Por Francisco A Ramos García, José Miguel Dorta Suárez y Ángel Gabriel Carrazana Duardo
Esta debió ser la interpretación de Marta Abreu, al recibir la comunicación de lo tratado en la sesión del 24 de enero de 1894 en el Ayuntamiento santaclareño, donde le proponen que aceptara la petición para ella de un título de nobleza español: el de Condesa de Villaclara, y un poco más tarde, dentro de la misma sesión, el ofrecimiento de erigirle un busto o estatua en un lugar público de la ciudad. Por un lado la hacían española distinguida y por el otro la declaraban una especie de reina de Santa Clara, símbolo de cubana. El tema, sin embargo, no ha sido tratado por la historiografía con la debida profundidad, pues lo presentan como dos cosas separadas en tiempo y sin relación, sin permitirnos analizar los hechos en su verdadera trascendencia, dado por el tiempo de definiciones que tenían lugar en la Cuba que ya estaba cansada de ser española.
Su más acucioso biógrafo, Manuel García-Garófalo Mesa, en la página 59 de su libro Marta Abreu Arencibia y Luis Estévez Romero, publicado por La Moderna Poesía, en 1925 en La Habana, refiere que el título de nobleza fue propuesto por el concejal teniente alcalde cuarto José de la Torre y que Marta al enterarse lo rechazó enseguida. Después en la página 251 (nótese la desvinculación) en una nota al pie plantea: “Fue el iniciador de levantarle una estatua a Marta el concejal del Ayuntamiento de Santa Clara Sr. Don Francisco Martínez Pupo en sesión celebrada el 24 de enero de 1894. […] Se recolectaron mil pesos y enterada Marta de dicho particular, solicitó el dinero, destinándolo a obras de caridad”.
Visto de esta forma tal parece que Marta inmediatamente desechó las dos ideas, la del título y la de la estatua, y así lo han interpretado muchos, lo cual nos priva de esta forma de analizar el ambiente de la época en el Ayuntamiento santaclareño y en Cuba en general; sin embargo, las actas de las sesiones del Ayuntamiento santaclareño y el Folleto Homenaje de 1895, dedicado a Marta por la inauguración del alumbrado eléctrico, sugieren otro desarrollo de los acontecimientos.
Marta con inmediatez hace saber de su negativa al título nobiliario. En la sesión del 31 de enero de 1894 se lee en el Ayuntamiento una comunicación con fecha de 29 de enero presentada por Francisco Arencibia, representante de Marta, donde ella ruega se desista de iniciar los trámites para otorgarle el título nobiliario expresando: “Que es lisa y llanamente que dicho título de nobleza pugna al que profesa el bien por el bien, en su vida modesta, sin apartarse nunca de la atmósfera transparente que caracteriza el medio ambiente de las ideas democráticas. Que ella la benefactora de santa clara no encuentra título alguno superior que el aprecio de sus conciudadanos, ni cree pueda haber, para ella, mejor correspondencia a sus afanes, que ver impreso en su pueblo el sello de un progreso, que jamás dejarán decaer los villaclareños celosos cada vez más de su adelantamiento y cultura”. El Ayuntamiento ante esta negativa propone entrevistarse con Marta, pero eso no prosperó. Sin embargo, en el acta no se dice nada del parecer de Marta sobre la estatua;es más, en ella se integra una Comisión Gestora compuesta por más de 50 personalidades para recaudar fondos para la estatua o busto.
En marzo del propio año en una sesión del Ayuntamiento efectuada después del 15 y antes del 31 (el acta está incompleta), se acuerda que la escultura a Marta sea una estatua de bronce y se deposita la confianza en el Alcalde para que gestione el artista en Francia, Italia o Barcelona. El 31 de octubre se da lectura en el Ayuntamiento a una proposición del concejal Alejandro F. Ruiz para elaborar un folleto nombrado “Homenaje de Villaclara a su predilecta hija Marta Abreu de Estévez” con motivo de la inauguración del alumbrado eléctrico en Santa Clara y para recaudar fondos para la estatua que se le erigiría a Marta en la ciudad. El folleto debía estar compuesto por fotos de la familia, edificios donados, y dedicatorias de personalidades de toda la Isla a las que se les enviaría la invitación con los motivos y fines de él; en las actas de los días 19 y 26 de diciembre de 1894 el Ayuntamiento declara 3 días de fiestas por la inauguración del alumbrado eléctrico y en homenaje a Marta: 31 de enero, 1o. y 2 de febrero venideros.[1] En ellos se prevén actividades para recaudar fondos para la estatua.
Ha transcurrido todo un año y no se conoce que Marta se haya opuesto a la idea, no tenemos más noticias hasta febrero de 1895 donde en el folleto homenaje Manuel García-Garófalo Morales, padre del autor de la citada biografía, declara: “Cuéntase que sus conciudadanos quisieron en vida de ella elevarle una estatua, y la ilustre dama se opuso enérgicamente a tal idea” (pág. 20). Y José Pérez Pérez, concejal del Ayuntamiento: “[…] a falta de estatuas y monumentos públicos […] hoy el pueblo de Villaclara imitando a los pueblos antiguos le consagra (El homenaje y el folleto) la más soberbia y rica de las estatuas, el más grandioso o imperecedero de los monumentos, que forman el corazón y las bendiciones de todos sus habitantes” (pág. 50). En el mismo folleto aparecen indicios de que la erección de la estatua era de conocimiento público. Manuel de la Cruz escribe: “Cordiales alabanzas, gracias en nombre de Cuba, merecen los que han concebido el proyecto de erigir una estatua a la dama generosa que ya tiene en nuestra historia larga y nobilísima ejecutoria de filantropía y civismo” (pág. 9). Lola Rodríguez de Tió en versos: “Tú mi musa serás, y ya se inflaman, en la luz del pensamiento y en raudas alas, a la par del viento, gloria excelsa de Cuba te proclama. En mármoles consagren tu memoria henchido de placer los corazones, y en esta estrofa inmortal la lira mía” (pág. 13). Desde Lajas y firmado el 30 de diciembre de 1894 escribe Nicanor A. González: “Una nueva idea, generosa como la anterior, ha surgido en el ánimo de vuestros agradecidos conciudadanos. La de erigiros una estatua en la noble ciudad […] Ignoro vuestro dictamen en este punto; pero se me antoja pensar, que preferiréis siempre a la piedra o el bronce, vuestro propio ser latente, descansando en el más grande, más hermoso de los pedestales: el corazón de vuestros favorecidos” (pág. 57).
Como se observa, el tema de la estatua era de amplio conocimiento y Marta debía estar enterada, incluso se nota que existe una polémica en torno al hecho. Algo digno de destacar es que tanto el promotor de la idea Francisco Martínez Pupo, así como Manuel de la Cruz y Lola Rodríguez de Tió, todos conocidos por su amor a una Cuba independiente, los dos primeros miembros del clandestino Partido Revolucionario Cubano, estuvieran de acuerdo con la estatua[2] e incluso la vieran como un acto de gran cubanía. En nuestra opinión Marta en enero del 94 tuvo que decidir entre dos propuestas del Ayuntamiento santaclareño, una parece ser, de la parte más española del mismo: la propuesta de concederle el título de Castilla y la otra de la parte más cubana: erigirle un busto o estatua en su ciudad natal. No pudiendo rechazar las dos al mismo tiempo sin provocar una gran afrenta a sus amigos y pueblo en general, optó por hacer valer su negativa, en la que consideró menos consecuente con sus propósitos de vida, la de hacerla miembro de la nobleza española, dejando para más tarde la otra que en todo caso exaltaba el amor de su pueblo y ciudad natal por ella. En las actas del Ayuntamiento el tema no se trata más y lo que sabemos sobre la conclusión del tema es lo ya visto, expresado por García-Garófalo padre y José Pérez Pérez en el folleto homenaje.
[1] El alumbrado fue inaugurado finalmente el 28 de febrero de 1895 y los días de fiesta fueron el 28 de febrero, el 1º. y 2 de marzo, el atraso se debió a que al estar enteradas las autoridades españoles de la contienda que se avecinaba no permitieron la celebración hasta después del 24 de febrero cuando ya tenían controlada la zona.
[2] La estatua se inauguró finalmente después de varios intentos el 15 de julio de 1925, producto de una suscripción popular iniciada poco después de la muerte de Marta Abreu, acaecida el 2 de enero de 1909.
Una versión del presente trabajo se publicó en la Publicación cultural Provincial Guamo, año 5, No. 54. Noviembre 2011. ISSN 2219-6935.
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