Dos tigres hermanos, siendo cachorros, se trabaron en lucha por una presa. Uno de ellos sacó un ojo al otro. Pasó el tiempo. Años después se encontraron. Dijo el tigre heridor:
–¡Querido hermano!
Y corrió a abrazar al tuerto. Mas éste, receloso, contuvo su efusión.
–¡Querido hermano! –exclamó el otro–. ¿Aún me tenés rencor? ¡Yo estoy arrepentido de lo que hice! Es necesario que me perdones, que seamos amigos. (más…)