Carlos Vidales me ha enviado este artículo tan interesante sobre la madre que pongo a consideración de mis lectores. Aunque se publicó en 1998, mantiene su contenido esencial. Se lo recomiendo a todos por los datos históricos y religiosos que posee:
Lo dicho: un ser humano sin padre es solamente la mitad de un ser humano.
Y un ser humano sin madre es un navío sin brújula, un mundo sin sol, un alma en caos, un duelo sin límites. Es completamente imposible vivir sin una madre. Incluso el padre, que es tan importante, no puede llegar a ser padre sin la colaboración de una pareja, por lo general más bonita y más delicada que él. Hasta Dios mismo tuvo que recurrir a la ayuda de una mujer para crear su propio hijo, ¿no es cierto?
Entre las innumerables notas y reflexiones de Leonardo da Vinci he encontrado un comentario irónico sobre el cristianismo, que pone en evidencia nuestra obsesión edípica:
“Hay muchos que creen en el Hijo pero solamente construyen templos en nombre de la Madre”.
Por supuesto. ¿Por qué no? La madre de Jesús, Mater Dolorosa, la Madre Doliente, la Madre de los Dolores, se ha aparecido miles de veces en todos los países, ante millones de seres humanos que sentían la ausencia y añoraban con angustia una imagen materna en sus penosas vidas.
Solamente siete años después de la muerte de Cristo, su madre se hizo visible en Zaragoza, España, y allí es todavía ”La Virgen del Pilar”, la Pilarica, la madre sagrada que trae consuelo a quien sufre y llora, la que oye todas las oraciones y los ruegos sin preguntar quién es bueno y quién es malo.