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Posts Tagged ‘Ospina’

Julio César LondoñoPor Julio César Londoño

Cuando hacemos la lista de los grandes inventos, siempre están allí la rueda, la brújula, el papel, la imprenta, los plásticos, el avión, la televisión, el computador y el celular, entre otros cachivaches ilustres; pero con frecuencia olvidamos al papá de todos los ingenios, el lenguaje.

Nadie sabe cómo sucedió. Nadie es capaz siquiera de imaginar cómo pasó la especie del gruñido al suspiro, a la interjección, al gesto, y de aquí a la sonrisa, al silbo, al nombre, la plegaria y la canción.

Algunos sabios despistados creen que el hombre inventó el lenguaje gracias a su portentosa inteligencia. En realidad fue al revés: el lenguaje nos hizo inteligentes. A esta conclusión llegó Jaques Monod al notar que la aparición del sistema nervioso central de la especie es muy posterior a la invención del lenguaje. El don del lenguaje nos modificó de manera muy íntima. La luz de la palabra clarificó nuestro pensamiento, suavizó nuestra rudeza. Tal vez por esto es que las Escrituras rezan: al principio fue el verbo.

Los lenguajes no son puramente lógicos, porque no son aparatos arbitrarios y axiomáticos, como la matemática. Los hacen las generaciones y el largo tiempo, por eso encierran lógica y paradojas: “corta” es una palabra corta, pero “larga” no es una palabra larga; “separado” se escribe todo junto, pero “todo junto” se escribe separado; moon, observó Borges, es casi simétrica, como la luna; rimbombante es convenientemente ampulosa, pero “tomate” no se parece al tomate. “Agua” tiene la simplicidad de ese elemento, pero hubiera sido preferible un fonema más líquido que la G, la L: lío en vez de río. El nombre del río Mississippi está lleno de meandros. “Sinuoso” se parece a lo que nombra. “Prepotente” no necesita explicación.

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He publicado varios artículos de William Ospina, la mayoría de las veces alertada por Gabriel Ruiz. Esta vez tengo el placer de comunicar la entrega del Honoris Causa en Derecho:

La Universidad Santiago de Cali reconoció el trabajo y los aportes culturales del escritor William Ospina con la entrega del Honoris Causa en Derecho. El acto se cumplió el 12 de marzo en el aula máxima de la institución.
La reunión estuvo muy concurrida.

Honoris causa Ospina

Foto: Entrega. Jefferson Ocoró y William Ospina.
Foto: Hernán Tovar / El País


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Mi amigo Gabriel Ruiz Arbeláez , de Colombia, me alertó sobre estos artículos de William Ospina acerca de los 50 años de la Revolución Cubana, en El Espectador, y los pongo a disposición de los lectores de VerbiClara:

Por William Ospina / Especial para El Espectador

La isla era el símbolo del planeta que se disputaban fuerzas imperiales.

Cuba: cincuenta años de una aventura (I)

En esta primera entrega, Ospina relata cómo la Revolución le dio voz al oprimido pueblo cubano. Desde 1959, cuando los guerrilleros entraron en La Habana, el país se convirtió en símbolo de un sueño histórico.

Fidel Castro, líder de la Revolución y entonces presidente de Cuba, durante una Asamblea Popular, en 1977.

Fidel Castro, líder de la Revolución y entonces presidente de Cuba, durante una Asamblea Popular, en 1977.  

Cuando en 1991 se desplomó el llamado mundo socialista, nadie se hacía ilusiones sobre la suerte de Cuba. Había sobrevivido tres décadas a un bloqueo infame de los Estados Unidos gracias a proclamarse socialista y a unir su destino al de las naciones que gravitaban en torno a la Unión Soviética, pero había vivido de vender su azúcar a unos aliados que la compraban a precio de oro. La caída de la Unión Soviética y de sus satélites dejaba al país de repente flotando en el vacío; era una isla dependiente, que sólo producía azúcar y tabaco, y no parecía estar en condiciones de soportar el bloqueo mucho tiempo más.
En esos años, Cuba había resistido también, gracias a la solidaridad internacional y al prestigio de sus dirigentes, una campaña de difamación continental que mostraba a los gobernantes cubanos como tiranos sangrientos y al cubano como un pueblo humillado y aplastado por la tiranía. Yo tenía ocho años en 1962 cuando oía por la radio esos programas difundidos por “La voz de los Estados Unidos”, que propagaban en todo el continente la imagen de Cuba como un infierno inhabitable.

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Mi amigo colombiano Carlos Vidales, me envió desde su exilio en Suecia este bello poema:

Noche

En la noche balsámica, en la noche,
cuando suben las hojas hasta ser las estrellas,
oigo crecer las mujeres en la penumbra malva
y caer de sus párpados la sombra gota a gota.

Oigo engrosar sus brazos en las hondas penumbras
y podría oír el quebrarse de una espiga en el campo.

Una palabra canta en mi corazón, susurrante
hoja verde sin fin cayendo. En la noche balsámica,
cuando la sombra es el crecer desmesurado de los árboles,
me besa un largo sueño de viajes prodigiosos
y hay en mi corazón una gran luz de sol y maravilla.

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30. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano Este jueves se dieron a conocer, en el Salón Taganana del Hotel Nacional de Cuba, los Premios Colaterales que otorgan instituciones culturales y sociales del país a las películas que participan en los diversos apartados del evento.

Última parada 174, de Bruno Barreto (Brasil) resultó la ganadora del Premio Roque Dalton, de la emisora Radio Habana Cuba y del CINED, que otorga Cinematografía Educativa.

Otra de las cintas brasileñas que resultó ganadora de los colaterales fue Línea de pase, de Walter Salles y Daniela Thomas, que se alzó con el reconocimiento de Producciones Caminos, del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.

El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau reconoció con dos menciones a las cintas La vida loca, de Christian Poveda (México, Francia, España), y El círculo, de José Pedro Charlo y Aldo Garay (Uruguay), y otorgó su Premio Documental Memoria a Stranded – Vengo de un avión que cayó en las montañas, de Gonzalo Arijón (Uruguay).

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Polémica
Escribo estas líneas motivado por el reciente intercambio de pareceres entre Yves Moñino y yo [ 1 ] [ 2 ] , que a su vez tuvo origen en el artículo de William Ospina «Nuestra extraña época» (El Espectador, julio 19 de 2008) [ 1 ]. Me motiva también otra nueva columna de Ospina («Una grata polémica», El Espectador, julio 27 de 2008) [ 1 ].

Debo decir de partida que no escribo aquí para rebatir a nadie: me interesa aportar mis comentarios y puntos de vista sobre asuntos que han sido tocados en el curso de nuestro intercambio de opiniones.

El primero de estos asuntos es el empleo del término «polémica». He sostenido en diversas oportunidades que las polémicas no me interesan y creo que esta es una buena ocasión para explicar mis razones.

Me apoyaré en el buen Diccionario de la Real Academia para desarrollar mi comentario.

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Sociedades
Mi amigo el burro Pantxo escribió, hace ya más de diez años, algunas ideas originales suyas sobre el tema de las sociedades «organizadas» y las sociedades «primitivas». Dijo, entre otras cosas, lo que sigue:

«Los gorilas humanos han tenido en la historia dos clases de sociedades:

1. Lo que vuestras mercedes ahora llaman «sociedades primitivas», y que nosotros los animales llamamos sociedades naturales. La característica fundamental de estas colectividades consiste en que tanto los individuos como el grupo producen estrictamente lo que van a consumir durante su ciclo natural. No hay acumulación ni excedentes. No hay «economía de mercado» ni tampoco «mercado de trabajo». La naturaleza tiene tiempo de reparar las heridas que le produce el grupo social, y nuevas generaciones pueden venir a continuar el ciclo de la vida.

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