Por Francisco Antonio Ramos García, José Miguel Dorta Suárez y Ángel Gabriel Carrazana Duardo
Marta Abreu, a pesar de ser la cubana más biografiada, es la menos estudiada y reconocida dentro de los fundadores de la nación. Se ha tratado de presentarla siempre como la gran benefactora de Santa Clara, pero Marta fue mucho más que eso, toda su vida la dedicó a hacer patria primero en su terruño de origen y después en la patria grande y, todo ello, recordemos, dentro de una sociedad machista donde las mujeres no tenían ni voz ni voto.
Ella supo burlar estas limitaciones que le imponían su condición de mujer y heredera de una cuantiosa fortuna. Provista de un fuerte carácter, primero supo imponerse a los convencionalismos de la época y a sus propios padres al casarse con un hombre más joven que ella y por demás pobre, en una época en que los matrimonios de la gente rica eran arreglados por conveniencias económicas, ella se casó por amor, siendo una de las primeras en dar un ejemplo de liberación personal que después, mucho después sería seguido por muchas en nuestro país.
Después sencillamente y con el poder de le otorgaba su dinero se dedicó a crear empleos para las mujeres, escuelas, asilos y hospitales para los pobres y los discriminados negros. Dar la libertad a sus esclavos y no solo eso sino asignarles una pensión y convertirlos en obreros asalariados para que no quedaran desamparados, esto antes de que fuera abolida la esclavitud en Cuba. Soñó también con la creación de escuela de oficios en Santa Clara, hecho este último que no pudo concretar en vida.
La cultura y la ciencia no estuvieron fuera de su mira, construyó un excelente teatro, dotó a su ciudad del avanzado alumbrado por electricidad y contribuyó al funcionamiento de un observatorio meteorológico. Apoyó la carrera de eminentes científicos e intelectuales, baste mencionar a sólo tres de ellos: El destacado meteorólogo y maestro Julio Jover, el científico Carlos de la Torre quien llegaría después a ser rector de la Universidad de La Habana y la poetisa Luisa Pérez de Zambrana. Tampoco se olvidó de la memoria histórica y rindió homenaje a dos de los fundadores de la ciudad que la vio nacer con el levantamiento de un obelisco a los padres Conyedo y Hurtado de Mendoza, constituyendo este el primer monumento erigido en Cuba a naturales de la misma.
Opinamos que todo lo expuesto anteriormente rebasa el concepto de benefactor y se acerca más al de revolución en las ideas, al de hacer patria, y no sólo con palabras, sino, con hechos.
La patria grande tuvo en Marta a su mayor contribuyente económico durante el desarrollo de la revolución del 95 aportando más de 150 000 pesos con lo cual alcanzaba para preparar para la guerra a un poco más de 7 000 hombres de los 10 000 que había calculado Máximo Gómez harían falta para concluir la contienda en tres años. Todo esto con el mayor desinterés pues no aceptaba bonos de la Tesorería del Partido Revolucionario Cubano. Ella no se dedicaba sólo a enviar los fondos, sino que arengaba a toda la colonia cubana residente en París a imitarla. Al mismo tiempo pagaba el salario del Delegado del Partido Revolucionario en esa ciudad y contribuía con la salida del periódico “La República Cubana” que publicado en español y francés daba a conocer la verdad sobre lo que ocurría en Cuba. Los desterrados políticos en Ceuta, Chafarinas y Melilla tuvieron ella a su mayor auxiliadora.
Al concluir la contienda Marta, la que años antes había rechazado un título nobiliario español y la ejecución de un monumento a su figura, la que no permitió se le pusiera su nombre a ninguna de las instituciones que creó. Se había convertido en la mujer más importante de Cuba, a la que todos sin excepción le rendían honores y no dudaban en acudir a ella, aunque no ostentara ningún cargo público, a la hora de pedir una opinión, un consejo o sencillamente para solicitar fondos para alguna empresa pública o particular. Máximo Gómez llego a comparar la labor de Marta en la revolución a la misma altura que la suya.
Y a Marta le rieron honores todos los cubanos tanto en vida como después de su muerte y, duele decirlo, fueron más antes del 59 que después. Es la primera cubana a la que se erige un monumento, la primera a la que la filatelia honra con un sobre de primer día y una emisión postal de cuatro sellos, se publicaron seis biografías de considerable volumen e infinidad de folletos y artículos, se les puso su nombre a varias calles e instituciones médicas y de enseñanza. Incluso a la Universidad Central de Las Villas. A principio de los cincuenta se aprobó por el Senado de la República un Proyecto de Ley proponiendo que el día 13 de noviembre, el de su nacimiento, fuera declarado “El día de la Cubana Ilustre” para rendir tributo a las mujeres que más se destacaran en cualquier ámbito.
No obstante, y es justo reconocerlo, el pueblo de Santa Clara nunca la ha olvidado y desde hace más de dos décadas se inicia el día de su cumpleaños la Jornada de la Cultura Santaclareña que contempla numerosas actividades en su honor, así tampoco permitieron los santaclareños que Santa Clara fuera sólo “La Ciudad del Che”, sino, “La Ciudad de Marta y el Che”.
A partir del centenario de su muerte (2009) se rompió la inactividad de más de 50 años en el deber de todo cubano de rendir homenaje a Marta, efectuándose varias actividades en La Habana y Santa Clara, se develaron tarjas, la filatelia volvió a ocuparse de ella con dos sobres de primer día y una emisión de cuatro sellos, se han publicado dos biografías (aunque todavía no son ni con mucho la Marta se merece, a pesar de las buenas intenciones y esfuerzo de sus autores), se han realizado varios documentales sobre su vida. La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas rescató un antiguo cuadro con su imagen y, al fin, más vale tarde que nunca, hoy se construye en sus predios un complejo monumentario en su honor que ya está en fase bastante adelantada.
Pero aún resulta inconcebible para nosotros que, a pesar de haberse recuperado, a principio de los años sesenta, el archivo de Marta Abreu ninguna institución ya sea nacional, provincial o municipal se haya enfrascado en un proyecto de elaborar una biografía bien documentada de la patriota y lo que se halla publicado se deba intereses individuales, tampoco podemos concebir que la Universidad que se prestigia con su nombre no realice cada 13 de noviembre una marcha desde su recinto hasta su monumento en el parque central de la ciudad, como merecido tributo a: la benefactora, la patriota, la generalísima, la mambisa, la cubana excelsa, la hacedora de patria, la mujer excepcional, la dama todo corazón, la libertadora, en fin, a la benemérita de Cuba.[1]
[1] En cuanto al título escogido para este trabajo y que opinamos es el que mejor caracteriza a Marta no hemos sido muy originales, ya Maceo en carta a Juan Bruno Zayas fechada el 25 de julio de 1896 la nombra “benemérita patricia”. Para los que deseen conocer más sobre Marta le recomendamos consultar el trabajo de los autores “Marta, vida y posteridad. Álbum Cronológico” publicado en la revista Islas. Año 52, No 163, enero-abril, 2010, pp. 42-97. Editada por la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. O en formato pdf en la dirección http://islas.uclv.edu.cu/index.php/islas/article/view/276
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