Japón conocía de Cuba desde los tiempos coloniales mediante el comercio –aunque limitado- de la Isla con Filipinas, territorio subordinado a España y situado en el sudeste asiático.
El famoso Galeón de Manila arribaba anualmente al puerto de Acapulco, costa del Pacífico de México. Sus mercancías atravesaban esa tierra americana para de nuevo embarcarse hacia Cuba. Llegaban productos japoneses, entre ellos, obras de arte, abanicos de nácar y otras bellezas en porcelana y cristalería.