Este artículo de Gabriel García Márquez, tomado de la revista Tricontinental, edición 53, de 1977, sólo recoge la primera etapa de la “Operación Carlota”, pues el autor concluye con la derrota de las fuerzas que invadieron a la nación angolana y el inicio de la retirada gradual de las tropas cubanas en 1976, cuando parecía que todo había terminado. Sin embargo, tal y como habían acordado los presidentes Fidel Castro y Agostinho Neto, un número mínimo de tropas permaneció en Angola para asegurar su soberanía. La situación se fue complicando, nuevamente se intensificó la lucha, otra vez Sudáfrica metió sus manos, de manera que se inició una nueva etapa de la “Operación Carlota”, que no concluyó sino 14 años más tarde, definitivamente derrotados los racistas sudafricanos. Únicamente entonces regresó el último soldado cubano. Era mayo del año 1991.
Por primera vez en una declaración oficial Estados Unidos reveló la presencia de tropas cubanas en Angola en noviembre de 1975. Calculaba entonces que el envío había sido de 15 mil hombres. Tres meses después, durante una breve visita a Caracas, Henry Kissinger le dijo en privado al presidente Carlos Andrés Pérez: “Cómo estarán de deteriorados nuestros servicios de información, que no nos enteramos de que los cubanos iban para Angola sino cuando ya estaban allí”. En esa ocasión, sin embargo, corrigió que los hombres enviados por Cuba eran sólo 12 mil. Aunque nunca explicó el motivo de aquel cambio de cifras, la verdad es que ninguna de las dos era correcta. En aquel momento había en Angola muchos hombres de tropa y especialistas militares y técnicos civiles cubanos, y eran más de cuantos Henry Kissinger pretendía suponer. Había tantos barcos cubanos anclados en la bahía de Luanda, que el presidente Agostinho Neto, contándolos desde su ventana, sintió un estremecimiento de pudor muy propio de su carácter, “No es justo”, le dijo a un funcionario amigo. “A este paso, Cuba se va a arruinar”.
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