
Visigodos
Por Ricardo Soca
(Conferencia pronunciada en el I Congreso del Colegio de Traductores Públicos del Uruguay, el 9 de septiembre de 2011)
Vine a conversar con ustedes hoy sobre un tema que atañe a todos los trabajadores de la lengua: traductores, intérpretes, correctores de estilo, periodistas, escritores. Es la actitud a adoptar ante la normativa prescriptiva y sobre todo, ante las fallas de la normativa académica que no son pocas.
Y no me estoy refiriendo al trabajo magnífico que han llevado a cabo Ignacio Bosque y su equipo, con la NGLE, sino a otros dos puntos: las lagunas que se advierten en la mayoría de las obras académicas y a los errores y contradicciones en que se incurre por la aplicación del principio de autoridad a una labor que debería ser científica, como iremos viendo en los próximos minutos.
Cada vez que se enfrenta a una nueva tarea, el traductor se ve ante un doble desafío: el primero es llevar a cabo una traducción fiel y correcta de acuerdo con la llamada norma culta, que es la que se le exige y, en segundo lugar, lograr que su trabajo, además de ser fiel y correcto, satisfaga a un cliente que en general no conoce la norma lingüística pero, como hablante, sabe del uso real de la lengua.
En ese sentido, la norma suele ser un apoyo que le permite al traductor fundamentar sus decisiones en un texto, respaldado por una autoridad.
Y en esa situación tropezamos muchas veces con el concepto de la pureza de la lengua, que algunos profesionales consideran un sello de calidad de su trabajo.
Yo quisiera detenerme un poco en esta idea de pureza para destacar el hecho de que se trata de un concepto anómalo, anticientífico, ajeno a la lengua y a la lingüística.
Todos aquí conocemos el lema que ostenta la Academia Española en su escudo: Limpia, fija y da esplendor, creado en su fundación hace casi trescientos años. Los académicos se apresuran a aclarar que ese lema se ha mantenido por razones meramente históricas, de tradición. Los conocimientos sobre la historia de las lenguas se empezaron a desarrollar en el siglo en el siglo XIX y se consolidaron en el XX, de modo que cuando se adoptó este lema se sabía muy poco sobre la evolución histórica de las lenguas. (más…)
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