Por Adalberto Hechavarría Alonso
Escribir acerca de la obra de un amigo no resulta tan sencillo como parece; aunque diariamente encontremos esa crítica laudatoria y complaciente que suele aparecer en cuanto periódico y revista literaria consultemos. En los años 90 del pasado siglo me referí por primera vez a la poesía del venezolano Eddy Rafael Pérez. Entonces no lo conocía siquiera. Ahora vuelvo a opinar sobre su obra, con la mayor honradez posible y la sinceridad que caracteriza mis criterios.
El primer libro que leí de Eddy Rafael Pérez fue “solo abro la boca para tomar agua y comer de algunos frutos que abundan por estos campos”, poemario de título largo, como gusta nombrar sus libros.
En el año 2009 Lamparalabra Editores publicó El camino ciego del resplandor. Obra poética, en cuyo volumen se agrupan cuatro libros y cuatro décimas. Este conjunto forma un corpus lírico bastante homogéneo, pues el autor como pocos mantiene una envidiable uniformidad estilística cimentada por el versolibrismo y la renuncia al uso de los signos de puntuación.
Las cuatro décimas solo constituyen un ejercicio poético. Sé cómo piensa en relación con la estrofa de Espinel. De modo que esta tetralogía ocasional se queda muy por debajo del resto de su obra.
Enrique Plata Ramírez presenta al lector la antología con profunda sencillez. Luego entramos al primer libro “me siento como un pájaro con las alas cortadas preso en jaula de barrotes”, que contiene 36 poemas y abarca el período de 1970-1976. Éste fue publicado por la Universidad delos Andes, en Mérida, 1978.
Lenguaje fresco y aire renovador son atributos destacables desde la primera lectura. Luego percibimos el respeto por el lenguaje y el dominio de las técnicas que caracterizan a la poesía moderna.
Prefiere el autor como lo hace un corredor de cien metros tomar aliento y lanzarse con fluidez hasta la meta: el último signo del poema, sabe segmentar y escoger imágenes sencillas, no exentas de belleza.
“La canción amarga inconforme y descalza” abre el concierto y nos atrapa: es un texto profundo que invita a seguir. El autor sabe la importancia delos textos que abren y sale airoso. A medida que nos adentramos en el volumen sentimos la presencia de un anfitrión que nos acompaña en cada descubrimiento. La palabra protagoniza. El poeta huye del academicismo y natural como un río entrega el cristal de sus palabras.
El segundo cuaderno: “yo quisiera que me escribieran una carta Desde cualquier lugar del mundo desde tu alma si es preciso” obtuvo Premio Municipal de Poesía, 1982, en Mérida, continúa ofreciendo las dotes artísticas del autor.
En sus 31 textos canta a los problemas del hombre moderno, a sus preocupaciones existenciales, al amor y a la realidad circundante.
El pájaro adquiere la categoría de símbolo. Así el sujeto lírico canta alegrías y tristezas y reclama un cielo limpio donde volar.
Cada poema se presenta en su unidad y diversidad temática como una poesía en movimiento sobre el tiempo y el espacio.
Hay algo de cine en muchos de estos poemas que son mostrados como si el sujeto lírico mirara por el lente de una cámara.
“Ya dije que sólo abro la boca…” fue mi primer encuentro con la poesía de Eddy Rafael. Y en verdad lo disfruté mucho. Era el 1993 cuando escribí “Tras Las huellas del buscador de pájaros”, que vio la luz en Cuba y en Venezuela respectivamente. Además, para orgullo mío, el autor cierra esta antología que ahora comento con este trabajo.
Nada de lo que escribí entonces ha perdido vigencia, al contrario, se ha afianzado en mi modo de ver los valores perdurables de este conjunto de poemas. Confieso que este libro me ha motivado siempre y en períodos desérticos —desde el punto de vista creativo— la relectura me ha llenado de optimismo y he vuelto a mis poemas con nuevos bríos.
Del último poemario aquí reunido: “este papel para anotar estoque no quiero olvidar nunca este cielo derritiéndose como un gigante de luz”, significa la reafirmación de un estilo, la cúspide de una obra. Algunos temas reiterados, el uso impecable del idioma, la fluidez expresiva y un cálido aliento humano reafirman su condición de poeta. Premio Nacional de Poesía Orlando Araujo, 1998, certifica los valores del libro que quiero con especial devoción, por constituir un obsequio que personalmente me hizo el autor en una visita al Congreso Mundial de Poetas, celebrado en Santiago de Cuba en el año 2000.
El lector tiene reunida en un solo volumen la obra que publicó EddyRafael Pérez entre 1978 y 1996. Creo que ya puede aquilatar con justeza los valores intrínsecos de la misma.
En fin, la poesía contemporánea tiene en este poeta un digno representante, que ha sabido insertar su voz y su tiempo en el discurso lírico universal.
20 de abril de 2018.
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