Para Carlos Vidales
Por la mañana,
Cuando un sol de páramo merodea la ciudad,
Las meseras del café
Limpian las sobras de una conversación
Y las manchas que dejan en el piso
Las voces nocturnas.
A alguien debió caérsele en el baño
La palabra amor,
Pues no se soporta el olor a flor marchita
Que invade sus muros.
Limpien, limpien las palabras regadas en el mantel
O esparcidas como cigarros apagados
En los rincones. Sólo son pavesas de voces,
Cenizas del verbo, frutas disecadas.
Las meseras espantan a las moscas con un diario:
Las palabras no son hadas caídas de labios del fabulador,
Ni cadáveres en fuga hacia el vacío,
Pero las moscas se frotan las patas
Frente a sus melancólicos residuos.