Por Graziella Pogolotti
Un pequeño revuelo electrónico se ha armado con motivo de la reciente publicación de Sobre los pasos del cronista, resultado de una investigación emprendida por Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal.

Los autores del libro firman ejemplares.
Los autores procedieron a un minucioso estudio de las fuentes documentales y de los testimonios de coetáneos residentes en la Isla y fuera de ella, a fin de reconstruir los años de Caín antes de su salida de Cuba. Tan riguroso trabajo condujo al acopio de materiales de distinta naturaleza. Por una parte, dio lugar al ensayo, elaborado con buena técnica narrativa que ahora conocemos y, por otra, a un significativo cúmulo de entrevistas aun inéditas en su mayoría. En ellas se recoge una diversidad de puntos de vista, de experiencias personales y de anécdotas que contribuyen a iluminar una época en un extenso tejido de relaciones de individuos, grupos y tendencias que la matizan.
El abordaje se centra en lo que pudiera considerarse la prehistoria de un novelista, sus vínculos con la vida cultural de la época, su perfil periodístico y su papel protagónico en el suplemento del periódico Revolución. Profundiza en las contradicciones políticas y estéticas de las familias intelectuales que intervinieron en un tiempo de cambios radicales y de intensa creatividad en el campo de las ideas. Entre los testimoniantes no figuran todos los participantes. Algunos ya no están. Otros prefieren expresar sus criterios a través de otros medios.
Al margen del intercambio de disparos entre francotiradores atrincherados en posiciones anacrónicas, justo es reconocer la importancia de una investigación de esta índole, atenida a indiscutibles principios éticos. Transcurrido más de medio siglo desde el triunfo de la Revolución cubana, corresponde a la madurez alcanzada la relectura de un proceso cultural extraordinariamente complejo. Se trata, por lo demás, de un derecho inalienable de las nuevas generaciones apremiadas por establecer sus propias coordenadas.
Importa destacar también que Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco no tuvieron reparos en introducirse en un terreno todavía minado. La insuficiencia de investigaciones serias sobre el transcurrir histórico y cultural de la República durante la primera mitad del siglo XX es un lastre que precisa superarse. Al parecer, no ha sido tarea priorizada por los centros especializados en la materia. En el ámbito de la creación artística seguimos dando vueltas, sin modificar las premisas esenciales, a fenómenos relevantes que emergen como islotes en un mar muerto. El análisis de las instituciones que surgieron a contrapelo de las circunstancias, ha motivado algunas tesis académicas sumergidas en el silencio de los archivos. Los valores, las ideas, la visión del mundo, los prejuicios y muchos conflictos interpersonales nacieron en los cuarenta y los cincuenta del pasado siglo para una generación que desempeñó un papel activo en la vida de la Revolución. El periodismo en Carteles, los intentos por crear una cinemateca, la brevísima etapa de Nueva Generación, los vínculos con Nuestro Tiempo y con el Instituto Nacional de Cultura integran el contexto del muy joven Guillermo Cabrera Infante. (más…)
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