Te vas quedando solo.
Apoyaste todo tu amor en los ancianos
que te sonríen, y luego se marchan.
Escribiste páginas borrables
y poemas de corta duración, como tu vida.
Ni los libros leídos ni los más amados
estarán contigo allá, que es dónde.
Abiertamente solo, vas pensando, en la noche,
cómo engañar a la soledad
con un monólogo,
con un aplauso.
Virgilio López Lemus, Fomento, Sancti Spíritus, Cuba, 1946
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