Amo como ama el amor.
No conozco otra razón para amar que amarte.
¿Qué quieres que te diga además de que te amo,
si lo que quiero decirte es que te amo?
Fernando Pessoa
14 de febrero, Día del Amor o Día de los Enamorados, día para celebrar ese sentimiento, porque como dijo nuestro José Martí: La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. Mi colega Yoelvis Lázaro Moreno Fernández se inspiró en la fecha y aprovechó una carta que le envié y que publiqué hace tiempo en este blog.
DÍA DEL AMOR: PASIONES ENTRAÑABLES
Pudiera parecer una encomienda fácil hilvanar un conjunto de líneas en las cuales se asiente el espíritu resuelto de una fecha. Y mucho más si esa fecha no es agua pasada o remolino presente y ya. O si al aludirla, prendido por ese entusiasmo propio de días y horas para hablar siempre de algo, uno debe sortear el complicadísimo riesgo de moverse por una ruta apasionada, pero serena, en la que se desplazan a contracorriente cursilerías y empalagamientos de todo tipo.
Pudiera parecer un acto simplísimo volver, una y otra vez, a escribir sobre fanatismos de amor, o sobre esas mañas con visos de receta, que el culto compartido a un sinfín de tradiciones nos ha extendido por igual. O lo que resultaría peor: ponernos a girar en la almibarada filosofía de una palabra que para muchos es todo, o casi todo, y al mismo tiempo casi nada.
Entre eso que pudiera y puede ser un retorno aburrido a lo dicho, ha nacido entonces una cariñosa provocación para buscar «ganchos» más próximos al misterio de lo asombrosamente cotidiano, o a ese lírico ángulo menos ponderado en la vida de figuras ya enaltecidas desde otras dimensiones. Y así, con la intención de replantearnos cada letra como gesto tierno, romperle algo al libreto clásico de febrero.
Y uno, que también anda de un lado a otro afanado en su mundo, pensando en cómo quitarle un poco el tufillo a tedio y el sentido rectilíneo al día a día, ante tanta charlatanería y frase hueca, se siente tentado a escudriñar afectos, más allá de los suyos, entre aquellos que para bien han demostrado la inexistencia de un rito exacto y único al querer, sin necesidad de cartas ni tarot ni bolas mágicas que predigan el mejor camino hacia tan grata inmensidad. (más…)