Mi sobrino trotamundos, Israelito, me envió esta vivencia durante una nevada en Colonia, Alemania, acompañada de fotos, y no puedo permitir que mis lectores no sepan de ella y las imágenes:
Los autos bajo el manto de nieve parecen osos polares durmiendo en fila india. Se desdibujan los bordes de las calles y los jardines, los copos blancos se posan en las ramas de los árboles, los cables de la electricidad y hasta en los semáforos.
En esta noche blanca mi Ciudad de los Locos se ha quedado dormida entre las ramas de los árboles que parecen de azúcar y los tejados cubiertos de coco rayado. La gran urbe se olvida de su bullicio habitual y hasta en las anchas avenidas, vacías de autos, impera la pureza de la nieve virgen.
Me asomo a la ventana en lo alto de mi gimnasio y veo como en apenas media hora ha cambiado la faz de la ciudad. Los tejados, plazas y jardines destellan tanto blanco que el cielo se vuelve luminiscente y la noche ha dejado se ser oscura. No hace falta luces para nadar por las calles en medio de esta niebla, aunque tampoco hay nadie transitando en las aceras. Parece que todos los colonenses, recogidos en el calor de sus hogares, se han puesto de acuerdo para no interrumpir la paz blanca que reina en la urbe.
Al fondo veo la inconfundible silueta de la Catedral de Colonia envuelta en copos de nieve como si fueran confetis del carnaval. Hasta el viento ha cesado para que la tranquilidad solo sea alterada por el tintineo de las luces de advenimiento. Veo los destellos de las guirnaldas iluminadas en las ventanas y los anuncios de regalos en las vidrieras. Sobresalen en la plaza árboles de navidad, verdaderos, que exhiben sus mejores galas bajo la cobertura invernal.
Al salir del gimnasio entre copos de nieves, paso junto a uno de los Mercados de
Navidad. El centro de esta ciudad millonaria ha sido reducido a pueblecito de fábula bajo la magia del invierno. Después de encontrarme con amigos, vuelvo a casa sigiloso, cuidando mis pisadas para no estropear la nieve virgen. Me parece que estoy dentro de una postal de Navidad, pero no: ¡Lo estoy viviendo!
Por primera vez en muchos años, aquí tendremos Navidades Blancas, como en los libros o en las películas.
Es una “Stille Nacht”, Noche de Paz, como reza el tradicional canto alemán, símbolo musical del tiempo de advenimiento. Hasta el centro de Colonia se ha rendido al imperio de la nieve y yo voy cruzando un paisaje de ensueño. ¡Feliz Navidad!
Israel Benavides