Este 18 de marzo se conmemora el bicentenario del nacimiento de un patriota y artista indispensable en la poética cubana: Gabriel de la Concepción Valdés, más conocido como Plácido y cuyos 35 años de existir transcurrieron en escenarios de tres provincias, hasta morir fusilado a manos del despotismo colonial español el 28 de junio de 1844.
La Habana, Matanzas y Las Villas conocieron en el siglo XIX los andares y vivencias de este lírico romántico y festivo en quien no faltó la inspiración por el ansia libertaria de su Patria, al extremo de costarle la vida cuando apenas comenzaba a crear.
«Huérfano» de padres vivos, artesano de la imprenta, la madera, el carey y la plata, aunque no sufrió los rigores de la esclavitud de la época, arrastró consigo dos de las «calamidades» más señaladas de entonces: hijo bastardo y mulato, mirado con ojerizas por blancos de almidón y negros de barracones.