Este artículo lo leí en el periódico Juventud Rebelde, y lo publico en primer lugar para solidarizarme en la causa de limpiar el honroso nombre de Máximo Zertucha, acusado injustamente de haber procipiado la muerte del Titán de Bronce, Antonio Maceo. En segundo lugar, porque me parece muy meritorio el esfuerzo y la dedicación del estudiante de Periodismo Emilio L. Herrera Villa, quien fue capaz de entregar en las páginas centrales del diario en su edición dominical esta historia desconocida por tantos. Por suerte, la encontré en el sitio web de la publicación de marras y la pongo a disposición de mis lectores. Espero no haber errado al seleccionarla.
El médico y ayudante personal de Antonio Maceo tuvo que soportar toda su vida la imputación de ser el responsable de la muerte del Titán de Bronce. Ochenta años después del combate de San Pedro, la verdad comenzó a abrirse paso
Por Emilio L. Herrera Villa, estudiante de Periodismo
Correo: digital@jrebelde.cip.cu
Máximo Zertucha y Ojeda lo había perdido todo: el machete, los grados de Coronel, la gloria y los anhelos. Atrás quedaban las mañanas de duros combates, las ganas de pelear, la compañía del caudillo, la amistad del General… Sus esperanzas fueron abatidas por un disparo. Allí terminaba una vida.
En la mente de Zertucha vagaban los últimos recuerdos del fatídico 7 de diciembre de 1896: «¡Se acabó la guerra! ¡Vea este cuadro! ¡Muerto!, ¡Muerto!», le gritaba desmoralizado al Coronel mambí Alberto Nodarse. Nada resucitaría al lugarteniente general Antonio Maceo. Era imposible aceptar esa muerte.
Un Titán es invencible. Quizá la traición, pensaron algunos de los más allegados, había sido la causante de tamaña pérdida. Zertucha, un mambí de Melena del Sur, parecía ser el hombre. La profunda depresión y las injustas ofensas recibidas en el campamento lo impulsaron a desertar de las filas libertadoras, presentándose en San Felipe, actual provincia de La Habana, al coronel español Guillermo Tort.
Dos años después, sin más puntal que la dignidad, compareció ante el Ejército Libertador suplicando la conformación de un Consejo de Guerra. Esta vez no huyó. Juró por su honor decir la verdad al tribunal presidido por el General de División Alejandro Rodríguez.
El ex Coronel Máximo Zertucha y Ojeda, doctor en Medicina y Cirugía, ex jefe del Cuarto Cuerpo de Sanidad del Ejército Libertador, desmintió el 20 de abril de 1898, ante un Tribunal de Honor, haber planeado el asesinato del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, de quien era ayudante y médico personal.
Cuatro días más tarde, el Consejo de Gobierno convocó a un perdón colectivo de acuerdo con la investigación realizada. El galeno quedaba exonerado de toda culpa y salvada su dignidad como cubano. Pero, a 113 años de la caída del Titán de Bronce, aún muchas personas formulan las siguientes interrogantes: ¿Era Zertucha un traidor?
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