Es gratificante encontrar un análisis de los cuentos de nuestro Onelio Jorge Cardoso. Nuestro por que es cubano y porque es villaclareño. Y digo es porque siempre será. Mónica Mansour, escritora e investigadora mexicana [nacida en Argentina], hace un estudio pormenorizado de relatos del Cuentero Mayor. Encontrarán aquí sobre: El caballo de coral, Leonela, Un poco más allá, In memoriam, Taita, diga usted cómo, Caballo, La melipona, Los nombres, La noche como una piedra, El cuentero, Los sinsontes, Algunos cantos del gallo, Francisca y la muerte.
EL CUENTISTA DE LOS CUENTEROS
¿Qué sucede, pues, en los cuentos de Onelio Jorge Cardoso, que tienen cuentista, cuentero y oyente dentro del cuento mismo? Se suele decir de ellos que son poéticos, que transmiten una suerte de magia a través de su lenguaje.
Mónica Mansour | Argentina
Una vez hubo un hombre por Calabazar de Sagua o por La Habana, que le nombraban Onelio Jorge Cardoso y que era de pluma fina para contar cosas (…) Tenía los ojos negros y movidos, la boca fácil y la cabeza llena de ríos, de montañas y de hombres.»
Claro, éste es un plagio con ligeras variantes: no sólo lo confieso sino que me precio de él, de poder utilizar tan atinadas palabras de un cuentista y cuentero para describirlo a él mismo. Uno de los más importantes exponentes del cuento cubano ―por no decir hispanoamericano, en general―, Onelio Jorge Cardoso también ha escrito crónicas testimoniales, una muestra más de su conocimiento de la tierra y de la gente de su país. Toda su obra gira en torno al hombre de campo o de provincia, su medio, su filosofía, sus costumbres y problemas, desde los más íntimos hasta los sociales, morales, comunitarios, es decir, sus hambres.
Lo que no resisto es el pan escaso, ni tampoco me resigno a que no se converse de cosas de cualquier mundo, porque yo no sé si pasó galopando bajo el «Eumelia» o si lo vi solo en los ojos de él, creado por la fiebre de su pensamiento que ardía en mi propia frente. El caso es que mientras más vueltas les doy a las ideas más fija se me hace una sola aquella de que el hombre siempre tiene dos hambres.
«El caballo de coral»
El hambre del pan escaso puede resolverse con el trabajo dentro de un sistema socioeconómico justo y honesto. La otra hambre puede resolverse con ayuda del escritor, del cuentista o cuentero, digamos con la ayuda de unas páginas de Cardoso: Con qué agilidad, preciso, certero, Onelio Jorge Cardoso «sacaba la palabra del saco de palabras suyas y la ataba en el aire» o en la página para incorporarnos a un mundo nuevo; bueno, tal vez el mismo mundo pero visto de otra manera, «y aquello cautivaba…»
El mundo es el del hombre común, campesino, carbonero, pescador, o el mundo del niño antes de llegar a ser esos hombres. Los cuentos describen ―o transcriben― anécdotas realistas, verosímiles, de estos personajes cotidianos y más o menos pobres. Suelen ser descripciones de la circunstancia de alguno de ellos, de su vida, de su muerte, reproducidas a través de diálogos sencillos, de un vocabulario conocido.
Pero siempre por detrás de esos diálogos hay un narrador que «saca las palabras del saco de palabras suyas» y ata cada diálogo con los personajes que los enuncian; y es allí donde nos cautiva. Entre uno y otro parlamento de los personajes hay una descripción del espacio, del tiempo, del gesto preciso que absorbe las palabras dichas dentro de un mundo de otras palabras, un mundo inmediato y trascendente a la vez, magia de lo vivido junto a lo recordado. Por ejemplo, un personaje-teniente, por más señas ―dice a un viejo campesino, quien se ha negado a cumplir el «favor» de matar a un tercero: » ―Guadalupe, si un día me necesita, aunque mate a un hombre, vaya a verme.»
(más…)
Read Full Post »