de la Virgen son sostenidas por dos frondosos árboles que brotan de la tierra, toda una alegoría a la procedencia criolla de la última. Posteriormente en 1816 se realiza un óleo sobre tela que aún se conserva en el Museo Arquidiocesano de Santiago de Cuba, muy parecido al grabado de la postal,[3] donde en la parte superior se puede leer el nombre de los descubridores y el año del suceso: “Aparecida en la Bahía de Nipe (Isla de Cuba) a Juan Hoyo, Juan Indio y Juan Esclavo”. Año de 1628, lema que seguramente estaba también en la estampa. Con la imagen impresa, ya la Virgen está lista para comenzar su viaje de presentación por toda la Isla.
En 1815 el capellán de la Virgen de origen español, Alejandro José de Paz y Ascanio, imprime el “Ofrecimiento diario o los quince misterios, en el VÍA CRUCIS, que se rezan en el Santuario del Cobre, a la Santísima Virgen de la Caridad. Para ganar las indulgencias que están concedidas en dicho rezo”[4] en la imprenta de Alqueza. Entre 1817 y 1829 en Santiago se establecen tres imprentas más, la de José Eugenio Toledo (llamada La Liberal), la de Loreto Espinal o Espinel, conocida también como la del Real Consulado, y la de Andrés Perler. Por estos años apareció publicada la Novena de la Virgen Santísima de la Caridad del Cobre, de la autoría de Bernardo o Bernardino Ramírez, quien había sido capellán de la Virgen desde 1771 hasta 1788.[5] A finales de este periodo ya las estampas, las oraciones, la novena mencionada, y con seguridad otros impresos que no han llegado a nosotros, han posibilitado un aumento del número de devotos y una necesidad de conocer más sobre la Virgen, permitiendo dar paso a un empeño mayor, el de publicar un libro con la historia y los milagros de la Virgen cobreña.
En 1829 nuevamente Alejandro Paz Ascanio se ocupa de la titular de su santuario y entrega a la imprenta un libro sobre la historia de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre, considerando en su introducción que: “debía excitar la atención de todo este país”.[6] Los ejemplares del libro de más de 100 páginas y titulado: Historia de la aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, sacada de un manuscrito que el primer capellán que fue de ella presbítero D. Onofre de Fonseca, componía por el año de 1703 y sacaba de los autos que en el de 1688 se formaron ante juez competente, los cuales se hallan en el archivo de la Santa Casa, por el Presbítero D. Bernardo Ramírez, Capellán que también fue de la Santísima Virgen. Salió publicado con el pie de imprenta de L. Espinal, 1829 (Santiago de) Cuba. El libro parece haber tenido una gran acogida pues al año siguiente se vuelve a imprimir por la misma imprenta, ahora con el pie de: Imprenta del Real Consulado.
La historia de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre según Fonseca y Ramírez
El libro comienza con una advertencia al lector donde comunica sobre las escasas fuentes existentes sobre la aparición, siendo la principal un folleto compuesto por el presbítero Bernardo Ramírez (el mismo de la novena) en 1782 basado en otro más antiguo hecho por el capellán del santuario D. Onofre Fonseca en 1703.
Al inicio se ponen ejemplos del culto mariano realizado por nuestros aborígenes, motivados por diversas circunstancias (naufragios y extravíos de españoles en la Isla) después del descubrimiento y antes de la conquista.[7] Pasa a la aparición en Nipe: donde cuenta que a principios de los años 1600 salieron del Hato de Barajagua, perteneciente al pueblo de Minas del Cobre, tres hombres: dos de ellos indios y hermanos nombrados Rodrigo de Joyos y Juan de Joyos, acompañados de un moreno criollo como de 9 o 10 años llamado Juan Moreno; con el objetivo de buscar sal en la Bahía de Nipe. Basado en cálculos no muy seguros se da como fecha del acontecimiento a 1627 o 1628.
Se alojan en un lugar llamado Cayo Francés o la Vigía, intentan durante tres días salir a la costa para conseguir la sal, pero no pueden por las malas condiciones del tiempo, y durante la madrugada del cuarto salen a cumplir su objetivo. Al amanecer, en un mar sorprendentemente tranquilo, los tres navegantes distinguen en la distancia un bulto blanco flotando sobre el agua, se aproximan y descubren que es una imagen de María Santísima flotando sobre una tablilla a manera de balsa, la toman e introducen en la canoa. La Virgen traía un niño en su mano izquierda y en la derecha una cruz de oro, en la tablilla Rodrigo de Joyos, el único que sabía leer, lee una inscripción: Yo Soy la Virgen de la Caridad.
Con la imagen siguen su viaje, envasan tres tercios de sal en un recipiente confeccionado con yaguas y muy contentos por el hallazgo tocan tierra, colocando la Virgen en una barbacoa, después recorren las 15 leguas entre Nipe y el hato de Barajagua, llevándola a continuación al caserío del Real de Minas de Cobre, distante también a unas 15 leguas de Barajagua. También se informa que en 1688, cuando se hicieron las primeras pesquisas para confirmar la historia de la aparición de la Virgen, el único sobreviviente de los testigos era Juan Moreno, quien declaró sin precisar fecha ni año la veracidad del hecho; también declararon otras personas a las cuales les había sido contada la historia.[8]
Teoriza sobre la posible procedencia de la Virgen al expresar que esta podía ser la misma que hacía más de 100 años había sido entregada por un naufrago español a un cacique indio, el cual después de venerarla de conjunto con su tribu por mucho tiempo, para que no cayera en poder de sus enemigos la había echado a un rio. Se relatan algunos hechos de la Virgen, como su desaparición del altar durante tres noches consecutivas, reapareciendo siempre de forma milagrosa en las mañanas. La aparición a una niña nombrada Apolonia, la que yendo un día a buscar a su madre vio la imagen en un cerro situado entre la población y la mina, donde por lo divino de la aparición debía construirse el santuario. Después pasa a relatar gran cantidad de los milagros de la Virgen de forma cronológica, y entremezclados con la historia del lugar.
No deja sin comentar sobre la riqueza del altar y la imagen, la gran cantidad de exvotos con que se cuenta de peregrinos de toda la Isla, refiere sobre las fiestas que se celebran en honor a la titular que se prolongan durante 15 días o más, desde el 8 de septiembre hasta el 29 o 30 del mismo mes, llegando en ocasiones hasta el 4 de octubre, manifestando que estas son amenizadas con bailes, música, comidas, fogatas, juegos y locuras nocturnas, pareciendo que la villa deliraba, que no dormía.
Lo subrayado en negrita aparece textual en el libro y son palabras de origen aborigen exceptuando criollo, que era la forma en que se denominaba desde antes de terminar el siglo XVI a los nacidos en el nuevo mundo de ascendientes venidos del viejo, sin importar el color de la piel, el estado político o la condición social. Los criollos se diferencian de sus padres no nacidos en Cuba por su relación con un medio natural, social y espiritual diferente; no tienen memoria histórica ni nexo emocional con el lugar de origen de estos, sus modos de vida y de actuar responden a sus necesidades materiales y espirituales, sintiéndose hijos de la tierra que los vio nacer. El término fue vetado en muchas de las ediciones de la colonia por considerarlo políticamente diferenciador entre los españoles nacidos en España y los nacidos en América.
El texto reboza cubanismos, proporcionándole un peculiar sabor criollo diferente de las tradicionales historias de santos y vírgenes; además, se puede catalogar como una historia local muy sui generis, donde aparecen mezcladas e interactuando todas las clases sociales y grupos étnicos existentes en el momento.
En las imágenes analizadas se aprecia, en algunos aspectos, que la tradición fue más fuerte que la historia acabada de referir y ya vimos como en el óleo de 1816 dice: “Aparecida en la Bahía de Nipe (Isla de Cuba) a Juan Hoyo, Juan Indio y Juan Esclavo año de 1628”, lema que también se va a mantener en posteriores impresos del mismo tipo, se le fija un año a la aparición: 1628 (hoy se considera a 1612 como año del suceso)[9] y varían algunos nombres y apellidos de los protagonistas del hecho, convirtiéndolos en tres Juanes, más adecuados al contexto histórico de los 1800: Rodrigo de Joyos (el único que sabía leer), ahora es Juan Hoyo, Juan Joyo ahora es Juan Indio, Juan Moreno ahora se define más como Juan Esclavo y con el tiempo, en una época más radical, Juan Hoyo se convertiría en Juan Criollo, o sea, tres que son uno y son muchos: el pueblo de Cuba. Recordemos que el nombre dado a la Isla por Colón cuando la descubrió fue el de Juana, una Juana española, pero que ya en el siglo xix se siente diferente, criolla, surgida de la mezcla de lo español, lo indio y lo negro.
Con la edición del libro, ya estaba completo el arsenal publicitario necesario para intentar una empresa de mayor magnitud, la conquista de la capital del país.
La etapa habanera
En La Habana se va a repetir la experiencia santiaguera. Ya en 1836 se lee: La Caridad del Cobre,[10] en una “Lista de láminas grabadas en metal de varias clases de Santos que existen en esta imprenta”, publicada por la imprenta de Boloña. De esta imagen no hemos podido ver ninguna, pero suponemos debió ser muy parecida a las impresas en Santiago.
Sobre el uso dado a estas láminas en la época en la capital y por extensión en toda la isla, nos refiere Cirilo Villaverde en su monumental obra Cecilia Valdés:
“Las estampas, sin cuadro, pegadas a las paredes con oblea o engrudo eran más numerosas que los letreros, todas de santos, impresas por el impresor Boloña en papel común, y recogidos de manos de los demandantes en los conventos a cambio de limosnas o compradas a las puertas de las iglesias en los días de fiesta”.[11]
En 1840 se publica la Historia de la Aparición Milagrosa…, de Fonseca y Ramírez, por la imprenta habanera Fraternal y perteneciente a los hermanos cubanos Juan y Alejandro Díaz de Castro. Antes o por la misma fecha debió publicarse un novenario como lo atestigua la existencia en 1841 de la “Novena a Nuestra Señora de la Caridad”, reimpreso en la Habana en 1841 por D. Pedro Martínez, Calle de Villegas No. 84.
Nótese como no es una primera edición, sino una reimpresión. Suponemos sea el mismo que se publicó en Santiago de la autoría de Bernardino Ramírez. Contiene la Novena, la Carta de Esclavitud y los “Gozos de Nuestra Señora”,[12] los Gozos nos presentan a la Virgen como: Protectora contra las enfermedades, tormentas, peligro de morir ahogado, hambres, tempestades, epidemias y terremotos; Curadora milagrosa de ciegos, cojos, tullidos, baldados, frenéticos, leprosos, llagas y fiebres; Favorecedora del parto y la fecundidad. Los Gozos van a revestir gran importancia en la aceptación pública, pues no solo nos presentan a la Virgen María como la madre de Jesús, sino como una deidad altamente milagrosa, lo que le da un carácter utilitario fundamental para la sociedad de la época, sobre todo para las clases mas desposeídas, discriminadas y explotadas (esclavos, negros, mulatos, pobres, campesinos), las que al no poder encontrar la razón lógica de sus miserias y angustias, siempre van a estar a la espera de un socorrido milagro que les ayude a subsistir.
Demandas histórico-culturales de la época, analizadas a través de algunos sucesos literarios
Para entender por qué la difusión del conocimiento sobre la Caridad del Cobre gozó de alta demanda entre santiagueros y habaneros, al extremo de hacer los primeros una reedición de la Historia de la Aparición… y los segundos una reimpresión de la Novena, es necesario hacer un análisis de las demandas sociales en la época, estudio que proponemos centrar en el ámbito de acontecimientos histórico-culturales de carácter literario.
Por diferentes cambios ocurridos en Cuba, España y América en los órdenes políticos, económicos y culturales, la sociedad cubana en los años 30 del siglo xix —en los cuales se publican tres ediciones de la Historia— estaba inmersa en la formación de su nacionalidad. En los intelectuales predominaba una búsqueda de las raíces culturales, de lo cubano, de lo diferenciador, de lo criollo y lo aborigen; que fundamentara el origen de una ciudadanía diferente, proceso surgido para unos a finales del siglo xviii y para los de ideas más radicales desde el xvi. En la literatura y los estudios históricos, los investigadores van a hurgar en viejos archivos al encuentro, podríamos llamarlo, de sus primicias históricas y literarias, de sus raíces como pueblo; a la vez que intentan dejar plasmado en sus obras mediante el realismo crítico lo diario, lo actual.
Para ejemplificar lo anterior, analicemos como debía ser la novela que se necesitaba escribir en Cuba y por ende en cuales cuestiones estaba centrada la atención de los lectores y público en general. En 1838, Félix Tanco Bosmenier (1797-1871) escribe a Domingo Delmonte (1804-1853), uno de los principales intelectuales de la época: “digo que es preciso presentar los contrastes de los dos colores de nuestra población: los negros y los blancos trabajándose mutuamente, pervirtiéndose hasta en lo mas indiferente de la vida, de tal manera que en los blancos se vea a los negros, y en los negros a los blancos. Hasta ahora parece que se ha tenido y se tiene miedo, o se tiene escrúpulos o asco de presentar a los negros en escenas o novelas, junto con los primeros, así como se presentan en los padrones, y como si no estuviésemos en la realidad, no ya juntos, sino injertados, amalgamados como cualquier confección farmacéutica.”[13]
Esa era la sociedad a describir, los criollos —ahora no solo los nacidos en Cuba, sino también los criados en ella— han tomado conciencia de lo que son, sintiendo la necesidad de expresarlo mediante la literatura y justificarlo a través de la búsqueda de sus orígenes culturales. Producto de ello van a ver la luz en esta etapa varios textos clásicos que responden a esta necesidad.
En 1830 se publica la primera historia de Cuba escrita por un cubano, datada en 1761 y encontrada en los archivos de la Sociedad Económica de Amigos del País. Se titula Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales, escrita por José Martín Félix de Arrate (1701-1765). Sobre ella comenta la investigadora Carmen Almodóvar Muñoz: “la obra ha de sufrir algunas mutilaciones, indispensables para garantizar su publicación, en un ambiente donde las contradicciones entre la metrópoli y su colonia cobraban ya perfiles propios. La censura ha de alcanzar, tanto al término ‘criollo’ que se sustituye por la frase ‘naturales del país’ —en la mayoría de los casos— como a párrafos completos de la historia de Arrate, donde este exalta vivamente los valores y méritos de su patria natal. Pese a lo suprimido, la obra no pierde el marcado espíritu localista que su autor quiso imprimirle”.[14]
En 1838 se da a conocer, a través del periódico habanero El Plantel, el llamado primer monumento de la literatura cubana: el Espejo de paciencia, de Silvestre de Balboa, fechado el 30 de julio de 1608 en la villa de Puerto Príncipe (actual Camaguey) y encontrado también en los archivos de la Sociedad Económica de Amigos del País. El tema está basado en hechos ocurridos cuatro años antes, el secuestro y posterior liberación del obispo de Cuba, Juan de las Cabezas Altamirano, por el corsario francés Gilberto Girón, en el oriental poblado de Yara, donde se encontraba de visita. Describe su rescate por unos pobladores de Bayamo, siguiendo a continuación una batalla entre los vecinos (españoles, negros, indios, criollos blancos, criollos negros) y los piratas franceses autores del secuestro, en ella, un negro esclavo nombrado Salvador da muerte al cabecilla Girón. El poema presenta un héroe épico colectivo en defensa de su territorio ante el ataque de enemigos extranjeros, la comunidad de vecinos unida por unos ideales semejantes, pero individualizado a la vez, identificando a cada uno de los combatientes por su nombre.
Sobre este documento y la Historia de la Aparición… el investigador José Juan Arrom hace una exhaustiva comparación de la que creemos valida insertar una parte: “El poderoso fermento que actuó en aquellas circunstancias para que los dos milagros, el religioso y el poético, ocurriesen simultáneamente, fue a lo que colijo, de carácter cultural. Comparando los relatos de Balboa y Ramírez es fácil descubrir que al finalizar el siglo XVI ya Cuba había dejado de ser una sociedad separadamente india, africana y española, es decir, con los factores étnicos que integran nuestra nacionalidad simplemente yuxtapuestos. Era indoafroespañola, es decir producto de un proceso de fusión y síntesis que acaba de culminar en la formación de una sociedad distinta, auténticamente criolla.”[15] También, agregamos, despierta curiosidad la divulgación simultánea de las dos historias, lo que imputamos a una necesidad histórica y cultural de la época.
Por último, en 1839 se publica la primera parte de una de las obras cumbres de nuestra narrativa: la novela de Cirilo Villaverde Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, una descripción insuperable de cómo se vivía en Cuba en las primeras décadas del siglo xix. Marcando precisamente, en esta etapa, el surgimiento de la novela en Cuba, donde la protagonista, cuyo nombre da título a la obra, es una agraciada mulata criolla conocida también con el apelativo de la Virgencita de Bronce, dado el color de su piel.
Cecilia… describe la realidad existente en la sociedad, una sociedad criolla, mezcla y fusión de todos los componentes étnicos, mientras la Llave…, el Espejo de paciencia y la Historia de la Aparición… —que también se debe incluir dadas sus características comunes con los anteriores—, todos encontrados en viejos archivos, fundamentan la existencia de este criollismo desde finales del siglo xvi y principios de xvii.
Son estos diez años cruciales en el afianzamiento de la cultura cubana, se publica la primera historia de la Isla de Cuba escrita por un cubano, se da a conocer el primer poema escrito en Cuba, se edita la primera parte de una de nuestras mejores novelas y por qué no, se da a conocer uno de los mayores monumentos cubanos de la historia y literatura religiosas. Es clara la existencia de un denominador común, el criollismo y su fundamentación, que no creemos casualid, sino necesidad, se están sentando las bases espirituales de la nación que somos hoy y que unos pocos años después saldría el pueblo a reclamar en nuestra primera guerra de independencia.
Sin duda, la Historia de la Aparición… no pudo escoger mejor momento para empezar a ser divulgada a través de la imprenta.
Un retorno a Santiago. Otra vez La Habana y un diseño nuevo
Ya los materiales impresos necesarios para la propagación del conocimiento sobre la Virgen de la Caridad del Cobre estaban creados y circulando por todo el país, ahora solo restaba mantener el interés, detalle del que se ocuparía el Arzobispado desde Santiago de Cuba. Por su parte, en La Habana a través de libros e impresos ya puede apreciarse el resultado de la difusión.

Postal editada durante el Arzobispado de Fray Cirilo de Alameda y Brea en Santiago de Cuba (1831 y 1849).
Entre 1831 y 1849, siendo arzobispo Fray Cirilo de Alameda y Brea, aparece una estampa[16] donde aún se refleja el paisaje del Cobre de 1814, aunque en los ornamentos ya no aparecen los dos árboles de los cuales pendían las viñetas, sino que estas ahora van a estar fijadas en una especie de enrejado. Al final se exhorta a los devotos: “El Excmo. Ilmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Fray Cirilo de Alameda y Brea, el Excmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Mariano Rodríguez de Olmedo, el Ilmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Joaquín de Osés y Alzúa y Cooparacio, dignísimos Arzobispos de Cuba. y el Ilmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Juan Sacristán Arzobispo de Sta Fé, tienen concedido cada uno ochenta días de indulgencia a todo el que resare devotamente una Ave María delante de esta Santísima Virgen de la Caridad”. Todo parece indicar, como veremos más adelante, que cada arzobispo emitía una postal y concedía días de perdón.
Un cambio en el diseño del poblado, ahora más urbanizado, se produce en el grabado que acompaña una tercera edición santiaguera de la Historia de la Aparición… en 1853 editada por la Imprenta de la Viuda e Hijos de Espinal. También en 1858, por la misma imprenta, se reimprime el libro.[17]
En La Habana en 1852 se publica el Manual de la Isla de Cuba, del periodista y agrimensor español José García de Arboleya, reeditándose siete años después en una edición ampliada y actualizada. En el libro, el autor basado en la Historia…, de Fonseca y Ramírez de 1829, brinda un resumen de la misma pasando a comentar sobre las concurridas fiestas que se celebran cada año en la referida localidad en honor de la Caridad con la asistencia de peregrinos de toda la Isla, al final considera que Cuba debe guardar y reverenciar la imagen ya que “es una de las más bellas tradiciones de tus nobles indios y los primeros días de tu civilización, es un testimonio de tus virtudes cristianas y de tus instintos generosos; es una esperanza en tus aflicciones y hasta un escudo contra tus enemigos. No importan los tiros de incredulidad; ni ella cura las llagas del corazón, ni ella ni la humanidad entera pueden ofrecer un objeto más digno de veneración; No, que ni la poesía ha combinado jamás tan sublime conjunto de palabras como las que empleas para nombrar a esa tu divina protectora: Virgen Madre de la Caridad”.[18] Ya Arboleya la ve como una imagen auténtica cubana, entrelazada con la historia de la misma, considerándola Patrona de la Isla.
Dentro del texto se incluyen además dos grabados: uno con la imagen de la Virgen con sus atributos y desprovista de cualquier alegoría histórica, el otro constituye una vista del poblado y el santuario del Cobre que consideramos representa a la villa en los años 40.
En 1859 aparece un curioso impreso[19] con un diseño que se aparta del de las postales y grabados tradicionales acercándose a la concepción actual de las mismas. Impreso en la Litografía del Gobierno e Imprenta en Muralla 70, La Habana se refiere a la proclamación de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona, por el 4o. Batallón de Voluntarios de La Habana aprobada por el Capitán General de la Isla, el 20 de abril de 1859 y reconocida en solemne acto el 11 de septiembre del mismo año. La Virgen mantiene los atributos usuales, pero ahora solo la acompañan los descubridores: los dos indios y el negrito aparecen en un bote a sus pies, diseño que recuerda la segunda de las viñetas de la estampa clásica, la del texto de: “La Virgen viaja en canoa”. Al pie trae una oración donde se invoca el favor de la Virgen para proteger al Batallón, a la Reina, el ejército y la seguridad de la Isla: “A ti madre misericordiosa, esperanza y guía de los pecadores, dirigimos nuestras plegarias. Tú eres el fanal que ilumina al hombre en el torbellino del mundo, la nave que le conduce al puerto de la felicidad, el áncora que le sostiene en las oleadas del infortunio —Dígnate Señora, acogernos bajo tu poderoso patrocinio. Condúcenos por el sendero de la virtud y del honor, y abrázanos con el fuego purísimo de la caridad. No permitas se empañen nuestras almas con las negras manchas de la culpa; y desde el sitio de magestad (sic) que ocupas a la diestra de tu divino hijo, intercede por nosotros, y alcánzanos de la Omnipotencia un manantial fecundo de bienes en provecho de la nación, de nuestra reina y del egercito (sic) a quien está encomendada la seguridad de esta Isla— Amén.

Grabado de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona del 4o. Batallón de Voluntarios de La Habana, 1859.
Grabado de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona del 4o. Batallón de Voluntarios de La Habana, 1859.
El hecho, según la Gaceta de la Habana, correspondiente al 22 de septiembre, se efectuó el día que refiere la estampa a las siete de la mañana en la iglesia de Guadalupe,[20] donde la misa fue oficiada por el presbítero Rafael Toymil, secretario de Cámara y Gobierno del Obispado de La Habana, a las nueve continuó la actividad con una fiesta y a las cuatro y media de la tarde una procesión. Ya desde el día 9 habían comenzado los festejos con la presentación de la bandera del Batallón, “en la que aparecía primorosamente pintada la imagen con dos voluntarios ingeniosamente ejecutados.”[21] De lo anterior se infiere que el Obispado habanero, ya por esta fecha, al menos conocía de la existencia de la Caridad del Cobre, cuestión que hasta ahora e incluso más tarde, como veremos, y dentro de la época que estudiamos, aún no se manifiesta claramente pues no hemos encontrado constancia de ninguna acción con respecto a la divulgación sobre el conocimiento de la Virgen. También podemos deducir que la bandera del Batallón no tenía el mismo diseño del grabado, siendo este último, al parecer, una obra posterior, independiente de los pareceres de la Iglesia.
El batallón podía estar compuesto por blancos peninsulares asentados en la Isla o por pardos o morenos (mulatos o negros) criollos o de nación[22], no hemos podido determinarlo con precisión. Si era de los primeros, habrá que considerarlo como un gran logro en la aceptación de la Virgen, al desechar los españoles todas sus advocaciones nativas para afiliarse a una foránea. En el caso de los segundos, a nuestro parecer, resultaba más sencillo al ser africanos o nativos de la Isla y asumir a la Caridad del Cobre en un proceso sincrético, como se considera hoy, como la deidad u orisha del panteón yoruba Oshún, señora de las fuentes y los ríos, legado de sus ancestrales culturas, u otra deidad africana de los panteones Arara (Masé) o Congo (Mamá Chola).
A favor de la última hipótesis, nos parece apreciar ciertos rasgos amulatados en los Juanes[23] y tenemos conocimiento, además, de que en la referida iglesia de Guadalupe existía en ese mismo año una cofradía o hermandad de pardos y morenos con el nombre de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre,[24] asociaciones estas que estuvieron muy vinculadas a los batallones a través de la historia. También se conoce de la existencia de un óleo datado en la década de los 50 donde dos Juanes son negros y el otro mulato.[25]

Virgen de la Caridad, óleo sobre tela de autor anónimo. Datado en fecha cercana a 1850. Colección Ramos. USA.
Pruebas de formas de devoción a la Caridad del Cobre surgidas después de 1830
Iglesias, parroquias, cabildos, cofradías u otras referencias
Por estos años ha ocurrido un incremento del culto a la Caridad del Cobre pues se tienen noticias de que en 1831, en la antigua iglesia de Guadalupe de la capital, mencionada anteriormente, se dedicó uno de los altares a la Virgen de la Caridad; en Cárdenas, provincia de Matanzas, desde 1835 existía una ermita donde se veneraba una imagen de la Virgen de la Caridad, trasladada posteriormente, en 1846, a la Parroquial del poblado; en octubre de 1856 en Seibabo, en el camino de Santa Clara a Manicaragua, se inaugura una iglesia,[26] y en 1862 se erige la Iglesia Parroquial de Cantel-Camarioca, en Matanzas, ambas bajo la advocación de Nuestra Señora de la Caridad. También en la provincia de Matanzas, en el mapa de Vives (1824 -1831), se halla una referencia a un ingenio llamado Ntra. Señora de la Caridad del Cobre.[27]
También se conoce, dentro de un fenómeno poco estudiado, la existencia de asociaciones religiosas de ayuda mutua de africanos y sus descendientes bajo patrocinio de santos o advocaciones marianas (cabildos y cofradías).[28] Devociones bajo las cuales escondían alguna deidad africana propia, que asumían por la similitud existente en parte de sus historias, poderes, milagros, colores de sus ropas u otros; dando como resultado casos típicos de sincretismo. Simulaciones estas a las que se habían visto obligados al prohibírseles rendir culto a los dioses de su panteón. Bajo la advocación de la Caridad del Cobre se encuentran varias, entre ellas, en 1843 un cabildo de negros, naturales del Congo, con su sede en la calle San Rafael, número 65;[29] en 1859 la cofradía con sede en la iglesia de Guadalupe sobre la cual comentamos anteriormente, la misma reporta su presencia además en 1869 y 1899; en 1865 otra cofradía con sede en la Iglesia de Santo Domingo en Guanabacoa,[30] y por último en 1868, otro cabildo de naturales del Congo sin precisar ubicación.[31]
Con anterioridad, la imagen de la Caridad se veneraba además de en El Cobre, en un altar de la Parroquial Mayor de Bayamo (1648), una ermita a la Virgen de la Caridad en Sancti Spíritus, inaugurada en 1726 o 1727, otra desde 1734 en Santa María de Puerto Príncipe; hacia 1752 en la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, de Santiago de Cuba, existía una imagen de la Caridad, en tiempos del Arzobispado Antonio María Claret i Clará (del 20 de mayo 1850 al 20 de junio 1859), se reemplazaría o adicionaría otra procedente de un cabildo Congo bajo esta advocación[32] y por último en la de Quemados, abierta en 1747 en la provincia de La Habana.
Apréciese cómo en la etapa inmediata a la difusión del conocimiento sobre la Virgen mediante la imprenta, surgen en un periodo relativamente corto de tiempo un número de iglesias o parroquias donde se veneraba igual al existente en los 200 años anteriores.
¿Influyó la imprenta? Opinamos que sí, pues si bien no podemos afirmar que el culto realizado antes de 1830, en Sancti Spíritus y La Habana fuera a la Caridad del Cobre y no a otra vocación de la Caridad, típica de varios lugares de España, en el caso de los surgidos después de 1830 sí son a la Caridad del Cobre, ya que como demuestran los impresos habaneros existía una demanda de ese tipo de literatura religiosa en la parte occidental de la Isla.
La noticia de Sagua la Grande de 1843
Otro dato que expresa sobre el conocimiento de la Virgen, esta vez hacia el centro de la Isla, es la noticia que da el médico norteamericano John George Wunderman (1810-1849) en su libro Notas sobre Cuba. El que visitó por última vez Cuba en el año 1843 y nos ofrece una interesante visión sobre el culto a la Virgen María en Cuba, en sus advocaciones de la Virgen de Regla y Virgen de la Caridad: “La Santa Virgen en Cuba, como en todos los otros países católicos, es objeto de adoración particular; pero aquí posee diferentes atributos en cada altar. Así, la Virgen de Regla protege sobre todo los intereses de todos los marineros: y a 150 leguas de Sagua (Sagua la Grande, población al centro de la Isla) está la Virgen del Cobre, que solo atendía a la curación de las llagas. Uno de nuestros vecinos pobres le había ofrecido una pierna de plata si ella la curaba la suya de una fea úlcera que lo había atormentado largo tiempo. Sus oraciones habían sido oídas, y mi huésped lo encontró en su peregrinación al santuario con su ofrenda, al cual viajaba sin cédula ni bolsa, y sin tesoro, excepto un modelo de plata de una pierna tan grande como su dedo meñique. El creía tan firmemente que ella atendería a sus necesidades en el largo peregrinaje, como creía que ella había sido el medio principal de la curación de su pierna”. [33]
El óleo de la Virgen de la Caridad del Cobre, realizado por un pintor santaclareño en 1866. Otra Virgen criolla con una historia muy parecida
En los fondos del Obispado de Santa Clara, ciudad al centro de la isla, se encuentra un óleo del destacado pintor y fotógrafo santaclareño Antonio de León (1818-1890)[34] de la aparición de la Virgen de la Caridad y fechado en 1866.[35] Resulta muy parecido al del grabado habanero de 1859 y mas próximo a las estampas actuales; la Virgen mantiene sus atributos, pero ahora los descubridores son: el negrito y dos blancos, uno de los cuales, para mantenernos fieles a la historia, se puede asumir como un criollo de ascendencia europea, por las patillas, y el otro como un indio, por ser lampiño y tener el pelo largo.
¿Qué inspiró a León a realizar el óleo, si en ese tiempo no se conoce de ninguna manifestación de devoción a la Virgen de la Caridad en la ciudad de Santa Clara? ¿Circularía ya por la Isla una estampa parecida a la del habanero Cuarto Batallón de Voluntarios? Para la segunda interrogante aún no tenemos respuesta, en cuanto a la primera se conoce que en la referida localidad sucedía un curioso fenómeno que podría darle respuesta en parte: se veneraba una Virgen, la del Buen Viaje con una historia muy parecida a la de la Caridad. Fernando Ortiz al comentar sobre ella refiere: “Entonces la devoción de la Virgen de la Caridad, aparecida en Nipe el año de 1627 según unos dicen, o traída a Cuba de Illescas por 1628 según otros, fue arraigada en la villa del Cobre, cerca de Santiago; pero se unía o confundía en Remedios con la patronímica virgen de Remedios, y esa advocación marinera allí se veneraba también con el nombre de la Virgen del Buen Viaje. Para esta advocación se duplicó la leyenda de la Virgen de la Caridad del Cobre de Oriente. Tres pescadores (a veces más) sufren un temporal (en octubre de 1601 o 1602), encuentran una caja flotando y en ella una imagen de la Virgen. En vez de ocurrir en la bahía de Nipe, esta versión sucede en El Tesico, que era un lugar embarcadero de Remedios. Y si se le dice del Buen Viaje es porque se alzó su altar en la ermita del Cristo del Buen viaje, de donde le vino el nombre”. [36]
Dentro del desarrollo de historia va a estar presente, al igual que en la del Cobre, el componente negro, pues los pescadores de regreso al pueblo; deciden dejar temporalmente la imagen en casa de un anciano africano de origen lucumí —nombre con el que fueron conocidos en Cuba los yorubas de Nigeria— encargándole que la lleve al día siguiente a la iglesia, siendo él quien primero le rinde culto. Más tarde la Virgen de diversas maneras se niega a abandonar la morada del anciano, regresando de manera milagrosa de la iglesia a la casa del mismo cuantas veces intentaron trasladarla, por lo que se decidió construir en aquel lugar “elegido” por la Virgen, el santuario correspondiente.
Esta Virgen, también con un niño en sus brazos, si bien no traía el nombre de la advocación, como la de la Caridad, a diferencia si indicaba su lugar de fabricación: Barcelona, España. El lugar donde ocurren los hechos, la ciudad de Remedios, fue una de la primeras fundaciones de los españoles en Cuba a principios del siglo xvi, hoy se le conoce como la “octava villa” y fue la que en 1689, cuando un grupo de vecinos decide trasladarse, da lugar al establecimiento de Santa Clara.
En esta última ciudad en 1707 un pardo (mulato) y dos morenos (negros) promueven la erección de una Iglesia y el establecimiento de una cofradía, con el nombre la primera y bajo la advocación la segunda, de la Virgen del Buen Viaje, lo que es aprobado por el obispo Gerónimo Valdés que se encontraba en la naciente villa. El templo, de madera y guano, después de varios inconvenientes, quedó concluido a inicios de 1719 en un terreno que pertenecía a un cabildo congo. Con el transcurso del tiempo se remodeló varias veces y ya a principios de 1800 era un sólido y moderno edificio. Desde sus inicios se celebraban en el mismo variadas fiestas, siendo la más notable la de la titular. A propósito nos cuenta el historiador Manuel Dionisio González en 1858: “los que se tributan a la Virgen con el título del Buen Viaje el día de la Natividad y el domingo siguientes llevan a él un gentío extraordinario, que apenas puede discurrir por la plaza y sus alrededores, después de ocuparse todo el ámbito sagrado, atraídos muchos por la curiosidad de ver los cabildos de morenos de todas las naciones que asisten a todos aquellos actos, al son del ruido y acompasada algazara que causan sus tambores y sus cantos, vestidos unos de casaca, otros de levita con sombreros redondos y al tres de cuantas modas ha podido alcanzar el siglo presente y parte del pasado, todos de quitasol, para hacer los honores a la reina de la nación a quien toca la fiesta y demás morenas que la acompañan, unos con velas, otros con banderas y los empleados de los cabildos con la insignia, del bastón, yendo la reina bajo un disforme (sic) quitasol, hecho de ex profeso, y sostenido por uno de sus sirvientes”.[37] La descripción nos proporciona otra similitud, las dos vírgenes eran reverenciadas el 8 de septiembre.
Puede haber sucedido que Antonio de León haya tratado de pintar a la Virgen del Buen Viaje, pero dado lo común de las dos historias, la confusión que se creaba entre las mismas y la difusión que tenían la imagen e historia de la cobreña, haya obtenido esta última, aunque también puede ser que su intención haya sido siempre la de obtener la del Cobre y que ya para esa fecha, 1866, la del Buen Viaje y la Caridad estuvieran fundidas, en el imaginario popular santaclareño, en una sola, la del Cobre..
Apenas unos años mas tarde, hacia finales de los 70 y principio de los 80, ya estas fiestas del 8 de septiembre en la iglesia del Buen Viaje eran conocidos como la fiesta de la Caridad, como lo describe el historiador y costumbrista santaclareño Florentino Martínez en su Dos grandes fiestas populares: la del ruido y la silenciosa. Veamos:
“En Santa Clara se celebraban dos singulares fiestas anuales. Era una La fiesta de la Caridad el 8 de septiembre; la otra, la Semana Mayor que como se sabe, es movible. Contrastaban en otros tiempos, por lo ruidosa la primera, por silenciosa la otra…Era entonces terreno yermo todo el que ocupa actualmente el Convento de los Padres Pasionistas, el antiguo Cuartel de Bomberos Municipales, una parte del colegio Maristas y el fondo de la ermita del Buenviaje[38] hasta la calle Chiquitín Pedraza… cuando se acercaba el ocho de septiembre, los negros africanos, algo empapados de los ritos cristianos, y creyentes de buena fe, tomaban a su cargo la limpieza de todo ese espacio, incluso su guataqueo, para lo que se reunían en gran número, desde muy temprana hora de la madrugada, y tras la extracción de la basura, venia la guataquea general; todo ello para el mejor lucimiento de la fiesta de la Caridad, con salve la víspera y fuegos de artificio… en tanto duraba el trabajo, que duraba varios días, no cesaba el repiquetear de los tambores, para lo que se turnaban ‘tamboreros’ y guataqueadores; lo que se repetía de año en año, para terminar con el desfile de Cabildos, con su reina ala cabeza, bajo un enorme tapasol que el portador volteaba constantemente, y frente al cual y a la reina, desde luego, los dignatarios de los Cabildos hacían evoluciones con banderas, marchas y contramarchas.”[39]
Estas procesiones de los cabildos de nación fueron prohibidas a mediados de los 80 al abolirse la esclavitud en Cuba.
El cuadro santaclareño se encontraba en la antigua Parroquial de la localidad, derruida en 1923, después fue guardado por la distinguida familia García- Garófalo y en época reciente donado al Obispado, donde se restauró dado su mal estado de conservación. Esto último, como es lógico, nos deja sin poder hacer un análisis exhaustivo de la obra pues no sabemos hasta dónde llegó el pintor, ni cuánto es obra de los posibles restauradores, lo que sí es indudable es que lo tres Juanes en el bote estaban presentes en el original.
Suponemos que el óleo debió estar inicialmente en la iglesia santaclareña homónima de la remediana, del Buen Viaje y después, cuando le es entregada la misma, alrededor de 1892 a los reverendos padres pasionistas y comienzan a realizar su reparación, la pintura se trasladó a la Parroquial, donde permaneció hasta su demolición. Hoy y desde hace bastante tiempo la titular de la referida iglesia es la Caridad del Cobre.
La historia del hallazgo de la virgen del Buenviaje no se publicó hasta finales del siglo xix, manteniéndose mediante la tradición oral, Remedios va a poseer imprenta 1852 y Santa Clara en 1831, ya por estos años la Caridad contaba con todo su mecanismo de divulgación en marcha.
El óleo de Landaluze. Dos imágenes en pugna
También de esta época (segunda mitad del siglo xix) es un óleo muy parecido al del pintor santaclareño, realizado por Víctor Patricio Landaluze. En lo que se refiere a impresos no hemos hallado otro diseño parecido hasta 1897 en un folleto español de cuatro páginas y producido por la imprenta barcelonesa de Henrich y Cia, firmado con las iniciales A.M.G.V. con el titulo Cuba por Nuestra Señora de la Caridad, en el cual se confirma el carácter de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba.[40]
No obstante se conoce que ya por esa fecha se trataba el tema de la imagen de la Virgen: en 1867 se publica en Santiago por la imprenta de A. Martínez y del autor Feliciano Rodríguez un libro titulado Breves reflexiones acerca de la imagen de la Caridad” y al año siguiente otro, este del presbítero Fabriciano Rodríguez con el titulo de Brevísimas reflexiones acerca de la imagen de la Santísima Virgen bajo el titulo de la Caridad del Cobre,[41] editado por la misma imprenta.
Un poco más adelante hacia 1880, se observa que podían existir varias representaciones, pues en una estampa emitida en tiempos José Martín de Herrera y de la Iglesia, que fue arzobispo de Santiago de Cuba desde 1875 a 1889, se reproduce, en el formato habitual, la villa del Cobre de esa época y el nuevo santuario[42] acabado de construir poco tiempo antes, se resalta al pie: Verdadera imagen de Nuestra Señora de la Caridad y de los Remedios.[43]

Estampa editada en tiempos en que ocupó el arzobispado de Santiago de Cuba José Martín de Herrera y de la Iglesia, 1875 a 1889.
En ella el texto para la concesión de indulgencias dice:
“El Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo de Santiago de Cuba, Dr. D. Joaquin de Osés y Alzúa y Cooparacio concedió ochenta días de indulgencia á todo el que rezare ante esta sagrada Imagen una Ave María.”
“El Excmo. e Ilmo. Sr. Dr. D. José Martín de Herrera y de la Iglesia, Arzobispo de Santiago de Cuba, en acto de santa Pastoral, visita de 15 de setiembre de 1880, concedió ochenta días de indulgencia á todo el que ante esta sagrada imagen hiciese una novena.”
Aún mas tarde, a fines de siglo, todavía se insiste en el tema como lo demuestra otra estampa igual a la precedente a la que solo se le agrega en la parte inferior el nombre del nuevo arzobispo Francisco de Paula Barnada y Aguilar concediendo cien días de indulgencia, quien desempeñó la alta dignidad de 1899 a 1913.

Estampa editada en tiempos en que ocupó el Arzobispado de Santiago de Cuba Francisco de Paula Barnada y Aguilar (1899-1913). Fondo del Museo Arquidiocesano de Santiago de Cuba.
De lo anterior se puede inferir que la imagen de la Virgen y los tres Juanes en el bote surgió en el occidente de la Isla,[44] posiblemente en La Habana, en los años 50, producto de la interpretación popular de la historia, pues analizando las estampas, los óleos y los grabados con que contamos, observamos que el Arzobispado de Santiago mantuvo el diseño desde 1814 hasta finales de siglo con muy pocas variaciones, las principales en el atuendo de la Virgen y el entorno del Cobre, contexto este último que se representa casi igual desde el inicio hasta finales de los 40, época en que el poblado estuvo prácticamente deshabitado, cambiando después en los 50 y los 80, etapas estas que coinciden con tiempos de esplendor de la villa.
¿Existió una estrategia editorial?
En Santiago es claro que sí, no siendo igual en La Habana, donde, dada la escasez de noticias sobre vestigios impresos de la época dedicados a la Caridad del Cobre, no se puede realizar un análisis con más elementos sobre el proceso. Las causas de esta insuficiencia de referencias se puede explicar a través siguiente comentario de Bachiller y Morales sobre los “libros devotos”, dado en su Catálogo de bibliografía cubana desde los inicios de la imprenta en Cuba hasta 1840: “En las imprentas de D. Pedro Martínez y la que le precedió de D. José Boloña se han publicado originales y reimpreso una cantidad prodigiosa de novenas, ejercicios y libros piadosos, cuya enumeración sería fatigosa y casi imposible”.[45] No aparece ninguno de los libros aquí analizados. Tampoco aparecen la novena ni la edición santiaguera de 1853 en la relación de Trelles confeccionada a inicios del siglo xx y referida a los años desde 1841 a 1855.[46]
La estrategia comienza con la publicación de las primeras estampas en 1814 y años siguientes, consolidándose después con inusitada fuerza desde el 29 al 41 con las dos ediciones santiagueras de la historia (1829 y 1830); las estampas habaneras referidas en la Lista (1836), la edición de 1840 de la Historia…, la Novena reimpresa en 1841, de conjunto con otros impresos que no han llegado hasta nosotros o no se conocen. Propiciado el mismo por constituir la historia del hallazgo de la virgen una narración sobre los inicios del criollismo acorde con las demandas históricas y culturales de la época y contando con una bien definida táctica editorial en Santiago, que con la aprobación de los diferentes arzobispos, debió ser propulsada por Rev. P. Alejandro José de Paz y Ascanio, capellán del Santuario del Cobre dedicado al servicio de la Virgen por más de 40 años, desde 1794 hasta 1835. Recordemos sus palabras al editar la Historia… en Santiago: “debía exitar la atención de todo este país”, donde presupone.
Ya en la etapa habanera es más difícil suponer al promotor o los promotores, bien pudo prepararla el padre Paz y Ascanio antes de su fallecimiento en 1835, el Arzobispado santiaguero (el Obispado habanero no parece haberse interesado mucho en el asunto o no le correspondía, pues si nos fijamos en las diferentes estampas, siempre son autoridades religiosas de Santiago o foráneas los que conceden perdón a los que lean la oración o adquieran la estampa), pero pudieron existir otros promotores que pueden haber estado en todo el proceso o solo en partes de él, como por ejemplo: algún devoto; cualquier intelectual que llegando a las mismas conclusiones de Arrom, vistas anteriormente, determinara la historia y el culto necesarios a los intereses de creación de la nacionalidad; los miembros de cabildos y cofradías; algunos impresores teniendo en consideración las ganancias que podían obtener o producirse espontáneamente como reflejo de las acciones santiagueras y atendiendo a las demandas populares.
Como es lógico, no pretendemos decir la última palabra al respecto pues aún nos quedan muchas interrogantes por dilucidar. Entre ellas: ¿Existen otras impresiones de la Historia… u otros documentos…? ¿El proceso de hallazgo y publicación de la obra estará vinculado, de alguna forma, al mismo que dio como resultado el descubrimiento de Espejo de paciencia y la Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales? ¿Quién o quiénes sufragaron la edición habanera de la Historia… correspondiente a 1840 y la reimpresión de la Novena en 1841? ¿Sentirían los intelectuales de la época la necesidad de un Santo Patrono autóctono como símbolo identificativo y unitario, como ya lo tenían algunas naciones de América Latina? Por ahora no podemos responder, pero esperamos sean incentivo para nuevas indagaciones.
Epílogo
De lo que, como han demostrado estas huellas impresas, no tenemos ninguna duda es del importante papel de la imprenta como aliado eficaz en la divulgación del conocimiento sobre la Virgen de la Caridad del Cobre a nivel nacional de 1814 a 1868, dentro de una etapa de un exaltado criollismo, búsqueda de orígenes y símbolos de identidad. Recordemos que por estos años (1849-1850) son creados la bandera y el escudo de la futura nación que ya se venía venir. Esta divulgación, sin duda, allanó el camino para que se la reclame como Patrona, cuando el pueblo de Cuba toma las armas para conquistar su independencia.
En el transcurso del trabajo se observa que otras dos vírgenes, consideradas criollas, hubieran podido merecer esa distinción, la del Buenviaje y la de Regla. La primera, a pesar de contar con una historia bastante similar, tenía en contra varios aspectos: se sabía que procedía de España; no se le publicó una historia adecuada en el momento preciso; Remedios y Santa Clara estaban alejados de los centros de poder eclesiástico, el Arzobispado de Santiago y el Obispado de La Habana; la imprenta apareció con tardanza en ambas localidades.
La de Regla, con más potencialidades, contaba junto con la de la Caridad con una gran devoción popular, como ya hace notar Wunderman en 1843. Se había establecido su culto por 1687, oficializándose en 1714 como Patrona del Puerto y Bahía de La Habana. Al igual que la cobreña y otras fue asimilada por el sincretismo de los africanos y sus descendientes, su mayor limitante a nuestro ver es que carecía de una historia criolla como tal, pues traída su devoción desde España, ya contaba con una leyenda solida y bastante antigua al igual que las distintas advocaciones marianas veneradas en la Isla. Le faltó, al contrario de la del Cobre, la divulgación de una “prodigiosa aparición” o un “milagroso hallazgo” en el territorio de la Isla, implicando a los factores étnicos componentes de la nacionalidad. Además, algo fundamental, su culto no se originó a diferencia de la del Cobre en la región oriental del país donde se gestaron las revoluciones por nuestra independencia.
Los mambises en la guerra del 1868 y después en la del 1895 van a tener a la Caridad del Cobre como su Patrona oponiéndola a la Virgen de Covadonga, elegida por los españoles para la misma función. Casos parecidos se habían dado ya en la historia en otras ocasiones, el más reciente el de México, en 1810, donde el cura Hidalgo había tomado a la Virgen de Guadalupe como patrona de los separatistas mientras los ibéricos proclamaban a la Virgen de los Remedios.
En 1916, la Virgen de Caridad del Cobre es proclamada oficialmente Patrona de Cuba, partiendo fundamentalmente de la solicitud, emitida en Santiago de Cuba, de los veteranos de la guerra de independencia. Después fue titulada Reina en 1936 y por último coronada por Juan Pablo II en 1998 durante su visita a la Isla. Para el próximo año, 2012, se ha confirmado para los días del 26 al 28 de marzo la asistencia del Papa Benedicto XVI a Cuba y su visita al Cobre dentro de los actos por la celebración de los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen.[47]
Una versión inicial del presente trabajo fue presentado el Simposio sobre la Virgen de la Caridad en la historia nacional. Auspiciado por el Obispado de Santa Clara en el 2010. Con el título de “El papel de la imprenta en la difusión del conocimiento sobre la Caridad del Cobre” y bajo el seudónimo de Criollo, obteniendo el segundo premio. Más tarde con el mismo nombre participó en el VI Evento Nacional de Historia Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana. Dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre. Camagüey 2011. La presente forma parte de un trabajo más extenso del mismo nombre y es un regalo para las lectoras y lectores de VerbiClara.
[1] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 192.
[2] La estampa está tomada de “La Virgen de la Caridad del Cobre. Historia y Etnografía” 2008. De Fernando Ortiz. s/p, fig.17, como se observa es una reproducción de la revista Bohemia, publicada a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo pasado. Aparece con el subtitulo de: “La estampa más antigua que se conoce de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre”, no hemos encontrado la Bohemia original. El año que aparece la imagen puede ser apreciado como 1814. Las investigadoras Sussette Martínez Montero en “De la Leyenda a la Metáfora” articulo publicado en la Revista Verdad y Esperanza de la Unión Católica de Cuba en su segunda época, correspondiente al Año 2, No 2 del 2010 en la página 37 y Delia María López Campistrous en “Los Mantos de la Madre” publicado en el mismo número de la referida revista, en la Página 56. Refieren la existencia de esta estampa en el libro de Ortiz y la fechan como de 1814, en el trabajo se adopta la misma datación, aunque como veremos esta fecha parece haber sido común en las primeras estampas.
[3] En el diseño de este óleo nos basamos para datar la estampa como de 1814 o próxima a él.
[4] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 192.
[5] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 86, 173 y 331. La autora se refiere a un novenario con ese título y autor, sin fecha de edición, impreso en Santiago por la imprenta La Dichosa, no conocemos ninguna imprenta santiaguera de la época con ese nombre, pero la Novena si debió se impresa por estos años en Santiago.
[6] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 194. Existe otra historia sobre los sucesos elaborada en 1766 por el también Capellán de la Virgen (1743 – 171755), Julián Joseph Bravo titulada: Aparición prodigiosa de la Ynclita Ymagen de la Caridad que se venera en Santiago del Prado, y Real Minas de Cobre. Este manuscrito se mantiene inédito, Portuondo incluye fragmentos en las páginas de 305 a la 308. Para Bravo los tres descubridores son: los dos hermanos indios, Juan Diego y Juan Hoyo y el negrito de 10 o 12 años Juan Moreno o sea los tres tenían el mismo nombre; el que sabía leer era el primero.
[7] Los indios al entrar en contacto con las primeras imágenes de la Virgen María traídas por los españoles, la asimilan a su cosmogonía religiosa, ocurriendo un caso típico de sincretismo: María, la Madre de Dios, deidad española, se identifica con Atabey o Atabex, la Madre de Dios y Señora de las fuentes y los ríos, deidad taina. Adquiriendo la primera algunos atributos y funciones de la segunda.
[8] Gran parte de la Historia…, transcrita por Fernando Ortiz y Olga Portuondo, se puede apreciar en sus libros “La Virgen de la Caridad del Cobre. Historia y Etnografía” y “La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía” respectivamente. La Declaración de Juan Moreno, descubierta no hace mucho por el historiador Levi Marrero en los Archivos de Indias y fechada en 1687, se reproduce de forma facsimilar en la revista “Verdad y Esperanza” de la Unión Católica de Prensa de Cuba. Segunda Época. Año 1, No1. 2009. También reproduce el texto de la declaración la investigadora Olga Portuondo Zúñiga en “La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía” en sus dos ediciones.
[9] Para esta datación se toma como referencia la Declaración de Juan Moreno efectuada el 13 de marzo de 1687, donde este afirma: “que es de edad de 85 años…” y “siendo de diez años de edad fue por ranchero a la Bahía de Nipe…” de donde se infiere que debió nacer en 1602 y el hecho haber acontecido en 1612. Se da un margen de que el suceso pudo ocurrir entre 1612 y 1615 pero a falta de mejores indicaciones en la Asamblea Ordinaria del Episcopado Cubano correspondiente al 2006 se escogió a 1612 como el año del hallazgo. La fecha anterior (1627 ó 1628) dada por Fonseca y Ramírez en la “Historia de la Aparición…” se basaba también en lo declarado por Juan Moreno, pero entonces se asumía que en 1688 Juan Moreno tenia 70 o 71 años. Torres-Cuevas y Edelberto Leiva Lajara en su Historia de la Iglesia Católica en Cuba (1516 – 1789). La Habana 2008. Págs. 207 – 208. confirma como la fecha del hallazgo a 1612 para lo cual realiza un exhaustivo análisis de los datos brindados en la referida Declaración de Juan Moreno. Durante el siglo XX se consideraron también otras dos posibles fechas 1604 y 1606.
[10] Tomada de Fornet, Ambrosio: El Libro en Cuba. Siglos XVIII y XIX. Edit. Letras cubanas, la Habana. Cuba 1994. Pág. 37. Al comentar sobre la Lista el autor refiere: “En 1836 se vendían en la imprenta de Boloña unas doscientas láminas de santos de diferentes tipos…” Pág. 61.
[11] Piedra Bueno, Andrés: La Virgen María en la Literatura Cubana. Edición del Boletín de las Provincias Eclesiásticas. Imprenta de Albino Rodríguez. Habana. Núm. 553. 1955. Pág. 23.
[12] Cortesía de Jesús Llorens León. El librito consta de 22 páginas, la portada que debió presentar una imagen, está mutilada, solo conserva el pie de imprenta y en el reverso la palabra CARIDAD, tanto del texto de la novena como de los gozos se desprende que es dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre: “… hacer que vuestra Santísima Imagen se apareciera sobre las olas del mar con ese nombre…” Pág.3; “…como vuestra Santísima Imagen con el título de Caridad navegó sobre las olas del mar…” Pág. 5 y en los Gozos: “…Sobre las aguas viniste/ A dar al hombre consuelo, / Como una señal del Cielo/ A tres os apareciste…” Pág. 19 “…Vuestro nombre singular/ Tan bello, y tan exquisito/ En la tabla vino escrito/ Que os transportó por el mar…” Pág.20. Comparando las partes que reproduce, Olga Portuondo Zúñiga en: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 173 con el texto se llega a la conclusión de que es el mismo publicado en Santiago del autor Bernardino Rodríguez. Ortiz reproduce algunos fragmentos de los Gozos de la Virgen recopilados en los años 30 y 40 del pasado siglo, son iguales a estos, publicados en 1841. Ver “La Virgen de la Caridad del Cobre. Historia y Etnografía” páginas: 194, 236, 237 y 242.
[13] Bueno, Salvador: La Primitiva Narrativa antiesclavista en Cuba (1835 – 1839) en Letras y Cultura en Cuba. Edit. Pueblo y Educación. Habana. 1989. tomo VI. Pág. 493.
[14] Almodóvar Muñoz, Carmen: Antología Critica de la Historiografía Cubana. (época colonial). Edit. Pueblo y Educación. Habana 1986. Tomo I. Pág. 124.
[15] Arrom, José Juan: “La Virgen del Cobre: Historia, Leyenda y Símbolo Sincrético”, en Certidumbre de América. Edit. Letras Cubanas. Habana 1980. Pág. 202. Esta autor considera como año del hallazgo de la Caridad del Cobre a 1604, para lo cual se basa en datos del estudio de la investigadora Irene Wright, publicado con el titulo de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre (Santiago de Cuba), Nuestra señora de la Caridad de Illescas (Castilla España), en la revista Archivos del Folclore Cubano. Vol. III. Núm. 1, Págs. 5 – 15, correspondiente a enero – marzo de 1928; esta misma fecha también es referida por Friguls, Juan Emilio: La Iglesia Católica en la República. Diario de la Marina, número extraordinario por el 125 aniversario de la fundación del periódico. 15 de septiembre de 1957. Editada por Diario de la Marina S. A. Pág. 15
[16] López Campistrous, Delia María: Los Mantos de la Madre. Materiales del VI Evento Nacional de Historia Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana. Camagüey 2011.
[17] Tomado de Arrom, José Juan: La Virgen del Cobre: Historia, Leyenda y Símbolo Sincrético en Certidumbre de América. Edit. Letras Cubanas. Habana 1980. Pág. 207. Las ediciones de la Historia… que se conocen son: Según Arrom (Pág. 181) y Ortiz (2008 Pág. 53) las santiagueras de 1829, 1830, 1853 y la habanera de 1840, Arrom precisa que trabajó con la de 1853; según la Dra. Olga Portuondo (2008 pág. 44): La santiaguera de 1830, la habanera de 1840 y otra de Santiago, sin precisar impresor, de 1858. Por su parte Emilio Bacardí y Moreau en sus Crónicas de Santiago de Cuba (1925, Tomo II Pág. 250) y (1925, Tomo III Pág. 264) refiere las de 1829 y 1858, la primera editada por Loreto Espinal y la segunda por su viuda. Para nuestro trabajo, en consecuencia, tomamos las de 1829, 1830, 1840, 1853 y 1858. Existen otras ediciones de la Historia…, pero de una etapa posterior a la que tratamos: en 1916 una “segunda edición” producida por la imprenta de Daniel Bermúdez de La Habana y otra, con una actualización por el Capellán de la Virgen Padre J. Antonio Veyrunes Dubois. Santiago de Cuba. 1935. Resulta curioso que la primera edición santiaguera de la Historia de la Aparición… se realice en fecha muy cercana al bicentenario de la fecha del hallazgo que atestigua el libro (1828). ¿Se habrá hecho en homenaje al mismo?
[18] García Arboleya, José: Manual de la Isla de Cuba. Compendio de su Historia, Geografía, Estadística y Administración. Segunda Edición, corregida y aumentada. Habana. Imprenta del Tiempo. Calle Cuba, No 110. 1859. Pág.382.
[19] Martínez Montero, Sussette: De la Leyenda a la Metáfora. Materiales del VI Evento Nacional de Historia Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana. Camagüey 2011. También el historiador Emilio Roig de Leuchsering, refiere el hecho en las páginas 103 – 106 de su «La iglesia católica contra la Independencia de Cuba”. La Habana 1960. Donde describe el grabado pero no lo incluye.
[20] Esta iglesia, ya en la república, en 1913 pasó a denominarse de la Virgen de la Caridad del Cobre constituyendo la primera parroquia de la Virgen en la capital del país.
[21] Roig de Leuchering, Emilio: La iglesia Católica contra la Independencia de Cuba. La Habana 1960. Pág. 104.
[22] Los Batallones de blancos criollos no estaban permitidos por considerarlos políticamente desafectos. La pertenencia a los Batallones de Pardos y Morenos constituían desde hacia tiempo (siglo XVI) una forma de ganar prestigio y reconocimiento social para mulatos y negros, habían participado en importantes hechos de guerra contra incursiones de corsarios y piratas, en la persecución de esclavos fugados (cimarrones), en la defensa de la Habana contra los ingleses en 1762 y otros hechos en el continente a favor de España, pero a su vez también habían estado presentes en varios movimientos sediciosos, siendo el de mas envergadura el de 1844 en la llamada Conspiración de la Escalera, donde se decidió suprimirlos por el peligro que representaban. En 1858 se decide instaurarlos nuevamente como «elemento de fuerza, y para atraerlas al lado español». por Real Orden del 30 de septiembre de 1858. Estas nuevas milicias fueron rechazadas por los negros y mulatos, que no se sentían prestigiados por pertenecer a este cuerpo al no ser las condiciones iguales a las de antes, por esta causa el reclutamiento fue forzoso y se hizo a través de sorteos públicos. Las deserciones fueron masivas. Este cuerpo quedó desactivado tras el estallido de la primera guerra de independencia en 1868.
[23] No es de extrañar que sean mulatos, veamos el comentario de Olga Portuondo sobre los Juanes en su La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía 2008: ” Si a interlocutores fervorosos se le preguntase quienes hallaron la imagen de la virgen sobre las aguas de la bahía de Nipe, con seguridad casi todos contestarían que eran tres pescadores, Juan el Blanco, Juan el Negro y Juan el Mulato, también conocido por el indio. En otras épocas se han considerado o todos negros o, raramente todos blancos. Los mas duchos en el evangelio de la iglesia católica cubana de hoy responderían que iban uno o dos indios en la canoa junto a Juan Moreno” Pág. 46. La misma autora también explica que en los inicios de la república, primeras décadas del siglo XX: “Particularmente en el occidente de Cuba, la devoción de la virgen de la Caridad del Cobre era tenida por la “gente de clase” como propia de beatas negras. A este aplebeyamiento contribuyó su color (mulato o trigueño oscuro) y su historia”. Pág. 231.
[24] Barcia, María del Carmen: Los Ilustres Apellidos: Negros en la Habana Colonial. Ediciones Boloña. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 2009. Pág. 432.
[25] Óleo sobre tela titulado “Virgen de la Caridad” de autor anónimo. Datado en fecha cercana a 1850. Se encuentra de la colección Ramos en Estados Unidos. Tomado de Martínez Montero, Sussette: De la Leyenda a la Metáfora. Materiales del VI Evento Nacional de Historia Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana. Camagüey 2011. La autora se refiere al mismo también en el trabajo homónimo publicado en la Revista Verdad y Esperanza. Unión Católica de Cuba. Segunda Época. Año 2, No 2. 2010. Pág.37.
[26] González, Manuel Dionisio: Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción. Villaclara. Imprenta El Siglo. Calle de San José No 18. 1858. Pág. 385.
[27] Marcoleta, Jesús: La Virgen de la Caridad del Cobre en la Historia. Ponencia del Simposio Virgen de la Caridad. Santa Clara 2010. Las referencias a la provincia de Matanzas han sido tomadas de este trabajo, el autor es Padre de la diócesis de Matanzas.
[28] Las cofradías, cabildos o hermandades de gente de color se instauraron en Cuba a finales del siglo XVI con el objeto de tener controlados a los africanos de diferentes naciones, posteriormente, al asociarse los descendientes criollos de estos, en la Habana se utilizó la denominación de cabildo de nación para los naturales de áfrica y las cofradías de pardos y morenos para los mulatos y negros nacidos en la Isla, en el resto de la Isla se mantuvo como anteriormente. Constituían asociaciones de ayuda mutua, bajo una advocación religiosa.
[29] Cabildo de Congos Luangos Nuestra Señora del Cobre. Ver Barcia, María del Carmen: Los Ilustres Apellidos: Negros en la Habana Colonial. Ediciones Boloña. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 2009. Pág. 408.
[30] Cofradía Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Hermandad de Santo Domingo (morenos). Ver Barcia, María del Carmen: Los Ilustres Apellidos: Negros en la Habana Colonial. Ediciones Boloña. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 2009. Pág. 433.
[31] Cabildo Congo Mobanguí Nuestra Señora del Cobre. Ver Barcia, María del Carmen: Los Ilustres Apellidos: Negros en la Habana Colonial. Ediciones Boloña. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 2009. Pág. 409.
[32] Esta última es conocida hoy como la Virgen Mambisa, que dada su antigüedad e historia (la tradición manifiesta que los mambises de esta localidad antes de partir a la insurrección la visitaban para invocar su protección), en muchas ocasiones a reemplazado a la del Cobre en actos solemnes, como en la peregrinación por toda la Isla en 1951-1952 conmemorando al cincuentenario de la proclamación de la república y la que actualmente, en el 2011 y desde el año anterior, recorre la Isla, con motivo de los cuatrocientos años de su hallazgo. Sobre el hecho al que nos referimos en el trabajo comenta Olga Portuondo: “ Posiblemente ya desde el siglo XVIII, en la iglesia de Santo Tomas, de Santiago de Cuba, un cabildo congo de morenos llamado Tiberé, cada 8 de septiembre, llevaba una procesión que en su onomástico presidia una efigie de la virgen de la Caridad…” Portuondo 2008, pág. 189 “El cabildo congo Tíberé de morenos libres –“pobres, honrados y trabajadores”- y esclavos había sido creado bajo advocación de su patrona la virgen de la Caridad del Cobre para rendirle culto. Algunos de sus miembros llegaron a disputarse la presidencia del mismo y hasta la propia imagen. Esta término por depositarse en la parroquia de Santo Tomás, a pesar de que el cabildo había costeado su icono, los trajes, los mantos y prendas, según disposición de Antonio Maria Claret, y es hoy la que se conserva en su altar como una de las réplicas mas antiguas de la que se halla en el Cobre…” Portuondo 2008, pág. 215-216. :”…Iglesia de Santo Tomás, cuya réplica de la virgen era una de las mas antiguas, interesantes y de enigmática historia, si se recuerda que los orígenes de su veneración se relacionaban con una cofradía conga de morenos de este barrio. Suele llamarse a esta imagen La Virgen Mambisa y por su popularidad ha sustituido la original en varias oportunidades… “. Portuondo 2008, pág. 247.
[33] Wurdermann, John George: Notas sobre Cuba. Editorial Ciencias Sociales. Habana, 1989. Pág. 343. El autor estuvo tres veces Cuba en los años de 1841, 1842,1843, visitó localidades tanto urbanas como rurales del occidente de Cuba en: La Habana, Regla, Guanabacoa, Güines, Madruga, Limonar, Cárdenas y Sagua la Grande. La edición a que hacemos referencia es la primera en español y está tomada directamente de la que se editó en inglés en Estados Unidos en 1844.
[34] Se conocen de él otros óleos con temas religiosos: uno de la Divina Pastora, producido en 1850, para el altar mayor —donado por el obispo Espada— de la Iglesia homónima de la villa de Santa Clara, el otro, también para el mismo templo, una copia de la Purísima Concepción que realizó quizás tomando como modelo una obra de Murillo.
[35] Llorens León, Jesús: Antonio de León. Pintor y fotógrafo de Santa Clara. En Revista Amanecer No 88 año XV Nov – Dic. 2009. Biblioteca Manuel García-Garòfalo. Obispado de Santa Clara. 2009. Además entrevista personal al autor. 2009.
[36] Ortiz, Fernando: Historia de una Pelea Cubana contra los Demonios. Edit. Ciencias Sociales. La Habana, 1973. Página 94.
[37] González, Manuel Dionisio: Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción. Villaclara. Imprenta El Siglo. Calle de San José No 18. 1858. Pág. 330.
[38] Se escribe indistintamente como Buen Viaje o Buenviaje. El 8 de dicembre de 2014 en el altar de la hasta ahora iglesia de Buenviaje se coloca una imagen de la Patrona de Cuba, convirtiéndose de esta forma la referida institución religiosa en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de la Caridad en la región central de la isla. La imagen, muy parecida a la de El Cobre, fue comprada en Francia por Rosalía Abreu dentro del último cuarto del siglo XIX y regalada por esta a Rita, hermana de Luis Estévez y cuñada de Marta. Después de varios de avatares la imagen fue donada a finales de 1997 al Obispado de Santa Clara.
[39] Martínez, Florentino: Ayer de Santaclara. Departamento de Estudios Hispánicos. Universidad Central de las Villas. 1959. Pág. 13 y 14.
[40] En el exergo del mismo: “non fecit taliter omni nationi” se reafirma el carácter de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, palabras que recuerdan las pronunciadas por el Papa Benedicto XIV en 1754, poco después de confirmar a la Virgen de Guadalupe como Patrona de México. la frase traducida quiere decir “no hizo cosa igual con otra nación” El texto con fuerte carácter patriótico como demandaba la situación revolucionaria en la Isla, convoca a los cubanos a no tener temor en esos momentos y luchar pues la virgen de la Caridad los protege: ¡cubanos todos! ¡Cuba por Nuestra Señora de la Caridad! Sea este nuestro grito de hoy, nuestro grito de mañana, y nuestro grito hasta la muerte: ¡Cuba por María! Arrecie la borrasca, crezca la persecución, levántense por doquiera poderosos enemigos, tiranos crueles: ¡Cuba con Nuestra Señora de la Caridad los vencerá! Pág. 3
[41] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 333. Sobre el último también comenta Bacardí (Tomo IV. Pág. 50).
[42] Trasladada la imagen de Nipe hasta el hato de Barajagua se le levanta una ermita con tablas de palma y techo de guano, con el tiempo la imagen se traslada a la villa de El Cobre y antes de 1644 se le construye una ermita de cujes y embarrado, con techo de tejas, y el altar de cal piedra y ladrillos (este fue el determinado por la visión de la niña Apolonia) en lo alto de un cerro ubicado en las cercanías de las minas de cobre; hacia 1703 se establece una tercera ermita construida de ladrillo cal y piedra con techo de cedro y piso de ladrillos, todo con un excelente acabado , poseía en el frontispicio tres campanas, este ultimo se mantuvo hasta 1766 en que un terremoto lo dañó seriamente comenzándose en años próximos la reconstrucción o construcción de uno nuevo, con varias etapas en su ejecución, dándose por terminado en 1831, ya como podemos observar en las estampas, tenía en 1814 una configuración que mantuvo hasta mediados de los años setenta del siglo XVIII, cuando se restaura y entre otros aditamentos se le incluye otra torre ( es el representado en las estampas de la época), en 1906 se derrumba debido a la explotación minera del área. Finalmente en 1927 queda construido el que con algunos cambios ha llegado a nosotros.
[43] Portuondo Zúñiga, Olga: La Virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de Cubanía. Editorial Oriente. Santiago de Cuba 2008. Pág. 61. También la reproduce Bacardí en sus Crónicas (1925 Tomo III. Pág. 445). En cuanto a las estampas observadas: la de 1814, la ubicada entre los 30 y 40, la de 1853 y esta última, se puede ver que muy poco cambiaron en el transcurso del tiempo, solo en algunas cuestiones de ornamento, el paisaje del poblado y el santuario. En la primera edición del libro de Olga Portuondo, en la Pág. 202, se reproduce una estampa bastante deteriorada con el pie de grabado de: Primera Postal de la Virgen del Cobre y su Santuario… que es idéntica a esta, menos dañada, rectificada ahora con el pie de grabado de: Verdadera Estampa de la Virgen y de la cual se deduce, por los datos que contiene, que circuló después de 1880. Por lo que debemos considerar como la más antigua conocida la de 1814, copiada en la portada de Bohemia (anexo 1) que reproduce Ortiz (recientemente se publicó en el número correspondiente a enero – febrero del 2012 de “La Gaceta de Cuba”, dedicado a la Caridad del Cobre, un plegable donde se inserta una estampa muy parecida a esta también datada en 1814, diferente solo en el vestido de la Virgen – ver figura XX). A propósito de la fecha ¿Habrá llegado el Padre Paz y Ascanio a conclusiones parecidas a las actuales sobre la datación del hecho, y decidió proponer la edición de la postal por el bicentenario del suceso?
[44] La imagen que se venera en el Santuario Nacional del Cobre nunca ha incluido como atributo el bote con los tres Juanes, algunos consideran que el bote es toda la Isla y que los Juanes somos todos los cubanos.
[45] Bachiller y Morales Antonio: Apuntes para la Historia de las Letras y de la Instrucción Pública de la Isla de Cuba. Habana. Imprenta del Tiempo. Calle de Cuba, número 37. 1861. Tomo III. Pág. 241.
[46] Ver: Trelles, Carlos M: Bibliografía cubana del Siglo XIX. Tomo tercero (1841 – 1855). Imprenta de Quirós y Estrada. Independencia 59. Matanzas. 1912.
[47] La visita se produjo y se realizaron las actividades previstas.
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